La Vanguardia - Dinero

Invertir en los fundamenta­les

- Robert Tornabell

¿Por qué un piso amplio del paseo de Gràcia vale 40 veces el alquiler de un año? Primero, porque alguien está dispuesto a pagarlo. Pero por encima de todo porque todos los activos ganaron valor cuando los bancos centrales bajaron los tipos de interés. Los que tomaron hipotecas a tipo variable tuvieron cuotas mensuales cada vez más bajas. Y las acciones e incluso la deuda soberana subieron tanto que los que compraron la mejor deuda –bonos a 10 años de Alemania– en vez de cobrar intereses los tuvieron que pagar.

Argentina, que sufrió en el año 2001 la peor quiebra que se recuerda, pagó deuda, quitas y la inflación, porque esta lo paga todo (pero a costa de los jubilados y de los que no tenían salarios variables). Y ahora Argentina emite deuda soberana a 100 años, pero al 7,9% anual; algunos creen que si tiene otras crisis, queda margen para recuperar el capital y ganar algo. ¿Han perdido el sentido de la realidad los inversores? Desde 2008, Estados Unidos inundó el mundo de dólares, que podían comprarse a un cuartillo. Y luego el BCE hizo lo mismo cuando vio que Japón no quería ser el último en vender gangas.

Durante años, los bancos centrales marcaron el ritmo y las bolsas bailaron al que más convenía a los que imprimen billetes. Los activos, ya fueran edificios, acciones o deuda soberana estuvieron fuertement­e correlacio­nados, es decir, variaron de forma conjunta. Si las acciones subían, los edificios del paseo de Gràcia aumentaban de valor y también más tarde los del resto de Barcelona.

Lo malo de los sueños es que no son para todos, duran poco y a menudo pueden ser pesadillas. En la bolsa todos descubrier­on que mientras unas acciones subían otras perdían valor y las compañías de seguros que buscaban deuda soberana en vez de cobrar intereses los tenían que pagar. El banco central de Estados Unidos nos abrió los ojos y nos dijo que todo lo que vale cuesta. En el cuarto trimestre de 2016 y el primero de 2017 los bancos americanos ganaron más que nunca, porque las hipotecas las vendieron por encima del 5% anual. De repente, todos los activos dejaron de estar correlacio­nados, es decir, ya no variaron de manera conjunta.

Estamos ante un nuevo mercado y las oportunida­des sólo se encuentran buscando valor. Digamos adiós a la comodidad de invertir por clases de activos similares, porque ahora lo que vale es lo singular y distinto. Entramos en la era de la divergenci­a de los precios y sólo vale lo que se justifique por los fundamenta­les, y por eso las acciones pueden revaloriza­rse aunque baje el precio de la deuda pública. Difícil oficio el de gestionar carteras de inversión, pero los fondos de inversión colectiva no dejan de aumentar.

Nuevo mercado Digamos adiós a la comodidad de invertir por clases de activos similares, porque ahora lo que vale es lo singular

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