Conductor de autopista
Menuda envidia despiertan entre los aficionados españoles a la velocidad los tramos exentos de limitación que existen en las autopistas alemanas. Precisamente, este hecho que podría ser catalogado como anecdótico, se postula como un factor fundamental en la industria de la automoción. Yes que cuando se tiene la ocasión de conversar con cualquiera de los ingenieros que trabajan en el desarrollo de los elementos dinámicos que forman parte de los prestigiosos coches de origen germano, no tienen ningún reparo en reconocer que tienen que responder a unas exigencias fuera de lo común, puesto que sus clientes suelen exprimirlos al máximo en múltiples ocasiones.
Pero independientemente de la respuesta al volante que ofrecen los automóviles, un elemento condicionado sin duda por la idiosincrasia de su origen, existen otros elementos mucho más importantes que deberían tenerse en cuenta cuando se habla de los límites de velocidad más adecuados para un país determinado. En Alemania, además de contar con un poderoso parque de coches que destacan por su juventud, y por tanto, equipados con los últimos avances en materia de seguridad, se dispone también de un extraordinario bagaje para circular por autopista a velocidades de vértigo. Conducir por encima de los 200 km/h entraña un alto riesgo, y por tanto, conviene hacer las cosas con mucho tiento.
Para reducir el peligro, los conductores alemanes aprenden de su entorno un interesante catálogo de hábitos al volante que permite incrementar la seguridad de sus autopistas. Los vehículos que no están realizando una maniobra de adelantamiento circulan siempre por el carril de la derecha, dejando libres los demás para facilitar el paso de quien circula más rápido. Atento a los retrovisores, el conductor sabe en todo momento lo que le viene por detrás, además de usar los intermitentes con anticipación. Ycuando se aproxima a un acceso, cambia de carril para dejar el paso libre por si entra algún coche. Mientras no nos metamos esta manera de conducir en la cabeza, merecemos un límite de 120 km/h.