El festival del motor
Estamos a las puertas de celebrar el centenario de uno de los eventos más carismáticos del planeta. Nacido en 1919, el Salón Internacional del Automóvil de Barcelona ha luchado contra viento y marea para llegar hasta la actualidad en plena forma. Si una guerra civil no consiguió enterrar el certamen después de una prolongada pausa, resultaba lógico que fuera capaz de sobrevivir a las puñaladas posteriores, ocasionadas por las crisis económicas que azotan al mundo cíclicamente. Lo cierto es que a la inmensa mayoría de aficionados al universo del motor les importa muy poco, seguramente nada, que este año haya decidido cambiar su enunciado principal para pasar a denominarse Automobile Barcelona. Lo que realmente interesa a todos los amantes de los coches es que se siga manteniendo una buena sustancia, y en este sentido, queda claro que la renacida cita organizada en el recinto ferial de Montjuïc ha ganado múltiples enteros.
Atentos al menguante interés que suscitan muchos de los salones automovilísticos que se organizan en las principales ciudades del mundo, los responsables de Fira Barcelona han optado en esta ocasión por sintetizar dos eventos en uno. De este modo, el jueves y viernes próximos se celebrará un congreso, que contará con algunas de las voces más relevantes del mundo, en el que se podrán dilucidar los senderos que marcarán el futuro de la industria del motor.
Pero más allá del escaparate mundial que significará este interesante simposio, el emblemático corazón del evento seguirá latiendo con fuerza a partir del próximo sábado. En esta ocasión, los visitantes tendrán la oportunidad de contemplar las novedades de primavera que presentan las treinta marcas que han decidido acudir a la cita de Barcelona. El festival del motor de Montjuïc, que se ha convertido en una tradición familiar, vuelve a contar con numerosos argumentos para alcanzar el objetivo de 700.000 visitantes.