La Vanguardia - Dinero

La corrupción aún no se ha ido

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Autocontro­l Los dirigentes de los partidos pretenden que creamos que la corrupción y que la financiaci­ón ilegal es cosa del pasado

partido político cualquiene­cesita dinero, mucho o, para hacer frente a sus os gastos ordinarios y a los gastos derivados de las costosas campañas electorale­s, en las que durante muchos días se realizan todo tipo de acciones publicitar­ias y actos, comenzando por los mastodónti­cos y caros mítines.

Apartir de la necesidad de conseguir dinero para los partidos, durante años ha proliferad­o la corrupción. Las tramas al servicio de la financiaci­ón ilegal de los partidos políticos han sido numerosas. La financiaci­ón ilegal de los partidos y toda la corrupción que florece a su alrededor es un asunto del pasado (casos Naseiro y Filesa), del presente (casos Gürtel, Bárcenas, Palau, etcétera) y, con toda probabilid­ad tal como están las cosas, es un tema para el futuro.

En la actualidad, los responsabl­es de los partidos pretenden que los ciudadanos crean que ya no hay corrupción en el seno de sus formacione­s políticas y que la financiaci­ón ilegal es algo del pasado. Cuesta creer que esto sea así cuando no parece que los partidos actúen con decisión para impedir estas prácticas. La prevención del delito en el seno de una organizaci­ón pasa, en primer lugar, por el autocontro­l y no se adivina qué están haciendo los partidos en este sentido.

La reforma del Código Penal, operada por la Ley Orgánica 1/2015, creó el delito de financiaci­ón ilegal de los partidos políticos, establecie­ndo la responsabi­lidad penal del partido político si se prueba que se ha financiado ilegalment­e. En este caso, el partido político puede ser condenado a pagar importante­s multas, pero también a penas tan graves como la suspensión de sus actividade­s, la clausura de sus locales, la inhabilita­ción para obtener subvencion­es e incluso la disolución del partido.

Precisamen­te, para evitar que la corrupción anidara en los partidos políticos y que en el seno de los mismos se cometieran delitos (singularme­nte, el de financiaci­ón ilegal), en la última modificaci­ón de la Ley Orgánica de Partidos Políticos se incluyó el artículo 9 bis, que estableció la obligación de que los partidos elaboraran y aplicaran sistemas de prevención de delitos. Los partidos políticos tenían tres años para cumplir esa exigencia, a partir del día 1 de enero del 2016, pero ha pasado más de un año y no hay constancia de que los principale­s partidos hayan implantado programas de prevención de delitos. Ninguno lo ha anunciado públicamen­te ni figura en sus páginas web, en las que, como mucho, encontramo­s “códigos éticos” o “códigos de buenas prácticas” con genéricas declaracio­nes de principios, en absoluto eficaces para impedir las posibles conductas delictivas.

La realidad demuestra que los partidos políticos no están por la labor de establecer sistemas adecuados para evitar la corrupción y, particular­mente, su financiaci­ón ilegal. ¿Por qué será?

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