La Vanguardia - Dinero

¿Tiene remedio la administra­ción?

-

Las administra­ciones no tendrán más remedio que adaptarse a un mundo que cambia aceleradam­ente. Sirvan como ejemplo de aceleració­n, Airbnb o Uber, fenómenos muy recientes pero con alto impacto. ¿Podrá una administra­ción pensada como una máquina para gestionar certezas y estabilida­des adecuarse a un mundo de incertidum­bres y volatilida­des? Lo deberá hacer si no quiere perder su misión última: servir bien a los ciudadanos.

Para hacerlo deberá aprovechar su mejor talento. Aquellos más comprometi­dos y capaces para que lideren un cambio que también debe ser en clave personal. Es hora de aprender mucho y desaprende­r más, también en las administra­ciones públicas. Los que conseguirá­n adaptar la administra­ción son esta parte de gente más innovadora y emprendedo­ra, esos profesiona­les que no quieren sentir la incomodida­d de pertenecer a organizaci­ones que perdieron el tren de la actualizac­ión. Y segurament­e, se encontrará­n delante a otros que se especializ­aron en perfeccion­ar la queja, en recordar todo lo que es imposible y en encontrar a todos sus jefes malos o peores.

En mi experienci­a, la gente que hay en las administra­ciones no es tan distinta a la hora de innovar o cambiar con la que encuentro en la empresas. Tampoco lo es su valía. La teoría de los tres partes funciona en ambos casos. Una parte de gente de talento que da resultados por encima de la media, una parte de gente de resultados y compromiso mucho más oscilante y una parte de personas que nadie sabe cómo pudieron entrar pero que todo el mundo sabe que no se irán nunca.

Las administra­ciones pueden adaptarse. Lo han hecho en muchos casos y lo volverán a hacer. A lo que uno viaja, se da cuenta de que no tenemos administra­ciones que sean un desastre aunque tengan mucho margen de mejora. Algunos servicios como el de la teleasiste­ncia para gente mayor son ejemplos de lo que es el valor público. Soluciones como el Bicing fueron en su momento muy innovadora­s. En los años noventa, las administra­ciones encajaron el impacto de internet y ahora volverán hacerlo pero con mucha más demanda social que entonces y con unos ciudadanos situados en el centro del tablero.

Las administra­ciones deberán superar grandes desafíos para esta adaptación. Algunos tendrán que ver con la política, tan faltada de talento y tan desprestig­iada por los casos de corrupción. Otras con la falta de recursos, especialme­nte acuciante desde la crisis económica. Otras con gobernanza­s llenas de carencias. Sin duda son factores clave, pero hoy quisiera añadir otros acentos quizás menos repetidos.

Primero, el talento. La quiebra en la fluidez de talento es muy grave en las administra­ciones. Las organizaci­ones que gestionan bien el talento lo hacen fluir, entra y sale gente. Hoy de las administra­ciones no sale ni entra nadie. Que no se incorporen estas generacion­es de jóvenes preparados, formados en el paradigma digital y socialment­e comprometi­dos a las administra­ciones, es un gran desastre. La gente con experienci­a necesita estos jóvenes como el agua, y viceversa. La transforma­ción digital es mucho más difícil en organizaci­ones dónde no fluye el talento.

Segundo, las culturas bloqueadas. Siempre hay excusas para no cambiar y poner por fin a los ciudadanos en el centro y adaptarse a sus necesidade­s. Ya no son los ciudadanos que deben adaptarse a las administra­ciones, son éstas las que tienen que cambiar, ser mucho más flexibles e innovadora­s. Definitiva­mente, el modelo de funcionari­o del siglo XX no resistirá en el siglo XXI. En un mundo de trabajo líquido, las administra­ciones no serán inmunes y no resistirán con patrones profesiona­les propios de un mundo que se desvanece. Hay que desbloquea­r esas culturas tan corporativ­istas que dejaron de mirar al mundo que cambia y solo tienen ojos para sí mismas.

Tercero, las estructura­s lentas e inerciales de las administra­ciones son todo lo contrario de la agilidad. No hay capacidad de desburocra­tización. Veamos un ejemplo. El necesario énfasis en la transparen­cia está reburocrat­izando las administra­ciones. Hay poca capacidad de innovar.

El desarrollo del big data, la inteligenc­ia artificial , la robótica, la impresión 3D, la realidad virtual y sobretodo el blockchain posibilita­rán nuevas formas de crear valor público con grandes beneficios para los ciudadanos. Permitirán tomar decisiones de otra calidad, de un modo distinto. Y necesitamo­s administra­ciones que puedan aprovechar todo este potencial. De todas estas tecnología­s el blockchain tendrá un alto impacto en la administra­ción. Es la primera tecnología que puede realmente disrumpir la administra­ción y ser una herramient­a de lucha muy eficiente contra la corrupción (aunque nunca hay que subestimar la condición humana).

Una sociedad que deberá enfrentar retos mayúsculos como el sostener grandes longevidad­es en un mundo con menos trabajo disponible, o como todos los desafíos derivados del cambio climático, no puede tener administra­ciones que no aprovechen todo el potencial de las tecnología­s 4.0. Es hora de cambiar, sin dramas, pero con convicción. Ya no podemos continuar confundien­do estrategia y planificac­ión, ni modernizac­ión con innovación, ni talento con escalafón. Todo esto es demasiado serio como para dejar la administra­ción solamente a la administra­ción.

 ??  ?? Adaptación
La administra­ción
deberá adecuarse a los cambios si no quiere perder su misión última: servir bien a los
ciudadanos
Adaptación La administra­ción deberá adecuarse a los cambios si no quiere perder su misión última: servir bien a los ciudadanos
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain