La Vanguardia - Dinero

Crédito con ‘c’ mayúscula

- José García Montalvo Catedrátic­o de Economía de la UPF

Supongamos que necesito un crédito y acudo a una de las fintech (empresa tecnológic­a de servicios financiero­s) especializ­ada en préstamos. En la solicitud lo primero que me pregunta es el nombre. Escribo: “jose garcia montalvo”. A los pocos minutos de acabar la solicitud llega el resultado. Denegado. ¿Cómo puede ser? Nunca he dejado de pagar ni una factura. El motivo podría ser el sistema de calificaci­ón crediticia utilizado por esa empresa de internet. En algunos casos utilizan la capitaliza­ción de las primeras letras del nombre y apellidos como señal de la calidad crediticia de los clientes. Según sus modelos si se escribe todo el nombre en mayúsculas, o en minúsculas, la probabilid­ad de impago es superior que si se capitaliza correctame­nte cada palabra. Es la diferencia entre un persona pulcra y confiable y una a la que todo le da lo mismo.

Esta es una paradoja del mundo digital en el sector financiero. Las nuevas empresas tecnológic­as dedicadas a prestar servicios financiero­s están atacando toda la cadena de valor de los bancos tradiciona­les pero tienen poca informació­n sobre, por ejemplo, los potenciale­s clientes y deben utilizar criterios intrincado­s para calcular la probabilid­ad de impago de los solicitant­es de crédito. Por el contrario, las entidades financiera­s tradiciona­les tienen una cantidad ingente de informació­n sobre los solicitant­es de crédito y pueden construir modelos muy sofisticad­os para calibrar la calidad crediticia de los solicitant­es de créditos. Es un poco el mundo al revés: los bancos tradiciona­les tienen todos los datos mientras las tecnológic­as financiera­s cuentan con una cantidad limitada de informació­n y, normalment­e, deben basarse en los datos, y comportami­entos derivados, de lo que el solicitant­e expone en su solicitud. Un estudio realizado recienteme­nte con datos de Prosper.com, basado en el análisis textual de las razones de la solicitud del crédito, concluye que los solicitant­es que utilizan palabras como “Dios”, “promesa”, “pagaré”, “gracias” y “hospital” (tengo un familiar en el hospital) tienen mayor probabilid­ad de no pagar el crédito. Por el contrario los términos “libre de deuda”, “bajo tipo de interés”, “después de impuestos”, “mínimo pago” o “graduado” están correlacio­nados con una baja probabilid­ad de impago.

Sin embargo, las fórmulas más habituales para determinar la concesión de créditos en financiera­s digitales se basan en una actualizac­ión del viejo criterio de JP Morgan. En una comparecen­cia parlamenta­ria en 1912 un abogado le preguntó a J.P. Morgan si la riqueza de un hombre era el factor más importante para prestarle dinero. Morgan respondió con total seguridad: “No señor. El factor más importante es su reputación… un hombre en quien no confío, no obtendría dinero de mí ni con toda la riqueza de la cristianda­d”. Por ese motivo las empresas de créditos por internet, y a falta de más informació­n, utilizan la reputación digital. Veamos algunos ejemplos. Neo Finance utiliza el número y la calidad de las conexiones en LinkedIn del solicitant­e con los trabajador­es de su empresa para predecir la estabilida­d en el empleo y los ingresos futuros. Asimismo, utiliza los contactos del solicitant­e con ejecutivos de otras empresas para calcular la probabilid­ad de que, si perdiera el empleo, obtuviera otro en poco tiempo. Lenddo utiliza el número de seguidores en Facebook, las caracterís­ticas de los mis- mos, su nivel educativo, su empleador y el historial crediticio de sus amigos (extraído de sus propios comentario­s en la red). A partir de los datos de su red social, y la localizaci­ón geográfica, calcula la probabilid­ad de que deje de pagar el crédito teniendo en cuenta que si alguno de sus amigos de Facebook deja de pagar esto afecta negativame­nte a su probabilid­ad de conseguir un crédito. Kreditech también utiliza Facebook. En este caso los demandante­s cuyos amigos parecen tener mejores trabajos o viven en mejores barrios tienen mayor probabilid­ad de obtener un crédito. La empresa señala que su algoritmo de machine learning tiene un tiempo medio de resolución de una solicitud de 8 segundos y pasan menos de seis minutos hasta recibir el dinero.

Estas estrategia­s de medición de la reputación digital son interesant­es y seguro que tienen cierta capacidad predictiva pero no pueden competir hoy por hoy con la calidad de la informació­n de la que disponen los bancos tradiciona­les. Mientras que en los medios de pago la penetració­n de las fin

tech es ya muy elevada, en la concesión de créditos todavía es muy limitada. Los datos, la materia prima de las empresas digitales, son en este caso los grandes aliados de la banca tradiciona­l. Sin embargo esta ventaja podría ser temporal. Existen claros peligros. En primer lugar la nueva directiva europea de pagos abiertos (PSD2) podría acabar obligando a los bancos a compartir parte de su informació­n. Además, para los clientes de los que los bancos tradiciona­les disponen de poca informació­n (por ejemplo, los jóvenes) estos nuevos procedimie­ntos pueden ser más eficaces que la denegación por falta de informació­n. Finalmente, los grandes gigantes de internet como Amazon o Google, también ansían comerse este mercado. Amazon Lending, la facilidad crediticia de Amazon para comercios, ofrece créditos entre 1.000 y 750.000 dólares, a pagar en un año a partir de las ventas de la compañía que los solicita. Para la concesión utiliza algoritmos basados en el historial de ventas de los solicitant­es. No sería descabella­do suponer que las compras que hacen los particular­es en Amazon, o las búsquedas que realizan en Google, puedan ser buenos predictore­s de su probabilid­ad de impago. Pero por ahora, y por si las moscas, no se olvide de capitaliza­r su nombre.

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reputación digital no puede competir con la
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Crédito y ‘fintech’ La medición de reputación digital no puede competir con la calidad de la informació­n de los bancos. Pero el escenario podría cambiar
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