Recursos convincentes
La versión 2017 del Mazda3 refina su presentación y comportamiento
Mazda incide en la comunicación de sus productos y en el desarrollo de sus vehículos en la conexión hombre-máquina, en la relación entre el conductor y el automóvil, y trabaja con ahínco para que sea más natural, intuitiva y responsiva. El objetivo es lograr una sintonía perfecta, desde el confort a bordo, con una estudiada ergonomía de los mandos y una distribución acertada de los elementos de control, pasando por las reacciones, neutras y predecibles, en el comportamiento del coche. Con esta premisa de ingeniería, los modelos de la firma japonesa se caracterizan por tener como rasgo común un tacto suave, un desempeño dinámico ágil y preciso, y una conducción fácil y agradable.
El Mazda3 en su evolución de 2017 es un buen ejemplo de equilibrio y eficacia, combinada con un mejor confort de marcha, detalles de acabado más cuidados y una presentación general, tanto en su estética exterior como en su atmósfera interior, más nítida, elegante, precisa y, en definitiva, refinada.
Entre los cambios estéticos del compacto de Hiroshima destacan las nuevas ópticas full LED, ahora unidas al contorno cromado de la parrilla. También cambian las llantas de aleación, de 18” con acabado plateado, los retrovisores, ahora con intermitentes integrados, y el diseño de los parachoques.
La versión ensayada que permite corroborar sus mejoras –aunque sutiles en su mayoría–, y apreciar los matices de su reconocida deportividad, es en este caso la motorización 2.0 SKYACTIV-G de 120 CV con acabado Luxury. Este motor, un atmosférico de 2 litros con inyección directa y fabricación en aluminio, persigue la optimización de la combustión en aras de una mayor eficiencia de combustible. Por ello, no destaca por tener unas prestaciones especialmente bri- llantes: casi 9 segundos en el 0-100. Sin embargo, en combinación con un peso muy contenido (menos de 1.300 kilos), arroja unos consumos muy favorables para un gasolina de su cilindrada: 5,1 litros de media, y poco más de 6,5 en utilización real.
En la mejor tradición nipona, este bloque –con la relación de compresión más alta registrada en un gasolina de serie (14:1), y un diseño específico de los pistones para reducir las vibraciones– rinde mejor al estirar las marchas y al subirlo de revoluciones hasta la zona alta del cuentavueltas. Entre las 3.500 y las 6.000 responde con más decisión, si bien ofrece una entrega muy lineal y progresiva. Los 120 CV y 210 Nmque declara no impresionan por su fuerza o empuje pero logran mover de forma animada el conjunto gracias a su bajo peso si se “trabaja” lo suficiente con el cambio para lograr animarlo. Por fortuna, la transmisión manual de 6 velocidades de Mazda acompaña: es precisa, de recorridos cortos y cerrados, lo que transmite un agradable tacto deportivo.