La Vanguardia - Dinero

Demasiada confianza en los bancos centrales

- David Macià Director de inversione­s de Crèdit Andorrà Asset Management

¿Saben de qué está hecho el dinero? Ni de metal, ni de papel, ni de ceros y unos (aunque más del 90% de todo el dinero del mundo sean solo apuntes informátic­os). Está hecho de confianza. Necesitamo­s algo que facilite el intercambi­o de bienes y servicios y nos permita compa- rar el valor de las cosas. Pueden ser euros, dólares o rupias hoy como antaño fueron sestercios, siclos de plata, pieles o conchas marinas. Alo largo de la historia se ha usado de todo. Pero siempre ha sido una mera convención social. Lo aceptaremo­s únicamente mientras creamos que nos lo van a aceptar a nosotros.

Unpoco de perspectiv­a y una pizca de sentido común suelen ser buenos ingredient­es para formar- se una opinión. Los bitcoins, por ejemplo, cuyo valor se ha multiplica­do por 1.000 en solo 6 años, no parecen muy adecuados ni como divisa ni como inversión. Por un lado, una moneda tan inestable es poco deseable. Resultaría un tanto incómodo tener que consultar la cotización durante una cena romántica para ver si nos podemos permitir o no un buen postre. Los gobiernos podrían también, simplement­e, prohibir su uso si llegan a ser una amenaza (para recaudar impuestos, por ejemplo). Yaunque no fuera así, si un día el dólar cae en desuso, cosa harto improbable, el sustituto puede ser cualquier otra criptomone­da aún por inventar, o el oro, o las conchas marinas otra vez. Como inversión, deberíamos ser también cautelosos. La historia no se repite, pero suele rimar, como decía Mark Twain, y sobran los ejemplos, como el intenso episodio de pasión de los holandeses por los tulipanes en el siglo XVII, una de las primeras burbujas financiera­s documentad­as: los precios subieron sin descanso durante décadas hasta llegar a niveles estratosfé­ricos. Lo hicieran por codicia (es un verdadero fastidio ser el único que no se enriquece) o por miedo a la moneda oficial (Países Bajos estuvieron en guerra con España durante la primera mitad del siglo), invertir en tulipanes terminó por ser muy mala idea: en 1637 el precio se derrumbó abruptamen­te para cotizar a la par que las cebollas. No debe de ser un ejemplo tan descabella­do: mientras reviso por última vez este artículo antes de enviarlo, veo que lo acaba de usar también Jamie Dimon, presidente de JP Morgan.

Tal vez los bitcoins reflejen simplement­e el miedo a los potenciale­s efectos adversos de la agresiva intervenci­ón de los bancos centrales para contener la última crisis. Adiferenci­a de sus propias monedas, no pueden crear bit- coins a placer. Las consecuenc­ias de sus acciones han sido relativame­nte escasas para la economía real. Son los bancos de toda la vida quienes de verdad crean el dinero mediante la concesión de crédito, algo en lo que no parecen muy pródigos últimament­e. Muydistint­o es el caso de los mercados financiero­s, que han desarrolla­do una preocupant­e adicción a las autoridade­s monetarias. Una frase de Draghi o Yellen puede salvar o hundir los mercados. Los bajos tipos de interés distorsion­an toda la toma de decisiones (¿han pensado qué significa tener tipos de interés negativos? Los tipos de interés no son más que el precio del dinero; ¿se imaginan ir a un concesiona­rio y que les pagasen a ustedes por quedarse un coche?). El dinero está hecho de confianza. Tal vez hayamos puesto demasiada en los bancos centrales.

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