Complacencia en las bolsas
La nula rentabilidad de los depósitos bancarios y la rentabilidad negativa del conjunto de los fondos monetarios, con honrosas excepciones, empuja a los ahorradores a convertirse en inversores asumiendo más riesgo del que habitualmente han estado dispuestos a asumir. Adicionalmente, tras más de seis meses de subidas prácticamente ininterrumpidas de los principales índices bursátiles, con caídas inferiores al tres por ciento desde los máximos, la complacencia de los inversores con la renta variable es evidente y creciente. El año pasado, las bolsas cayeron dos veces cerca del veinte por ciento, recuperándose las cotizaciones en un breve periodo de tiempo. La errónea lectura que sacan los inversores en bolsa es que “pase lo que pase, nunca pasa nada”.
Para los inversores en renta variable, bien directamente o a través de vehículos como los fondos de inversión, el problema radica en considerar la actual situación de volatilidad en mínimos y minusvaloración de los riesgos, como una situación estructural y permanente. Además, es frecuente cometer el error de considerar que lo que evolución reciente de los mercados financieros se repetirá en el futuro cercano. Cuanto más tiempo transcurre sin correcciones en las bolsas, más complacencia entre los inversores.
Es cierto que la creciente liquidez existente empuja hacia arriba las cotizaciones de los índices bursátiles, pero la experiencia demuestra que las bolsas nunca suben en vertical sin respiros. La incógnita es conocer cuántos de los inversores que han incrementado sus posiciones en bolsa en este periodo de creciente complacencia venderán en las inevitables correcciones de los índices, aunque éstas puedan ser meras tomas de beneficios.