Fundació Macba
En Barcelona es habitual la queja de que falta un tejido de coleccionismo comprometido con la contemporaneidad que, a la vez que patrimonialice el arte actual, potencie la tarea de los profesionales del mundo del arte.
Pero tenemos algunas colecciones muy singulares que son auténticos referentes internacionales: una de ellas, la de la Fundació Macba, que estos días celebra su 30.º aniversario. En 1987 un grupo de 33 empresarios liderados por el alcalde Maragall y Leopoldo Rodés ingenió una operación de mecenazgo cultural que modificaría el barrio del Raval con la inauguración en 1995 del icónico edificio de Richard Meyer, que dotó a la ciudad de museo de arte contemporáneo, y establecería un modelo visionario de partenariado público-privado basado en la participación de la sociedad civil en los órganos de gobierno de la institución y el compromiso de dotarlo de una colección que el museo podría disponer y custodiaría en depósito.
Su colección, hoy presidida por Ainhoa Grandes, contiene más de 5.000 obras de primer nivel y se puede ver periódicamente en el museo. Es una herramienta que permite interpretar la realidad y que fomenta el desarrollo de nuestro pensamiento crítico. Estructurada con la plena complicidad de su director y un comité asesor, articula un discurso propio fruto de la investigación y no, como pasa a menudo, de las modas y el mercado, que hace que todas las colecciones se parezcan y prevalezcan los intereses inversionistas.
Aparte de la colección, reconocida internacionalmente, la fundación desarrolla una ingente tarea de educación social que ayuda al museo en su misión. Yademás, fruto de su trabajo, ha motivado en su entorno un activo coleccionismo que difícilmente habría florecido en nuestra casa y palía, en parte, esa falta de tejido coleccionista.