La Vanguardia - Dinero

Cuando Italia volaba en lo más alto

El ascenso y la caída de Alitalia es el símbolo de la evolución de la industria aeronáutic­a en las últimas décadas

- Piergiorgi­o M. Sandri

La compañía de bandera italiana fue la primera en adoptar una flota con motores de reacción Con la ‘Dolce vita’ y los JJ.OO. se convirtió en la línea aérea preferida por las estrellas de Hollywood

Hoy Alitalia es la sombra de lo que fue. En su época de máximo esplendor, afinales delossesen­ta, llegó a ser la tercera aerolínea de Europa y la séptima del mundo, por conexiones internacio­nales. También fue la primera compañía de su sector en dotar a toda su flota con aviones con motor de reacción, al jubilar los aparatos de hélice y la primera en hacer volar a un papa fuera de Italia, Pablo VI.

Tenía una fama excelsa y era el símbolo del Made in Italy. En sus años dorados se llegaron a ofrecer hasta 16 platos en la clase Premium. Cuentan que en un vuelo transatlán­tico, con tanta comida, los pasajeros ¡apenas tenían 45 minutos para dormir!

Los mecánicos tenían una reputación muy elevada, se equiparaba­n en el ambiente aeronáutic­o con los de Ferrari. “En ciertos países de África, la delegación de Alitalia llegó a tener más influencia que la de un consulado o de una embajada”, relatan antiguos empleados de la compañía.

Alitalia fue la aerolínea oficial de los JJ.OO. de Roma en 1960, lo que le dio una gran repercusió­n mediática. Con el desarrollo de la industria del cine en los estudios de Cinecittà de Roma, se convirtió en la aerolínea preferida porlasestr­ellas de Hollywood. Incluso la cadena televisiva Rai emitió un programa, titulado Arrivi e Partenze, en el que se entrevista­ba a las celebridad­es que transitaba­n por el aeropuerto romano.

Los números en aquel entonces le acompañaba­n. Aunque volar era más caro que hoy en día. Volaban los hombres de negocios. O más bien, hombres a secas. “Acompañe a su marido en un avión de Alitalia. Usted será la primera en exigir para su marido un medio de transporte para que vuelva antes, más tranquilo y más des cansado ”, rezaba un anuncio, que hoy parece machista, de 1959. En su periodo de máxima expansión, entre el 1958 y el 1975, Alitalia experiment­ó tasas de crecimient­o anual del orden del 30%.

“En cuanto a servicios y posicionam­iento de mercado, se podía equiparar a unaactual línea área de Oriente Medio. La experienci­a de vuelo a bordo era muy gratifican­te. El servicio era impecable, la calidad de la comida tenía renombre más allá de las fronteras: hasta ofrecían caviar. Los pasajeros querían volar enAlitalia por sus vinos y sus menús”, cuenta Ugo Arrigo, profesor de Economía Pública de la Universida­d de Milán Bicocca, que ha estudiado a fondo la compañía y conoció a sus directivos de cerca. “Alitalia siempre fue la síntesis y la metáfora del país. Yenesemome­nto, en pleno boom económico, su reputación era altísima”, destaca. Como era de esperar, nunca faltaron, en línea con los rasgos distintivo italianos, detalles de diseño. Las hermanas Fontana fueron las primeras en concebir los uniformes estilosos de la tripulació­n. En los años siguientes, nombres de pri- mera fila como Giorgio Armani y Nicola Trussardi se sumaron a una lista prestigios­a de diseñadore­s.

“Los trayectos de largo recorrido entre los años sesenta y setenta eran una experienci­a reservada a las élites. En Alitalia había obsequios peculiares muy adelantado­s a su tiempo, como la presencia de cuatro camillas en Primera Clase”, evoca Adalberto Pellegrino, antiguo comandante y autor del libro La mia Alitalia.

Sin embargo, la desregulac­ión, la llegada del low cost cambiaron el panorama de la aerolínea italiana para siempre. “Mientras el sistema de la aviación comercial mundial demostró ser capaz de evoluciona­r de forma continua y de expandirse, buscando siempre nuevas fórmulas (el chárter, el bajo coste o el todo incluido) y nuevos mercados, esto no ocurrió para ciertas aerolíneas, como TWA, Pan Am y Alitalia”, resume Pellegrino.

De repente, Alitalia se quedó demasiado pequeña para ser un actor global y demasiado grande para competir en las rutas de corta distancia en el mercado doméstico.

A finales de los noventa, mientras se llevaba a cabo la privatizac­ión de la compañía, se planteó una alianza con la holandesa KLM que hubiera creado la primera aerolínea europea.

Pero la operación no cuajó. A posteriori, fue una ocasión perdida. Las ingerencia­s políticas y sindicales frustraron también la alianza posterior con Air France.

El entonces presidente del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi justificó así el veto a la operación: “Si hubiésemos dejado que Alitalia acabara en manos de Air France, los pasajeros se habrían ido a ver los castillos de la Loira en lugar de las ciudades de arte italianas”. Al final, los viajeros se fueron a ver otras cosas. Y, sobre todo, a bordo de otras compañías.

El resto, es noticia de estos días: después de veinte años sin beneficios, llegó el preconcurs­o deacreedor­es. Aquella Alitalia de antaño, así como las compañías de bandera de estado, parecen haber quedado atrapadas enel tiempo. Unosretrat­os deantiguas postales, cuandotoda­vía volar era realizar un sueño y el privilegio de unos pocos. Ycuandolas infraestru­cturas y los medios tecnológic­os eran más primitivos. “Sin lugar a dudas, ciertas cosas ya no volverán”, coincide Pellegrino.

“Piense que a comienzos de los años sesenta, tenía el encargo de transmitir a la Torre de Control de Barcelona el mensaje Papa Four o PapaFive. Era para informar al restaurant­e del aeropuerto cuantas paellas tenían que preparar para nuestra tripulació­n durante el tránsito”, recuerda.

Hoy en día, turistas mochileros hacen colas interminab­les para conseguir un bocadillo.

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MONDADORI PORTFOLIO
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