Crece el empleo pero no los salarios
mismo mes del 2016, y en abril otro 2,7%, con factores contribuyentes como la subida de los billetes de avión. Y eso que el coste del petróleo en los mercados internacionales permaneció estable, o incluso descendió. Pero las facturas de la electricidad se incrementaron, y también lo que se paga en la tienda por productos como la leche, la mantequilla, el café, el té o las barritas de chocolate (y eso que algunos fabricantes han reducido su tamaño).
Mientras la inflación subía un 2,7%, los salarios sólo lo hacían un 2,1%, y los economistas de la Universidad de Cambridge predicen que se va a ser la tónica de toda la próxima década. En el 2025, pronostican, los británicos ganarán lo mismo que ganaban en el 2004, cuando la última oleada de anexiones de países de la Europa del Este a la UE. En términos de bienestar y renta disponible, para los británicos habrán sido veinte años perdidos. Y aunque en teoría la reducción de la inmigración derivada del Brexit (la primera ministra Theresa May no quiere dejar instalarse en el país a más de cien mil extranjeros al año) colocaría a los trabajadores en una posición de más fuerza en las negociaciones salariales, lo que puedan ganar por ese lado quedará ampliamente neutralizado por la inflación.
El crecimiento económico, paralelamente, ha sido revisado a la baja en el primer trimestre del año, quedando en un raquítico 0,3%. El mercado inmobiliario, como no podría ser de otra manera, se resiente del efecto acumulado de todos estos factores. En Londres los alquileres han bajado por primera vez en ocho años, un 1,2% respecto al 2016, aunque siguen siendo astronómicos (un promedio de dos mil euros al mes, y por esa cantidad no se consigue ninguna maravilla). Una cierta saturación del mercado, falta de liquidez y por supuesto la incertidumbre del Brexit son los elementos determinantes de la tendencia.
El número de alquileres por los que se pagan entre 4.000 y 25.000 euros al mes (parece una locura, pero hay muchos en el mundo de la banca, los servicios financieros y los ejecutivos de empresa) registró la mayor caída, un 3,7%. Y paralelamente el valor de las viviendas subió al ritmo más lento de los últimos años, con las caídas más significativas en los barrios caros de la capital, donde hasta hace poco los agentes inmobiliarios podían pedir lo que quisieran, y los inversores rusos o del Golfo se las quitaban de las manos. En conjunto, los precios de compra decayeron en abril un 0,4%, pero aun así se incrementaron un 2,6% respecto al año pasado. En esa misma línea, las solicitudes y aprobaciones de petición de hipotecas han disminuido un 2,8%, y eso que los intereses están por los suelos (0,89% anual en el caso de la Yorkshire Building Society).
La mejor noticia post-Brexit para la economía del Reino Unido es que el consumo se mantiene firme. También es destacable la reducción del índice de desempleo, lo cual en el fondo demuestra que la inmigración no es un problema, y que su nivel viene determinado por las necesidades de los empresarios. En el primer trimestre del año en curso se han creado 39.000 empleos, con un índice de paro del 4,7%, que significa que un millón y medio de británicos no trabajan. La otra cara de la moneda es que el nivel de productividad continúa decayendo, que las diferencias de sueldos entre los hombres blancos por un lado, y las mujeres y las minorías étnicas por otro, siguen existiendo, y que la inversión en adiestramiento y tecnología está congelada. Los bancos de la City culminan a todo esto los preparativos para trasladar a decenas de miles de empleados a otras capitales de Europa, los empleados de la Agencia de Medicamento y la Agencia Bancaria hacen las maletas, y la inversión extranjera brilla por su ausencia.
Pero los votantes no reconocen haberse equivocado, y el 8 de junio van a dar una mayoría absoluta a los conservadores y Theresa May, que de ser partidaria de la permanencia en Europa se ha convertido en el Moisés del Brexit, llevando al pueblo británico a través del desierto hacia una tierra prometida en la que el dinero crece de los árboles.
Los alquileres han registrado la primera caída en ocho años en Londres, pero siguen siendo astronómicos Cambridge cree que los salarios crecerán por debajo de la inflación durante los próximos diez años