El decisivo cónclave del Partido
El Partido Comunista chino está a punto de celebrar un reunión clave, que decidirá el rumbo que adoptará el gigante asiático durante los próximos cinco años. Un acontecimiento que mantiene prácticamente paralizada a la segunda potencia mundial. Muchas empresas han optado por frenar sus operaciones en el exterior a la espera de que de este cónclave convocado para el 18 de octubre, salgan unas directrices claras pra poder proseguir sus planes de negocio. En esta reunión que se celebrará en Pekín, a puerta cerrada, y que se desconoce cuántos días puede prolongarse, la organización comunista renovará a toda su cúpula dirigente. No hay ninguna discusión acerca de que el actual presidente, Xi Jinping, renovará su mandato por otros cinco años. Pero lo que está en juego no son solamente los cargos de la organización comunista, sino las líneas directrices que se decidirán. Sus nuevos responsables deberán aprobar la estrategia que aplicará el Gobierno durante los próximos cinco años. Una hoja de ruta llena de desafíos y de asignaturas pendientes que no se han aprobado durante los últimos cinco años. Y es que cuando Xi Jinping se convirtió en el líder del Partido hizo una larga lista de promesas sobre reformas estructurales. Un compromiso que incluía la desactivación de la bomba de relojería que supone el aumento de la deuda, que supera el 270% del PIB, la reducción de la contaminación y la eliminación de las instalaciones industriales obsoletas, además de la reforma del enorme sector estatal. Sin embargo, durante el último lustro la situación ha empeorado. Los desequilibrios económicos no han mejorado, la deuda ha seguido creciendo, la contaminación persiste y parece poco probable que sus niveles disminuyan y la burbuja inmobiliaria vuelve a emerger en las grandes ciudades del gigante asiático. Algunos analistas chinos atribuyen esta situación al entramado de intereses creados. Una red en la que la suma egoísmos de los funcionarios de los ministerios, de las autoridades locales y de los responsables de las empresas estatales se habrían convertido en obstáculos insalvables para las ambiciones reformas de Xi Jinping. Una coyuntura que propiciado que el líder chino haya convertido la lucha anticorrupción en su principal bandera en los últimos cinco años. Un periodo en el que miles de cargos del Partido han sido defenestrados. Ahora, muchos observadores internacionales confían en que X i retome sus promesas y modernice la economía del gigante asiático. “Espero que la confirmación del presidente Xi le permita superar la resistencia a la agenda de las reformas estructurales”, había dicho a principios de verano Tim Condon, ex economista jefe de Asia-Pacífico del ING en Singapur. Y es que la economía china se encuentra en una encrucijada que ya no puede esperar más para afrontar la modernización de su economía. Un reto que incluye nuevas directrices para sus empresas que quieren invertir en el extranjero. Muchas de ellas han congelado sus planes este año a la espera de las decisiones que salgan de la próxima reunión del Partido Comunista. “La inversión en activos extranjeros crecerá después del congreso del Partido, vaticinan los analistas del PwC, según el