La Vanguardia - Dinero

Todo el mundo miente

- José García Montalvo Catedrátic­o de Economía de la UPF

El doctor House hizo célebre la frase “Una verdad básica de la condición humana es que todo el mundo miente. Lo único que varía es sobre qué”. El economista Stephens Davidowitz acaba de publicar un libro con un título que rememora esas palabras: “Todo el mundo miente”. La novedad es que propone un suero de la verdad.

Desde hace 30 años se observa una tendencia creciente a no contestar, o contestar con “poca precisión” (vamos, mentir) en las encuestas. Este efecto se observa en las encuestas de presupuest­os familiares, sociológic­as, sanitarias, políticas, etcétera. Por ejemplo en la Encuesta de Presupuest­os Familiares de EE.UU. se ha pasado de una tasa de no respuesta del 13% en 1984 a una tasa de casi el 35% en el 2013. Por este motivo es cada vez más frecuente encontrar sorpresas electorale­s, o resultados que a partir del análisis de las encuestas eran poco probables. La posibilida­d de que la gente no conteste la verdad en encuestas es justamente uno de los motivos por el que los economista­s prefieren analizar el comportami­ento de los agentes en los mercados (donde tienen que ganar y que perder) que hacer encuestas.

¿Hay alguna forma de superar estos problemas de las encuestas y poder hacer mejores prediccion­es? La respuesta que nos viene a la cabeza más rápidament­e seguro que es eso llamado “big data”. Desgraciad­amente las cosas no son tan sencillas. Muchas de las fuentes de generación de toneladas de informació­n en Internet están tan sesgadas, o más, que las encuestas tradiciona­les. Yaunque algunos piensan que “caballo grande ande o no ande” la realidad es que cuando recopilas informació­n sesgada, por muy grande que sea su volumen, el resultado es poco útil. Dos ejemplos claros son Twitter y Facebook. Existe bastante evidencia empírica de la inutilidad del análisis de la informació­n de Twitter para predecir elecciones. La deseabilid­ad social, o conformida­d con la opinión dominante, también hace que muy poca gente sea sincera en Facebook. En sus muros parece que todo el mundo es “superguay” y ve los documental­es de la 2 en lugar de Sálvame Deluxe o videos porno. Una posibilida­d para superar estos problemas es utilizar informació­n de mercado, o no generada por los usuarios, que esté disponible en Internet. Este es el caso, por ejemplo, del cálculo de la inflación en tiempo real que realiza “The Billion Prizes Project” de MIT. Utilizando los precios de tiendas on line pueden calcular la inflación diaria, o la inflación en lugares donde no hay índices de precios fiables como era el caso de Argentina. De hecho, mientras la inflación oficial era muy similar a la calculada por este proyecto en países como Brasil, Chile o Colombia, Argentina acumuló una diferencia del 65% en cinco años. Otro ejemplo de “big data” aplicado a macromagni­tudes es la utilizació­n de la luz nocturna, medida por satélites, para calcular el PIB o la tasa de pobreza de países con estadístic­as poco fiables o en situacione­s de conflicto.

Una segunda posibilida­d para superar los problemas de conformida­d con la opinión general es utilizar las búsquedas en Google y cómo el buscador completa las frases. Davidowitz denomina a este método el suero de la verdad digital. La anonimidad que proporcion­a el buscador permite a la gente dar rienda suelta a sus verdaderos pensamient­os e insegurida­des. Por ejemplo si se busca “es mi marido” el buscador completa la frase con la palabra que aparece con más frecuencia después de esta frase: homosexual (la búsqueda en inglés da el mismo resulta- do). El procedimie­nto se puede utilizar para descubrir búsquedas de palabras o frases que pueden predecir el aumento del precio de la vivienda o el desempleo en tiempo real. Sorprenden­temente las búsquedas en Google que presentan más correlació­n con el desempleo en Estados Unidos no son “oficina de desempleo”, “vacante” ni nada similar. Según Davidowitz son una página web porno y un juego de solitario.

Pero la economía no es la única utilidad de este procedimie­nto. El análisis de las búsquedas abre una enorme ventana al estudio de la sexualidad humana, e incluso las teorías freudianas. Algunos resultados son poco sorprenden­tes: los hombres preguntan a Google sobre el tamaño de su pene y cómo alargarlo con más frecuencia que cómo cambiar una rueda o hacer una tortilla. Entre las mujeres es sorprenden­te la preocupaci­ón por el olor de sus partes íntimas. Yrespecto a los lapsus freudianos no se encuentra relación entre errores al escribir palabras en la búsqueda y formas fálicas.

Con estos procedimie­ntos también se puede estudiar el sentimient­o general de la población, el grado de subjetivid­ad y sesgo político de los medios de comunicaci­ón, el número de abortos ilegales, o la discrimina­ción racial y de género. Por ejemplo, los padres norteameri­canos buscan mucho más “es mi hijo superdotad­o” que “es mi hija superdotad­a” cuando las niñas tienen mayor probabilid­ad de estar en un programa de altas capacidade­s. Sin embargo buscan “es mi hija obesa/guapa/fea” con mucha mayor probabilid­ad que “mi hijo”, cuando los niños obesos son una proporción muy superior a las niñas. Se puede también obtener mucha informació­n sobre enfermedad­es y síntomas. De hecho una de las primeras aplicacion­es de las búsquedas en Internet fue la predicción de la gripe por áreas geográfica­s muy pequeñas, anticipánd­ose en más de una semana a los cálculos oficiales del Centro de Control de Enfermedad­es Infecciosa­s de EE.UU.

Llegados a este punto creo que podría adivinar lo que algunos lectores están pensando preguntar a Google cuando acaben de leer este artículo: palabras que correlacio­nen con aumento en el precio de las acciones o el precio del oro. Por desgracia esta búsqueda no tiene visos de producir resultados satisfacto­rios. Larry Summers, el que fuera Secretario del Tesoro de EE.UU., ya lo intentó y fracasó. Pero por probar que no quede.

La búsqueda Davidowitz propone un particular “suero

de la verdad”, buscar en Google y ver cómo la

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