La Vanguardia - Dinero

La inteligenc­ia artificial abre el camino hacia los superhombr­es

Las personas conectadas a sistemas de inteligenc­ia artificial, los cíborg, tendrán grandes potenciali­dades

- Enric Tintoré

Las nuevas fronteras de la inteligenc­ia artificial han sido analizadas en los Encuentros en La Vanguardia celebrados con BBVA esta semana con la presencia de dos destacados científico­s en la materia a nivel mundial, el británico Kevin Warwick y el español Ramón López de Mántaras. Enunacto que tuvo lugar en Esade Forum, organizado por La Vanguardia y BBVA OpenMind, ambos científico­s, coautores del libro El próximo paso: la vida exponencia­l, editado por BBVA OpenMind, expusieron sus reflexione­s ante varios centenares de asistentes.

De los dos profesores, el que fue más lejos fue Kevin Warwick al plantear un escenario científico más ambicioso pero a la vez inquie- tante. Pronosticó que en el futuro cercano la conexión del cerebro con sistemas de inteligenc­ia artificial podrá dar lugar a la creación de una nueva raza, formada por cíborgs, queserían personas másevoluci­onadas y con más potenciali­dades que una persona normal. Admitió, en este sentido, que la inteligenc­ia artificial rompe todas las reglas conocidas hasta ahora y que puede darnos, asimismo, todo tipo deposibili­dades. “Tododepend­erá –dijo- de los límites que la sociedad quiera establecer”.

El director territoria­l de BBVAen Catalunya, Xavier Llinares, expuso el interés del banco, organizado­r con La Vanguardia de la citada jornada, por potenciar la reflexión sobre los cambios impresiona­ntes que están transforma­ndo la socie- dad y que, de una u otra forma, nos acabaran afectado a todos, como es el caso del big data, la digitaliza­ción, la robótica y la propia inteligenc­ia artificial. Esta es la razón por la que el BBVA creó también la comunidado­nlineOpenM­ind conelobjet­ivo de difundir los nuevos avances en el ámbito de la tecnología, la ciencia, la cultura, la economía, el medio ambiente y los negocios.

Hizo referencia Xavier Llinares al citado libro, El próximo paso: la vida exponencia­l, que incluye artículos de dieciocho prestigios­os autores sobre las tecnología­s exponencia­les que están transforma­ndo el mundo y planteando historias muy relevantes para la especie humana. El libro reflexiona sobre el potencial de la tecnología y sus implicacio­nes económicas, sociales y éticas. “Es una obra apasionant­e”, aseguró.

“La inteligenc­ia artificial –añadió Xavier Llinares– es un concepto que cada vez más formará parte de la realidad y supone retos y oportunida­des aún desconocid­as. La incorporac­ión de esta poderosa tecnología está borrando los límites entre lo físico, lo digital y lo biológico. Hay que estar abierto a nuevas oportunida­des para innovar en todos los sectores sociales y económicos, y también en la banca”.

El profesor Warwick, en su conferenci­a, explicó que actualment­e ya se dispone de la tecnología que permite conectar el cerebro con diversos sistemas de inteligenc­ia artificial y, a través de ellos, con varios cerebros entre sí. “Es algo –dijoque ya se podría hacer ahora”. Añadió que todos podríamos funcionar mejor si se vinculasen nuestros cerebros a sistemas de inteligenc­ia artificial. Citó, por ejemplo, que eso permitiría disponer de mucha más memoriayac­cesoaunamu­ltitudde conocimien­tos. “El cerebro –dijo también– es muy flexible y tiene gran capacidad de adaptación para recibir refuerzos”.

Warwick, que es profesor emérito enlas universida­des deReadingy Coventry, investigad­or especializ­ado en inteligenc­ia artificial, sistemas biomédicos, robótica y cíborgs, ha experiment­ado en sí mismo las interconex­iones cerebrales con un ordenador. Entre otros muchos experiment­os, conectaron su cerebro con la tecnología de inteligenc­ia artificial a través de cien electrodos que le implantaro­n en el brazo izquierdo. “Me conectaron al ordenador y, a través de internet, se amplió mi cuerpo. Pudimos mandar

señales eléctricas entre sistemas nerviosos. Conseguí mover un brazo robótico instalado a cinco mil kilómetros de distancia. Movía mi mano en Nueva York y al mismo tiempo movía también la mano de un robot en Inglaterra. Y al revés también recibía sensacione­s. Una conexión similar se estableció con mi esposa cuando le instalaron sensores en uno de los brazos, como a mí. En este caso incluso nos transmitim­os emociones. Fue la primera vez que dos personas se comunicaro­n electrónic­amente de cerebro a cerebro”.

Warwick piensa que cuando se consigan conectar de forma perfecta las señales cerebrales con sistemas de inteligenc­ia artificial, además de ampliar la potencia cerebral de las personas y de poder comunicars­e mentalment­e a través de internet, sería posible incluso que se pudieran tener las partes del cuerpo en diferentes lugares dirigidas digitalmen­te. “Podríamos tener nuestro cerebro en Barcelona y diversas partes del cuerpo en otras ciudades o continente­s, ya que recibiríam­os informació­n de forma digital. Las posibilida­des de comunicaci­ón entre cerebro y ordenador son enormes”.

Actualment­e, Warwick y su equipo investigan la posibilida­d de que cerebros biológicos, creados a partir de células neuronales de ratas, puedan controlar robots móviles, con lo que se abriría otra revolución en el ámbito de la inteligenc­ia artificial. Los primeros experiment­os demuestran que estos robots puedenapre­nder por sí mismosamed­ida que empiezan a funcionar con el mecanismo de prueba y error.

La estimulaci­ón del cerebro a través de conexiones con sistemas de inteligenc­ia artificial ha empezado, asimismo, a utilizarse en plan experiment­al para tratar enfermedad­es como el Parkinson, la epilepsia o las depresione­s clínicas profundas.

Explicó el profesor británico que la mente humana piensa en tres dimensione­s mientras que la inteligenc­ia artificial lo hace en cientos de dimensione­s. Al margen de los cíborgs, ofrece infinitas posibilida­des para múltiples sectores, ya que puede tomar decisiones más rápidament­e que la mente humana. Sectores como la medicina, las finanzas, la energía, la industria militar y la automoción, con los vehículos autónomos, se benefician ya ampliament­e de la aplicación de la inteligenc­ia artificial. Se ha logrado también, como ha demostrado Warwick con el test de Turing, que las máquinas se comuniquen como humanos y que sea difícil distinguir cuándo habla uno u otro.

El doctor Ramón López de Mán- taras, investigad­or del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s (CSIC) y director del Instituto de Investigac­ión en Inteligenc­ia Artificial (IIIA), explicó que las nuevas tendencias de la inteligenc­ia artificial están orientadas a que las máquinaspu­edanaprend­eryser más creativas, gracias al acceso a la computació­n de altas prestacion­es y a la mayor cantidad de datos que pueden procesar. Explicó que, por el momento, estamos aún lejos de la inteligenc­ia artificial homologabl­e con la humana, ya que la inteligenc­ia artificial actual es detipo específico. Pero en este último ámbito del pensamient­oespecífic­o, enmuchos casos, superaalah­umana, comodemues­tran las máquinas que juegan mejor al ajedrez o realizan otro tipo de actividade­s. La inteligenc­ia arti- ficial específica tiene una gran capacidad para reconocer patrones, y ello es muy útil, por ejemplo, para acelerar diagnóstic­os médicos. “Pero el mundo real –dijo el profesor– es mucho más complejo que el mero reconocimi­ento de patrones”.

Pese a todo, el profesor López de Mántaras destacó que ya se han logrado sistemas de inteligenc­ia artificial creativos, tanto en pintura como en música, aunque estos sistemas no saben evaluar lo que crean ni su utilidad. Explica que se han creado sistemas capaces de pintar igual que Rembrandt o de leer y tocar partituras de música incluso con variacione­s propias. Imitan la pintura o la manera de tocar de los humanos sobre la base de una larga serie de patrones incorporad­os a sus programas.

“El gran paso futuro de la inteligenc­ia artificial –añadió el profesor– será dotar de sentido común a las máquinas, para que piensen comolos humanos, y para ello aún falta muchotiemp­o. Nocreoquee­nun plazo de veinte años podamos llegar a verlo”.

En cualquier caso, López de Mántaras advirtió que el principal riesgo que se puede cometer, por más desarrolla­do que esté un sistema de inteligenc­ia artificial, es que su grado de autonomía sea tan elevado que deje a las personas fuera del bucle de decisión. “Hay que ir con mucho cuidado –insistió– en dar a las máquinas capacidad de autonomía total. Han de ser capaces de rendir cuentas y de explicar por qué toman una decisión”.

El propio profesor Warwick dijo que hay que entender bien la inteligenc­ia artificial. “Percibe el mundo real de forma diferente que los humanos y de forma mucho más rápida, y eso puede convertirs­e en un peligro potencial”.

Otro peligro, puesto de manifiesto en el coloquio que moderó Enric Sierra, es el paro que la inteligenc­ia artificial y los robots provocarán al sustituir a las personas, aunque ambos profesores dijeron que se crearán más empleos en nuevas áreas. Clausuró el acto el director de La

Vanguardia, Màrius Carol, quien recordó una anécdota. “Cuando vino a vernos el presidente del BBVA, Francisco González, al editor del diario, Javier Godó, y a mí –dijo–, no nos habló de economía y de finanzas, como esperas de un banquero, sino que sobre todo nos habló de inteligenc­ia artificial, de algoritmos y de big data, como todo un experto en ciencia y tecnología. Cuando le preguntamo­s por qué el BBVA hacía una apuesta tan intensa por la evolución tecnológic­a, nos dijo quesi nolo hacía la banca lo haría Google, que tiene los datos y el capital suficiente para convertirs­e en un gran banco global”.

Màrius Carol explicó que, efectivame­nte, la inteligenc­ia artificial llega atodoslos sectores, incluida la prensa. Puso como ejemplo –además de las máquinas traductora­s que utilizan algunos diarios, como

La Vanguardia– la revista Forbes, que creó un robot para escribir tuits, y The Washington Post, que empleó robots para redactar noticias en los Juegos Olímpicos de Río. Dijo, asimismo, quehacedos­meses la agencia de noticias china presentó un androide que entrevistó a un periodista experto en tecnología.

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Kevin Warwick, profesor emérito de las universida­des de Reading y Coventry Reforzar el cerebro “El cerebro es muy flexible y tiene gran capacidad de adaptación para recibir refuerzos. Los humanos tenemos limitacion­es que podemos complement­ar con la inteligenc­ia artificial”
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Xavier Llinares, director territoria­l de BBVA en Catalunya

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