Consejos para sobrevivir (con éxito) a un jefe tóxico
Nose gana nada haciendo que nuestro superior quede fatal, los expertos aconsejan ayudarle a centrarse en sus fortalezas La mejor manera de gestionar el estrés que produce un jefe tóxico es no tener jefe. Hasta aquí lo obvio. Pero si uno no está dispuesto a convertirse en emprendedor ni a abandonar el actual puesto de trabajo por otro que tampoco garantiza un jefe mejor, entonces lo más conveniente es reconsiderarla estrategia que utilizamos para relacionarnos con nuestro superior. Hay que dejar de verlo como el ogro que quizá es y pensar en él o ella como un cliente difícil, alguien cuyas maneras y actitudes no podemos cambiar, pero con quien tenemos que hacer negocios.
Así pues, si el jefe se ha convertido en una causa de estrés y no en una fuente de inspiración, debemos actuar en tres frentes diferentes, según el profesor de Columbia University y de University College London, Thomas Chamorro-Premuzic.
1. Identificar sus motivaciones
Por muy nefando que sea el superior, algo que probablemente se le dará bien es la consistencia de comportamiento. Sus cambios de humor podrán ser repentinos, pero su personalidad seguro que se mueve dentro de unos patrones más o menos previsibles. Por este motivo, hay que intentar empatizar con él, meterse en su cabeza y tratar de descifrar aquellos rasgos de su carácter que dificultan la motivación del equipo e impiden que éste rinda al máximo de su potencial. Para lograrlo, lo mejor es tirar de ciencia, que nos indica que existen once características que puede exhibir nuestro jefe y que pueden provocar que un proyecto fracase o ‘descarrile’, derailers en inglés. También nos dice que aunque es posible que un único individuo reúna todos estos rasgos, la mayoría de los directivos (54%) muestra al menos tres de la siguiente lista:.
Irritabilidad: suele tratarse de alguien volátil, con reacciones emocionales y tendente al bullying.
Estrategia: permanecer calmado, reducir la intensidad de la situación, esperar a que pase la tormenta.
Escepticismo: alguien desconfiado, cínico, con una actitud paranoide y desafiante. Estrategia: apoyar nuestras argumentaciones con datos, no esperar que se confie en nosotros, no cuestionar su opinión
Precaución: le espanta la crítica, odia el riesgo, es adverso a la innovación. Estrategia: seguir los procesos, moverse despacio. Si se quiere influir en un jefe así, los ‘castigos’ funcionan mejor que los incentivos.
Reserva: alguien desinteresado en los demás y en sus sentimientos, inexpresivo, mal comunicador. Es
trategia: con este tipo de individuos es mejor comunicarse por correo electrónico que cara a cara, hay que respetar su privacidad y no ponerle nunca en evidencia.
Laxitud: cabezota, evita el conflicto, exhibe uncomportamiento pasivo-agresivo y poco cooperativo. Es
trategia: no asumir que va a estar de acuerdo con nosotros o que nos va a ayudar, incluso cuando lo parezca, es probable que esté fingiendo.
Atrevimiento: exhibe un comportamiento arrogante, narcisista, es incapaz de reconocer sus errores.
Estrategia: este es el tipo de jefe al que hay que alabar y cuyo ego debe ser validado constantemente. Debemosevitar culparle odesestimarle, especialmente en público.
Malicia: carismático, utiliza su encanto para manipular, se aburre fácilmente, es impulsivo y suele arriesgar sin tener en cuenta las consecuencias. Estrategia: seguirle la corriente y unirse a sus cotilleos pero sin relajar nunca la guardia.
Singularidad: se trata de alguien melodramático, exhibicionista, que busca llamar la atención y con poca capacidad de concentración. Estra
tegia: no competir con él por ser el foco de atención, dejar que nos entretenga y ser un espectador leal.
Imaginación: este individuo es excéntrico y original, pero para nada pragmático, tiene ocurrencias estrafalarias. Estrategia: debemos mostrar entusiasmo ante sus ideas y centrarnos en la visión global. Hay que estar preparado para ejecutar sus planes, así como para recoger los pedazos después del fracaso.
Diligencia: muestra un comporta
miento obsesivo, micro-gestiona a su equipo, tiene estándares imposibles de cumplir y, por tanto, un perfeccionismo contraproducente.
Estrategia: hay que prestar atención a la calidad y mantener unos estándares de trabajo muy altos.
Obediencia: sus subordinados no están entre sus prioridades y anhela agradar a la máxima autoridad y a sus superiores. Estrategia: lo mejor es demostrar nuestra lealtad, cumplir las normas y ayudarle a complacer a sus jefes.
2. Apoyarle para que tenga éxito
No se gana nada haciendo que nuestro superior quede mal, tarde otemprano su incompetencias aldráa relucir. Por eso, lo mejor es ayudarle a que se centre en sus fortalezas. Si es desorganizado, hay que facilitarle que esté al corriente de todos los asuntos pendientes. Si tarda en dar feedback, sigamos avanzando en el proyecto mientras esperamos a que nos dé su opinión. Si suele llegar tarde, ofrezcámonos a empezar nosotros la próxima reunión. Hay que convertirse en una figura indispensable para él y asegurarse de que brilla más y mejor si estamos en su equipo. Sin embargo, para asegurarse de que nos considera su aliado, no es suficiente con hacerle la vida más fácil, sino que, además, esto debeser unsecreto entre los dos. Alfin y al cabo, todo el mundo sale ganando cuando se ayuda a los demás a que hagan mejor su trabajo. Yde los malos jefes suelen sacarse grandes lecciones. Es un modo muy efectivo de aprender qué comportamientos evitar cuando seamos nosotros los que nos encontremos en una posición de liderazgo. Y si, cuando ya se han alcanzado posiciones de responsabilidad la clave está en gestionar bien las propias carenciaa, cuando estamos en los inicios de nuestra carrera profesional el secreto del éxito reside en aprender a gestionar el lado malo del jefe.
3. No convertirse en fuente de estrés
A pesar de su lado malo, todos los jefes poseen también uno más amable que sale a la luz de vez en cuando. Eso es, si no está estresado. El estrés hace que mostremos nuestra peor cara y, además, se contagia. Por eso es crucial evitar convertirse en una fuente de tensión. Si irritamos a nuestro superior o la calidad de nuestro trabajo no es aceptable, lo único que va a ocurrir es que se pongan de manifiesto todas sus insuficiencias, lo que repercutirá negativamente en el equipo y dañará nuestro prestigio profesional. Y esto sin olvidar que los jefes suelen ascender a aquellos con los que les resulta más gratificante trabajar. En consecuencia, es primordial que logremos controlar nuestras propias ineptitudes para que podamos convertirnos en un pilar de apoyo y una influencia positiva, en lugar de en una fuente de tensión. No hay que olvidar que, para triunfar en el ámbito laboral, la inteligencia emocional importa mucho más que el talento o lo duro que se trabaje.
“No existe el mal tiempo, sino la ropa inadecuada”, reza undicho noruego. Aunque el humor de nuestro jefe sea inestable, evitemos que su personalidad nos pille poco preparados y podremos volver a disfrutar de nuestro trabajo. •
Es primordial controlar nuestras ineptitudes para poder ser un pilar de apoyo y no una fuente de tensión En los inicios de nuestra carrera, el secreto del éxito reside en aprender a gestionar el lado malo del jefe