China, de compras por interés nacional
Pekín apoya a sus empresas a que inviertan en el exterior, a condición de que sea en sectores clave para el país
Cuando la semana pasada el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, anunció que el Ejecutivo comunitario pondría en marcha un sistema de vigilancia de las inversiones extranjeras en Europa, a los altos funcionarios de Pekín les debieron entrar unos sudores fríos. En su discurso anual sobre el Estado de la Unión, ante el Parlamento Europeo, el mandatario comunitario avisó que Bruselas iba a extremar los controles sobre la entrada de capitales extranjeros en empresas relacionadas con sectores considerados estratégicos, como pueden ser los de energía, tecnología o defensa. Una notificación que sin señalar a nadie constituía una advertencia a China, que utiliza a sus empresas en el exterior para captar y acelerar las transferencias de tecnología y sistemas de gestión, así comopara aumentar la capacidad de investigación y de innovación de su tejido industrial.
La Comisión Europea ha decidido dar este paso adelante apoyado por países como Alemania, o Francia, que temen que se produzca una transferencia de tecnología de sus empresas a las compañías chinas a gran escala. Una inquietud provocada por las últimas directrices de los dirigentes de Pekín, encaminadas a orientar la inversión exterior de sus grandes empresas a seis sectores considerados estratégicos. Unas áreas que abarcan proyectos de infraestructura en la nueva Ruta de la Seda, industrias y equipamientos, alta tecnología, energía, agricultura y servicios. Ámbitos todos ellos que las autoridades chinas consideran fundamentales para su proyecto de modernización industrial Hecho en China 2025, cuyo objetivo es potenciar el desarrollo de sectores como la robótica, los nuevos materiales o la biomedicina.
Un objetivo para el cual las autoridades del gigante asiático no están dispuestas a escatimar recursos para convertir su vasta red de empresas participadas en la punta de lanza de una industria puntera en los sectores industriales más avanzados. Se trata de una estrategia a largo plazo del presidente chino, Xi Jinping, que apuesta por sacar el máximo rendimiento del enorme sector público del gigante asiático, compuesto por unas 150.000 empresas, que emplean a unos 30 millones de trabajadores, en combinación con un sector privado cada vez más dinámico, pero que depende en gran medida del apoyo oficial de Pekín para alcanzar sus objetivos.
La existencia de esta ofensiva china sobre la industria europea lo confirman las estadísticas. Las cifras demuestran el enorme salto adelante que registraron las inversiones del gigante asiático en la Unión Europea el pasado año 2016, en que alcanzaron los 35.000 millones de euros, lo que supone un aumento del 77% respecto al ejercicio anterior. Un incremento que refleja la rapidez y el interés con que las compañías chinas pretenden cerrar aquellas operaciones que sirven al interés nacional de Pekín.
Tan solo en el primer semes-