La compleja transición de Cisco
Viendo amenazado su primer negocio, la californiana opta por una gradual transformación del modelo de negocio
Cuando, hace ahora 26 meses, Charles Chuck Robbins asumió el puesto de consejero delegado de Cisco Systems, en reemplazo del legendario John Chambers, estaba llamado a ejecutar una estrategia de gran calado. El problema al que se enfrentaba la compañía no era diferente del que padecen otras grandes empresas tecnológicas con solera. Cisco es una precursora de internet, porque el tráfico que pasa por las redes no sería posible sin sus equipos de switching y routing. Esta posición dominante no le confiere inmunidad ante los cambios que la rodean. Toca a Robbins llevar el timón de una transformación cuya meta puede resumirse en que una proporción creciente de los ingresos de Cisco sea recurrente: pasar de un modelo en el que el cliente compra y paga de una vez, a otro caracterizado por fórmulas de suscripción y pagos periódicos.
Los resultados publicados días atrás ilustran la delicadeza de la transición. Cisco lleva siete trimestres sin crecer o decreciendo. Los ingresos del añofiscal 2017 (48.000 millones de dólares) han descendido un2% y sus previsiones apuntan que en los próximos tres a cinco años van a crecer a unamediaanual del 1 al 3%. Lamejorseñaldelanuncio predice que los ingresos recurrentes crecerían un 10% anual hasta el 2020, elevando gradualmente su proporción sobre el total.
La primera reacción de la bolsa ha sido negativa, pero los analistas – y tras ellos los inversores - parecen entender las razones de Rollins. Las bajadas de los dos últimos años se deben, fundamentalmente, al descenso en la facturación a operadores de telecomunicaciones, sector cuyas inversiones pasan por una mala racha. En consecuencia, las ventas de hardware –a las que Cisco debe más del 40% de sus ingresos– han sufrido caídas de hasta el 5% interanual. Sin este factor, argumenta el analista Pierre Ferragu, el resultado global habría sido positivo. En cuanto a las redes de empresa, su colega Toni Sacconaghi asegura que“Cisco es unadelaspocas compañías de T.I. que tienen asegurado uncapítulo enlos planes plurianuales de inversión de sus clientes”. Tanto si optan por la nube como si refuerzan sus propios centros de datos, necesitarán modernizar sus redes, ahí estará Cisco.
Aun así, ésta necesita diversificarse hacia el software y los servicios. La estrategia se materializa en una sostenida política de adquisiciones: desde que está en el cargo, Robbinshafirmadolacomprade18 empresas. No falta quien opina que debería intentar unadeenvergadura, para engrosar su facturación, pero esa no es la intención. Las tres o cuatro compras más relevantes del bienio han sido las de Jasper (internet de las cosas, 1.400 millones), AppDynamics (optimización cloud, 3.700 millones), Viptela (software para el cloud), Vitelia (virtualización, 610 millones) y, la semana pasada, Springpath (hiperconvergencia 320 millones). Con tantas incorporaciones, no se pretende crecer entamañosinoensanchar los campos que pueden acelerar la captación denuevosingresos.
El eje de la estrategia parte de la necesidad de contrarrestar el inexorable declive de rentabilidad del negocio que ha dado vida a Cisco desde 1986, el hardware para las redes. La idea matriz es relanzar la compañía como un proveedor de servicios relacionados con las redes del futuro; por tanto, no sacrifica su identidad primordial.
Recientemente, Cisco ha presentado unanuevaofertade ´hardware definido por software´ basada en lo que denomina “red intuitiva”. Gira básicamente en torno a unos algoritmos que facilitan la configuración automática de las redes. Dicho lo más llanamente posible: en lugar de emplear una sintaxis de líneas de comando para configurar manualmente la red, se “enseña” a ésta a reconocer las intenciones de su administrador yajustarse aellas según las circunstancias.
Incluye una renovada familia de switches, peroel rasgo másllamativo es que no necesariamente requiere comprar nuevo hardware ni tampoco obliga a que sea de Cisco. Muchas de sus funciones pueden contratarse por suscripción de 3, 5 o 7 años de duración y el software –un sistema operativo llamado Lindt– puede aplicarse al hardware de la competencia o de marcas blancas (es decir, chinas) que han ganado terreno en el mercado.
Cisco reconoce esta tendencia de la demanda, que migra hacia un hardware genérico basado en software abierto. Con el nuevo esquema, su negocio principal podría verse afectado de dos maneras: por un lado, el riesgo de llevar a los clientes menos fieles a abrazar algún competidor; por otro, crearía las condiciones para un flujo de ingresos recurrentes. Consciente de la apuesta, Robbins la sintetiza con una hipérbole: “estamos redefiniendo las redes delos próximos 30 años”.