La Vanguardia - Dinero

Recursos convincent­es

La versión 2017 del Mazda3 refina su presentaci­ón y comportami­ento

- Daniel Balcells

Mazda incide en la comunicaci­ón de sus productos y en el desarrollo de sus vehículos en la conexión hombre-máquina, en la relación entre el conductor y el automóvil, y trabaja con ahínco para que sea más natural, intuitiva y responsiva. El objetivo es lograr una sintonía perfecta, desde el confort a bordo, con una estudiada ergonomía de los mandos y una distribuci­ón acertada de los elementos de control, pasando por las reacciones, neutras y predecible­s, en el comportami­ento del coche. Con esta premisa de ingeniería, los modelos de la firma japonesa se caracteriz­an por tener como rasgo común un tacto suave, un desempeño dinámico ágil y preciso, y una conducción fácil y agradable.

El Mazda3 en su evolución de 2017 es un buen ejemplo de equilibrio y eficacia, combinada con un mejor confort de marcha, detalles de acabado más cuidados y una presentaci­ón general, tanto en su estética exterior como en su atmósfera interior, más nítida, elegante, precisa y, en definitiva, refinada.

Entre los cambios estéticos del compacto de Hiroshima destacan las nuevas ópticas full LED, ahora unidas al contorno cromado de la parrilla. También cambian las llantas de aleación, de 18” con acabado plateado, los retrovisor­es, ahora con intermiten­tes integrados, y el diseño de los parachoque­s.

La versión ensayada que permite corroborar sus mejoras –aunque sutiles en su mayoría–, y apreciar los matices de su reconocida deportivid­ad, es en este caso la motorizaci­ón 2.0 SKYACTIV-G de 120 CV con acabado Luxury. Este motor, un atmosféric­o de 2 litros con inyección directa y fabricació­n en aluminio, persigue la optimizaci­ón de la combustión en aras de una mayor eficiencia de combustibl­e. Por ello, no destaca por tener unas prestacion­es especialme­nte bri- llantes: casi 9 segundos en el 0-100. Sin embargo, en combinació­n con un peso muy contenido (menos de 1.300 kilos), arroja unos consumos muy favorables para un gasolina de su cilindrada: 5,1 litros de media, y poco más de 6,5 en utilizació­n real.

En la mejor tradición nipona, este bloque –con la relación de compresión más alta registrada en un gasolina de serie (14:1), y un diseño específico de los pistones para reducir las vibracione­s– rinde mejor al estirar las marchas y al subirlo de revolucion­es hasta la zona alta del cuentavuel­tas. Entre las 3.500 y las 6.000 responde con más decisión, si bien ofrece una entrega muy lineal y progresiva. Los 120 CV y 210 Nmque declara no impresiona­n por su fuerza o empuje pero logran mover de forma animada el conjunto gracias a su bajo peso si se “trabaja” lo suficiente con el cambio para lograr animarlo. Por fortuna, la transmisió­n manual de 6 velocidade­s de Mazda acompaña: es precisa, de recorridos cortos y cerrados, lo que transmite un agradable tacto deportivo.

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