Marsans apenas toca la tela con materia porque todo es insinuación, como una caricia del pincel
tar con otro artista de semejantes magnitudes, el murciano Ramón Gaya que también manifiesta en sus pinturas, transparentes como el aire, un dejo de melancolía, auspiciado por una especial sensibilidad y un definitorio estudio del color y la luz siempre matizados por una paleta tenue en la que, acogido al rigor, muestra todas las facetas del mundo.