Invertir en empresas
He observado la existencia de un denominador común en las reuniones mantenidas con las gerencias de empresas cotizadas durante estos primeros meses del año. Entre otras muchas, me he reunido con una exitosa empresa italiana que quiere abrirse camino en el mercado norteamericano, donde no tiene presencia; con una empresa española que pretende ganar un futuro concurso en un país asiático, para lo cual ha realizado ya un importante paso de anticipación; con una empresa japonesa que está efectuando un fuerte I+D a la búsqueda de un avance tecnológico gigante, que hace años que se le resiste al mundo entero; con una empresa alemana que toma posiciones con sus excedentes en unas start-ups de una de las formas más inteligentes que he visto en años, o con una empresa española, que está adquiriendo a otra compañía. Lo que une a estas empresas hoy, siendo de sectores muy distintos como son, es que están situadas en lo que podríamos denominar “modo inversor”, todas están focalizadas en crecer.
¿Cómo financian estas inversiones? Con el flujo de caja que su actividad genera, y aprovechándose además de los bajos costes financieros de la deuda a largo plazo. Era precisamente hace unos días otra empresa la que me comentaba que el 80% de su deuda estaba ya fijada, a tipos de interés muy bajos, para los próximos 10 años. Bien hecho. Cuando el dilema shakespeariano de moda entre muchos inversores, tras las fuertes subidas de las bolsas, parece ser el de ¿Comprar (ahora) o no comprar?, mi razonamiento sigue siendo mucho más directo. No se me ocurre una mejor opción hoy que la inversión en empresas, ¿a quien beneficia, si no al accionista, que las empresas obtengan una rentabilidad de sus activos tan superiores al coste de su deuda?