La Vanguardia - Dinero

¿Los nuevos dinosaurio­s?

En EE.UU. bajan las visitas a los centros comerciale­s y 200 incluso han cerrado, por el auge del comercio electrónic­o. En España siguen creciendo. Pero ¿hasta cuándo?

- Barcelona Rosa Salvador

En EE.UU. los centros redujeron un 12,3% el número de visitantes y un 9,8% las ventas las pasadas Navidades La superficie de ventas es diez veces superior en Norteaméri­ca que en Barcelona: 2.200m2 frente a sólo 203 m2

Los centros comerciale­s contienen el aliento: internet, y el modesto gesto de consultar nuestro smartphone desde el sofá de casa, amenazanal­os gigantes quehansido­elcorazón del consumo de masas. En Estados Unidos, el país que está a la vanguardia en los cambios sociales, las visitas a centros comerciale­s bajaron un 12,3% en las pasadas Navidades y las ventas un 9,8%, más que en los años más duros de la crisis financiera. En España, aunque todas las métricas siguen creciendo, los centrosest­ánestudian­dolasfórmu­las para convivir con el e- commerce.

“Hace tiempo que se dice que el comercio electrónic­o va a acabar con los locales y con los centros comerciale­s, pero la realidad no lo demuestra en absoluto, y vemos, en cambio, a Mediamarkt abriendo en la calle Fontanella, junto a la plaza Catalunya, o a Kiabi en el paseo de Gràcia”, señala Oriol Barrachina, consejero delegado para España de la consultora Cushman & Wakefield. Los grandes inversores, recuerda Barrachina, no han dado la espalda a las tiendas físicas, sino todo lo contrario: los locales de las calles más comerciale­s son los inmuebles más buscados por los inversores más conservado­res, como los family offices, por los que aceptan rentabilid­ades de en torno al 3%. Y los grandes centros comerciale­s se venden a precios récord: el Deutsche Bank pagó hace unos meses 495 millones de euros por el de Diagonal Mar.

“No se puede comparar España, ni siquiera Europa, con Estados Unidos: allí hay muchísimos más centros, de estilos muy diferentes y a unas distancias de los compradore­s que aquí son impensable­s”, señala Cristina Pérez de Zabalza, directora del departamen­to de Comercio de Cushman & Wakefield. Según datos de la consultora, en Estados Unidos hay casi diez veces más superficie de ventas en centros comerciale­s que en Barcelona, por ejemplo. Así, la superficie bruta alquilable (SBA) es allí de 2.200 m2 porcada1.000persona­s, frente alos 242 m2 que es la media española y los 203 m2 de Catalunya.

En Estados Unidos el comercio electrónic­o también tiene más peso: supone el 8,4% de las ventas frente al 7% en España. Yla pérdida deventasfí­sicas, junto conelexces­o de centros comerciale­s ha provocadoe­l cierre de200deell­os enla última década. Peor aún, los expertos de la consultora prevén que cierren otros 300 en la próxima década, la mayoría de ellos antes de 2021.

El comercio electrónic­o tiene ventajas no sólo para los consumidor­es, sino también para los operadores, que cierran sus tiendas físicas de los centros que les aportan menos ventas y con ello aceleran su decadencia. Así, según un estudio de la firma Shipearly.com, las tiendasonl­ine tienen menoscoste­soperativo­s (laborales y de almacén) para ofrecer surtidos más amplios, y pueden optimizar su carga fiscal, instalando la sede operativa en países de bajos impuestos, como han hecho con éxito los gigantes de internet comoApple, Microsoft, Google o Amazon, todos con su sede europea en Irlanda. Su gran handicap, sin embargo, son los costes de envío, quehancrec­idoun82% enlaúltima década. Según Shipearly.com, el coste mínimo de envío es en EE.UU. de 5,9 euros, y la tendencia de las empresas es a asumirlo, como ha hecho Amazon con su fórmu-

Reconverti­r las tiendas en puntos de recogida y de devolucion­es rebaja costes logísticos para el ‘e-commerce’

la Prime. Este coste se dispara además para la gestión de las devolucion­es, para las que las empresas ofrecen también facilidade­s crecientes.

“Los centros evoluciona­n para convivir con el comercio electrónic­o”, asegura Pérez, y precisamen­te un aspecto clave es su uso como punto de recogida y de gestión de las devolucion­es. “Las marcas nos piden más espacio de almacén, donde tenerlos pedido sala espera de ser recogidos. Ytambién cambiar la configurac­ión de las tiendas, porque muchos de los que van a recoger o a devolver compran otras cosas en la tienda física”. Este aspecto es clave, porque uno de los mayores inconvenie­ntes del e-commerce para las marcas es la reducción de la comprade impulso: unconsumid­or que gasta de media 100 euros en una tienda física se queda entre 80 y 90 en sus compras por internet. En Estados Unidos, pionero de nuevo, los centros están asumiendo transforma­ciones más profundas, adaptando sus zonas de aparcamien­to, para convertirl­as en zonas de recogida, y abriendo“puertas traseras” y muelles de carga para furgonetas. En España el comercio electrónic­o puede ser incluso una oportunida­d para algunos formatos, como las galerías comerciale­s construida­s alrededor de hipermerca­dos que en los últimos años han reducido superficie. “Son una ubicación ideal para transforma­rse en puntos de recogida de la compra online”, señala Cristina Pérez.

“Ningún comercio puede permitirse ahora no tener las dos patas, buenas tiendas físicas y ventas online”, señala Javier Hortelano de la Lastra, presidente de la Asociación Española de Centros Comerciale­s. “El comercio actual es multicanal y las tiendas físicas son el espacio ideal de interacció­n entre el cliente y la marca: son su escaparate, le permiten conocer más a su cliente, enviarle una comunicaci­ón dirigida y crearle una experienci­a de compra”, señala.

La decadencia de los centros comerciale­s no sólo es una mala noticia para sus propietari­os: es una de las causas del estancamie­nto del empleo en Estados Unidos, donde las plantillas se reducen a un ritmo de unos 9.000 personas anuales. Y el auge del comercio electrónic­o, como poco, frenará la creación de empleo: se estima que una gran superficie con una tienda física necesita 3,5 empleados para lograr 1 millón de euros de ventas, mientras que una tienda online sólo necesita 0,9 empleados para obtener la misma facturació­n.

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SPENCER PLATT / GETTY
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