Un camino lleno de baches
El mercado eléctrico crece sin pausa, pero el camino es todavía accidentado. Autonomía limitada, precios elevados, márgenes bajos para la industria, capacidad de la red eléctrica, limitaciones urbanas, escasas ayudas... son algunos de los obstáculos que l
Precio de venta
La realidad es que el precio del vehículo eléctrico sigue siendo en comparación más elevado que el de combustión (los más baratos rondan los 30.000 euros, cuando en Europa los coches más vendidos pertenecen a la franja 15.000-30.000). Todo dependerá de la evolución del coste de las baterías, que apunta a la baja (un 77% menos entre 2000 y 2016). Un estudio de la consultora McKinsey sobre la rentabilidad de los coches eléctricos en función del precio del kWhde las baterías concluye que estos no igualarán a los de combustión hasta 2025-2030, es decir dentro de una década o más. La fecha dependerá también de los incentivos fiscales de cada país. En España se acaban de aprobar sólo ahora, con lo que gran parte del año ha quedado descubierta sin ayudas. “El coche puede ser todo lo bonito y ecológico que tú quieras, pero sin apoyos el precio tira para atrás al comprador”, reconoce Salvador Ejarque presidente de la Asociación de Usuarios del Vehículo Eléctrico (AUVE). “El desarrollo industrial no puede parar. Pero no hay voluntad política. El plan del gobierno es pura propaganda. Un chiste. Está dando marcha atrás”, acusa Angel Aghili, presidente de la Asociación Española para la Promoción de la Movilidad Eléctrica. En Dinamarca o Noruega financian entre el 4050% del precio de compra. En España el 3%.
Margen de los fabricantes
Las ganancias de los fabricantes sobre la venta de un coche con motor de combustión dependen de cada marca: desde el 15-18% para Porsche o Ferrari, hasta un 58% para un vehículo de gama media. En lo que se refiere al eléctrico, Tesla es la excepción: ronda el 25% gracias a que ellos producen sus propias baterías. Pero queda por ver si para el resto de empresas de la automoción este tipo de coche es realmente un negocio. Es un tema de economías de escala: el coche eléctrico presenta una mecánica más sencilla, pero es necesario poner en marcha líneas de producción específicas y se precisa una masa crítica de vehículos para justificar la inversión, que de momento no hay, ya que la cuota de mercado es mínima. Hace un año, Fiat dijo que perdía dinero por cada unidad vendida. Ford acaba de decir que sólo entrará en este mercado cuando la rentabilidad quede asegurada.
Capacidad de la red eléctrica
Si cada vez que hay picos de frío o de calor la red eléctrica de las ciudades se colapsa, ¿será capaz de aguantar la recarga simultánea de miles de coches? De acuerdo con Bloomberg Finance, para el año 2040, los coches eléctricos demandarán 1.900 teravatioshora, lo que equivale al 10% de la electricidad producida en el mundo el año pasado. Si se quiere optimizar el ahorro para el conductor y limitar los picos de consumo, sería idóneo concentrar la recarga en los momentos de menor solicitación del ciclo del consumo. Es decir, por la noche y no por la tarde al volver del trabajo. Según un estudio del CSIC, “en España una recarga no controlada en horas pico supondría elevar los costes de los refuerzos en la red de baja tensión en un 13% del coste de la propia red”. Algo asumible, pero que habrá que tener en cuenta .
Puntos de recarga
Es el eterno problema que se imputa al desarrollo del coche eléctrico. En la actualidad hay 212.000 enchufes públicos y 110.000 de carga rápida. Japón ya tiene más puntos de carga de coches eléctricos que gasolineras. Adiferencia de Noruega, donde la estructura urbana favorece los garajes privados o comunitarios, en las ciudades mediterráneas esta opción no es la habitual. Por ello, se deberán potenciar la presencia de estos puntos en hoteles, aparcamientos o zonas urbanas específicas. Por ejemplo, en Alemania están experimentando puntos de recargas en las farolas de la calle. Sin embargo, esta renovación del panorama urbano puede que tarde su tiempo, ya que es necesario un plan de acción coordinado de las instituciones públicas. Además, esto debería ser acompañado por un desarrollo simultáneo de puntos de recarga rápida (unos 30 minutos) en carreteras extraurbanas, de manera que se pueda alargar la autonomía del vehículo. En cuanto a los tiempos de recarga, hay que considerar que una toma de corriente doméstica, típica recarga lenta, va a tardar 8-10 horas en activar las baterías, es decir el tiempo de una noche. Esto no impide circular pero puede limitar ciertos usos del vehículo. La penalización del autoconsumo vigente en España bloquea, de momento, el desarrollo de opciones alternativas.
Autonomía del vehículo
Es la gran incógnita que frena la compra de muchos potenciales clientes. En la actualidad, los coches más avanzados, pueden llegar a ofrecer una autonomía que ronda los 300 kilómetros. “Las últimas versiones ya alcanzan los 380 kilómetros. Hace años hubiera sido un sueño”, destaca Aghili. El sector recuerda que ya a estos niveles, el 90% de las necesidades diarias de desplazamiento quedan cubiertas, sobre todo las de tipo urbano. Pero estamos hablando de una autonomía que es la mitad de la que proporciona un coche con motor de combustión. “Aquí entran en juego vicios y costumbres de los conductores”, comenta Ejarque. “Muchos de ellos aún defienden que el coche le debe servir para cualquier tipo de desplazamiento, tanto largo como corto”. En efecto, existe para un nutrido grupo de personas todavía una cierta barrera psicológica, principalmente porque los puntos de recarga no son suficientes. En todo caso, el problema se plantea para aquellos usuarios que proyectan trayectos más largos con el coche, no tanto a diario sino el fin de semana o vacaciones. Acudir a una segunda residencia de forma periódica podría convertirse en un problema si la distancia supera ciertos límites. Una de las posibilidades es alquilar coches con motor de combustión cuando sea necesario. Pero para ello es necesario un cambio de hábitos que no será inmediato. Las baterías cada vez duran más, pero, a la espera de que mejore su rendimiento, es inevitable que se produzca un desgaste con el uso y los fabricantes deberán aportar soluciones para que el usuario no tenga que cargar con un coste extra o buscar puntos de recarga, víctima de un ataque de pánico.