CRÍTICA DE ARTE LA COLECCIÓN DE TÀPIES
El 15 de septiembre se publicó la noticia. Josep Massot y Josep Playà abrían la sección de Cultura de este diario con los siguientes titulares: “Adiós a siete obras maestras. La familia Tàpies pone a la venta parte de su colección particular”. Las siete obras son un óleo de Mark Rothko de 1969, el óleo de Picasso Le coq saigné, de 1947-1948, los óleos de Joan Miró Peinture, de 1926 (ver reproducción), y Tête d’homme, de 1932, la escultura en bronce Homme (Apollon), de Alberto Giacometti (1929), la acuarela y tinta de Paul Klee La mujer del diablo, la que domina el mundo, de 1921, y la acuarela de Kandinsky Allein (Sol), de 1932. Sólo el óleo de Rothko tiene un valor calculado en torno a los 5 o 6 millones de euros, lo cual puede solucionar bastantes problemas de liquidez a quien los cobre. Sin embargo, prescindiendo del precio que estas obras puedan alcanzar en una subasta internacional (concretamente en Christie’s, de Londres), creo que esta noticia reclama una reflexión por parte de quienes se ocupan o se preocupan por el patrimonio artístico de Catalunya.
En el pasado, la pésima política cultural del gobierno catalán y las leyes centralistas del gobierno español se aliaron lamentablemente y el resultado es que las obras maestras de Dalí que no están en museos estadounidenses o fuera del territorio español, se encuentran casi todas en Madrid, a muchos kilómetros de los paisajes catalanes que las inspiraron. En el caso de Joan Miró buena parte de lo mejor se vendió en otros países, sobre todo los EE.UU. y Francia. Pero su obra gráfica ha financiado muchas actividades de su Fundación barcelonesa.
Esta reciente noticia nos recuerda que no existe todavía un buen plan para que el patrimonio artístico legado por Antoni Tàpies –que incluye su colección de libros y de arte oriental, primitivo y de vanguardia– pueda ser en el futuro disfrutado por el público, en la Fundació Antoni Tàpies o en otro museo de Barcelona.