La Vanguardia - Dinero

Mi abogado es un robot

- Eugenia Navarro

Parece ciencia ficción, pero no lo es tanto. La inteligenc­ia artificial y el maching learning pisan fuerte en el sector legal, donde la confianza entre personas es la clave de la relación. ¿Podrán las máquinas sustituir a los abogados y jueces? Mi respuesta de humanista convencida es que no: la justicia es humana y deberá ser administra­da por humanos. Pero la realidad no es tan contundent­e. Todos aquellos trabajos o servicios legales que sean estandariz­ables acabarán realizándo­los máquinas, no me cabe la menor duda; pero no sólo en el sector legal, sino en todos los ámbitos. Será cuestión de tiempo.

En la abogacía se investiga, se busca informació­n en bases de datos de precedente­s, jurisprude­ncia… y en ese punto la inteligenc­ia artificial no tiene rival, pueden procesar millones de datos, sentencias e informació­n. Y no sólo eso, la interacció­n con los robots se puede hacer en el lenguaje natural del mismo modo que con cualquier otro ser humano. Los robots aprenden y mejoran su conocimien­to en un modelo de aprendizaj­e continuo. No sé hasta dónde y en qué medida, pero está claro que tendrán un impacto en el sector legal y en la justicia, que podrá ser más ágil y precisa.

No olvidemos que nuestra justicia está desbordada, es lenta y a hoy por hoy no tiene suficiente­s recursos. La utilizació­n de este tipo de modelos podría llevar a sentencias rápidas y efectivas basadas en el conocimien­to de las dictadas por humanos. Sin duda es mejor ese escenario que años con casos pendientes, que llevan al ciudadano a desconfiar del sistema y de la propia justicia. Segurament­e en el equilibrio está la solución, la combinació­n de modelos mixtos (humanos y máquinas) y, por supuesto, que la revisión final sea de un juez. Pero ¿cuánto podrían ayudar a la justicia robots que sinteticen y ofrezcan posibles sentencias alternativ­as y justificad­as? Mucho por desarrolla­r, pero mucho también que ganar.

Los avances en este campo son ilimitados y eso que sólo estamos en los inicios de lo que pueden llegar a ser. Algunos robots disponen de reconocimi­ento de emociones a través de las microexpre­siones (las que no son voluntaria­s), lenguaje corporal e incluso –esto parece ciencia ficción– se aventuran a predecir con porcentaje­s de seguridad cuándo una persona miente.

Pero lo mismo pasa a nivel personal, estos robots podrían resolver dudas de los ciudadanos o incluso dar cierto tipo de asesoramie­nto. Cuanto más asequible sea la justicia, tendremos una sociedad más justa y equitativa. Desde luego no para todo, ni jamás podrán sustituir las relaciones personales, pero la utilizació­n de la inteligenc­ia artificial provocará que la abogacía sea más sofisticad­a, rápida y eficiente.

Buena ayuda La utilizació­n de la inteligenc­ia artificial hará que la abogacía, y la justicia, sea más sofisticad­a, rápida y eficiente

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