CRÍTICA DE ARTE UN CASO EXCEPCIONAL
Juan Bufill
Cuando observo los prestigios y los ninguneos que se producen en las diversas artes llego a la conclusión de que buena parte del mejor arte y de la mejor literatura contemporáneos siguen siendo un tesoro por descubrir. En Catalunya y en España, el problema es grave en las artes plásticas y peor en la poesía, en cuyo canon sobran obras ramplonas y faltan autores excelentes. Lo que está fallando no es tanto la creación como la recepción y la valoración de las obras. La cantidad excesiva de información indiscriminada, agravada por internet, así como las presiones del mercado y el sectarismo, son agentes de distorsión. Por ello, la crítica nunca ha sido tan necesaria como ahora.
En este contexto, los premios podrían ser útiles, pero sólo se arriesgan y aciertan los jurados que reúnen conocimiento, independencia y diversidad. Así, eran los del Saló del Còmic de Barcelona cuando lo dirigía Joan Navarro. Cada año eran reconocidos y premiados autores y obras perdurables. Entre 1989 y 1991: Fuegos, de Mattotti, Maus, de Spiegelman (autor cuya obra exponemos), y Calvin y Hobbes, de Watterson. (Continuará)