La Vanguardia - Dinero

Un camino lleno de baches

El mercado eléctrico crece sin pausa, pero el camino es todavía accidentad­o. Autonomía limitada, precios elevados, márgenes bajos para la industria, capacidad de la red eléctrica, limitacion­es urbanas, escasas ayudas... son algunos de los obstáculos que l

- Piergiorgi­o M. Sandri

Precio de venta

La realidad es que el precio del vehículo eléctrico sigue siendo en comparació­n más elevado que el de combustión (los más baratos rondan los 30.000 euros, cuando en Europa los coches más vendidos pertenecen a la franja 15.000-30.000). Todo dependerá de la evolución del coste de las baterías, que apunta a la baja (un 77% menos entre 2000 y 2016). Un estudio de la consultora McKinsey sobre la rentabilid­ad de los coches eléctricos en función del precio del kWhde las baterías concluye que estos no igualarán a los de combustión hasta 2025-2030, es decir dentro de una década o más. La fecha dependerá también de los incentivos fiscales de cada país. En España se acaban de aprobar sólo ahora, con lo que gran parte del año ha quedado descubiert­a sin ayudas. “El coche puede ser todo lo bonito y ecológico que tú quieras, pero sin apoyos el precio tira para atrás al comprador”, reconoce Salvador Ejarque presidente de la Asociación de Usuarios del Vehículo Eléctrico (AUVE). “El desarrollo industrial no puede parar. Pero no hay voluntad política. El plan del gobierno es pura propaganda. Un chiste. Está dando marcha atrás”, acusa Angel Aghili, presidente de la Asociación Española para la Promoción de la Movilidad Eléctrica. En Dinamarca o Noruega financian entre el 4050% del precio de compra. En España el 3%.

Margen de los fabricante­s

Las ganancias de los fabricante­s sobre la venta de un coche con motor de combustión dependen de cada marca: desde el 15-18% para Porsche o Ferrari, hasta un 58% para un vehículo de gama media. En lo que se refiere al eléctrico, Tesla es la excepción: ronda el 25% gracias a que ellos producen sus propias baterías. Pero queda por ver si para el resto de empresas de la automoción este tipo de coche es realmente un negocio. Es un tema de economías de escala: el coche eléctrico presenta una mecánica más sencilla, pero es necesario poner en marcha líneas de producción específica­s y se precisa una masa crítica de vehículos para justificar la inversión, que de momento no hay, ya que la cuota de mercado es mínima. Hace un año, Fiat dijo que perdía dinero por cada unidad vendida. Ford acaba de decir que sólo entrará en este mercado cuando la rentabilid­ad quede asegurada.

Capacidad de la red eléctrica

Si cada vez que hay picos de frío o de calor la red eléctrica de las ciudades se colapsa, ¿será capaz de aguantar la recarga simultánea de miles de coches? De acuerdo con Bloomberg Finance, para el año 2040, los coches eléctricos demandarán 1.900 teravatios­hora, lo que equivale al 10% de la electricid­ad producida en el mundo el año pasado. Si se quiere optimizar el ahorro para el conductor y limitar los picos de consumo, sería idóneo concentrar la recarga en los momentos de menor solicitaci­ón del ciclo del consumo. Es decir, por la noche y no por la tarde al volver del trabajo. Según un estudio del CSIC, “en España una recarga no controlada en horas pico supondría elevar los costes de los refuerzos en la red de baja tensión en un 13% del coste de la propia red”. Algo asumible, pero que habrá que tener en cuenta .

Puntos de recarga

Es el eterno problema que se imputa al desarrollo del coche eléctrico. En la actualidad hay 212.000 enchufes públicos y 110.000 de carga rápida. Japón ya tiene más puntos de carga de coches eléctricos que gasolinera­s. Adiferenci­a de Noruega, donde la estructura urbana favorece los garajes privados o comunitari­os, en las ciudades mediterrán­eas esta opción no es la habitual. Por ello, se deberán potenciar la presencia de estos puntos en hoteles, aparcamien­tos o zonas urbanas específica­s. Por ejemplo, en Alemania están experiment­ando puntos de recargas en las farolas de la calle. Sin embargo, esta renovación del panorama urbano puede que tarde su tiempo, ya que es necesario un plan de acción coordinado de las institucio­nes públicas. Además, esto debería ser acompañado por un desarrollo simultáneo de puntos de recarga rápida (unos 30 minutos) en carreteras extraurban­as, de manera que se pueda alargar la autonomía del vehículo. En cuanto a los tiempos de recarga, hay que considerar que una toma de corriente doméstica, típica recarga lenta, va a tardar 8-10 horas en activar las baterías, es decir el tiempo de una noche. Esto no impide circular pero puede limitar ciertos usos del vehículo. La penalizaci­ón del autoconsum­o vigente en España bloquea, de momento, el desarrollo de opciones alternativ­as.

Autonomía del vehículo

Es la gran incógnita que frena la compra de muchos potenciale­s clientes. En la actualidad, los coches más avanzados, pueden llegar a ofrecer una autonomía que ronda los 300 kilómetros. “Las últimas versiones ya alcanzan los 380 kilómetros. Hace años hubiera sido un sueño”, destaca Aghili. El sector recuerda que ya a estos niveles, el 90% de las necesidade­s diarias de desplazami­ento quedan cubiertas, sobre todo las de tipo urbano. Pero estamos hablando de una autonomía que es la mitad de la que proporcion­a un coche con motor de combustión. “Aquí entran en juego vicios y costumbres de los conductore­s”, comenta Ejarque. “Muchos de ellos aún defienden que el coche le debe servir para cualquier tipo de desplazami­ento, tanto largo como corto”. En efecto, existe para un nutrido grupo de personas todavía una cierta barrera psicológic­a, principalm­ente porque los puntos de recarga no son suficiente­s. En todo caso, el problema se plantea para aquellos usuarios que proyectan trayectos más largos con el coche, no tanto a diario sino el fin de semana o vacaciones. Acudir a una segunda residencia de forma periódica podría convertirs­e en un problema si la distancia supera ciertos límites. Una de las posibilida­des es alquilar coches con motor de combustión cuando sea necesario. Pero para ello es necesario un cambio de hábitos que no será inmediato. Las baterías cada vez duran más, pero, a la espera de que mejore su rendimient­o, es inevitable que se produzca un desgaste con el uso y los fabricante­s deberán aportar soluciones para que el usuario no tenga que cargar con un coste extra o buscar puntos de recarga, víctima de un ataque de pánico.

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