¿Una Bienal comercial?
La mirada del mercado del arte gira ahora hacia la Bienal de Venecia y deja atrás las ferias Frieze i Tefaf de Nueva York. Fundada en 1895, es uno de los acontecimientos de arte contemporáneo más prestigiosos del calendario internacional, que reúne, sobre todo los tres primeros días, lo más granado del mundo artístico que corre arriba y abajo para ver la infinidad de propuestas artísticas en los pabellones de los Giardini y el Arsenale, y las repartidas por toda la ciudad en maravillosos palacios y museos. ¿Pero si se trata de una bienal artística, de un acontecimiento cultural, cómo es que hablamos en una columna dedicada al mercado del arte? En teoría, la Bienal no es comercial, pero la realidad es que cada vez más se trata de un aconte- cimiento lucrativo, y no solo porque participar en ella da notoriedad a los artistas e incrementa sus cotizaciones, sino porque prácticamente cada art dealer de un cierto nivel tiene algún artista de los que representa, a quienes a menudo ha ayudado a pagar las cada vez más costosas producciones, y por lo tanto, están presentes para cerrar tratos con el alud de coleccionistas que asisten.
Esta realidad no es nueva. Si bien muchos lo desconocen, consultando la historia de la Bienal vemos que en 1942 se aprobó oficialmente una oficina de ventas que ayudaba a los artistas a encontrar clientes para sus obras (¡y el 10% era para la Bienal!). Debió ser demasiado beneficioso para los dealers porque en 1968 los estudiantes se sublevaron y consiguieron que clausuraran la oficina.
Algunos especialistas en mercado del arte afirman que las bienales son tan comerciales como las ferias, y ya no se puede diferenciar entre cultural y comercial. ¿Oes que las espectaculares esculturas de Damien Hirst que se exponen en el Palazzo Grassi de François Pinault (y son ediciones de tres), no deben de estar a la venta?
Algunos afirman que las bienales son tan comerciales como las ferias