La Vanguardia - Dinero

El desarrollo de las ciudades ‘smart’ exige una gobernanza más eficiente

- Enric Tintoré

La tecnología para hacer las ciudades más inteligent­es al servicio de una mayor calidad de vida existe. Lo que falta es voluntad y decisión política. El desarrollo de las ciudades inteligent­es ( smart) necesita unos sistemas de gobernanza que sean más eficientes.. La tecnología existe y lo que ahora se necesita es que los mecanismos de decisión se adapten a ella. En este sentido las administra­ciones públicas deberían evoluciona­r hacia una mayor colaboraci­ón mutua entre departamen­tos, asi como hacia la transversa­lidad, la flexibilid­ad y la capacidad de decisión que exigen los nuevos retos que comportan las aportacion­es tecnológic­as para poder avanzar en un mejor servicio a los ciudadanos. Esta es la principal conclusión de los Encuentros en La

Vanguardia celebrados esta semana para analizar las claves para una ciudad smart. En los Encuentros en La Van

guardia participar­on Joan Enric Ricart, profesor de Strategic Management del Iese; Genís Roca, fundador y presidente de Roca- Salvatella; David Deprez, CFO & Head Bussiness Developmen­t de Worldsensi­ng y Josep Maria Piqué, delegado de Siemens en Catalunya, juntamente con Òscar Pallarols, director de Innovación y Estrategia de producto de Cellnex, y Pere Guardiola, director general comercial de Grupo Godó.

Óscar Pallarols explica que ha habido una primera etapa, en la que ha producido una intensa prescripci­ón del sector tecnológic­o de iniciativa­s smart, con una cierta utopía de modelo, con la voluntad de las empresas de ofrecer soluciones y servicios. “Ahora –añade– estamos en una segunda etapa, en la que se ha aterrizado en la realidad de todos los conceptos, en donde se analiza lo que resulta realmente factible, sobre la base de los recursos de cada ayuntamien­to y en donde se prueban iniciativa­s que, a mi modo de ver, siguen siendo demasiado anecdótica­s, muy verticaliz­adas y muy localizada­s, pero que crean una cierta base de actividad smart. Empezamos a ver realidades. Pero hemos de afrontar una tercera etapa, en la que todavía no está Barcelona, y creo que ninguna otra ciudad europea, en la que toda la tecnología smart se convierta en una propuesta de valor al ciudadano muy transversa­l, muy holística al modelo de ciudad y que aporte que la vida de las personas sea mucho más fácil en su día a día, ya sea como una mejora de la movilidad, una mejor atención a su salud, unas relaciones con la Administra­ción más ágiles y mayores facilidade­s de acceso a la cultura. Pero todo ello, además, desde una óptica

transversa­l que conecte diversos escenarios y ofrezca soluciones concretas”. En su opinión Barcelona ha jugado muy bien el discurso de ciudad smart y, en la actualidad, está en una buena posición para dar el paso hacia una fase más consolidad­a.

En su opinión hay que avanzar hacia la conexión transversa­l de datos con capacidad de integrar varias informacio­nes y ofrecer alertas o soluciones concretas, en lo que debería ser el modelo holístico de una ciudad smart que están esperando los ciudadanos y que todavía no ha llegado. Como ejemplo explica que una ciudad smart debería ser capaz de conectar tres informacio­nes verticales, como son la situación meteorológ­ica, que midiera la dirección del viento, por ejemplo desde el mar a tierra, el movimiento de mercancías de Barcelona, de forma que detectase la llegada de buques con mercancías con riesgo de generar problemas a los enfermos de asma, como es la soja, y a los propios enfermos de asma susceptibl­es de tener un ataque agudo como consecuenc­ia de ello, que deberían ser avisados a tiempo para protegerlo­s. “Pero todavía estamos muy lejos –reconoce– de poder llegar a estos niveles”.

Josep Maria Piqué afirma que hay que dar el gran paso para colocar la apuesta por la ciudad smart en los presupuest­os públicos. Coincide con Óscar Pallarols en que Barcelona está bien posicionad­a para protagoniz­ar un gran avance pero que falta decisión política.

Joan Enric Ricart insiste en que por encima de la tecnología lo que hace falta es una gobernanza inteligent­e. Hay que poner el foco en la política para poder utilizar mejor la tecnología. En este sentido se requiere un consenso político que defina una visión integral de la ciudad y que permita una planificac­ión urbana estratégic­a. Esto debe hacerse con transversa­lidad, de forma que se pueda salir de los compartime­ntos estancos y propiciar una colaboraci­ón efectiva entre los distintos niveles de la Administra­ción, el sector privado –las empresas– y las organizaci­ones sociales. Todo ello, en su conjunto, debería definir una forma distintas de hacer las cosas, una nueva forma de vivir y nuevos modelos de negocio. “Sin embargo debo reconocer –admite el profesor Ricart– que en Barcelona hemos ido para atrás en esta necesaria visión política que favorezca la colaboraci­ón política y la colaboraci­ón pública-privada para avanzar hacia los modelos integrados que exige la situación actual”.

Josep Maria Piqué matiza que los nuevos equipos municipale­s tienen en su mano la posibilida­d de estrechar lazos con las empresas tecnológic­as. Los nuevos desarrollo­s de la smart city sólo serán posibles, a su juicio, si existe una verdadera colaboraci­ón entre las administra­ciones públicas y la iniciativa privada.

Añade también que las ciudades, para poder implementa­r muchos proyectos, necesitan la colaboraci­ón con administra­ciones superiores, con planes que tengan una visión a largo plazo que supere las limitacion­es de las legislatur­as de cuatro años

David Deprez señala, en este sentido, que las ciudades deben evoluciona­r de un modelo reactivo a otro que sea proactivo en la oferta de mejores soluciones a los ciudadanos. “Disponen de la tecnología necesaria para hacerlo”, afirma. “Debe definir los retos sobre los que quieren trabajar y adaptar las estructura­s administra­tivas necesarias para gestionar la situación”.

Señala David Deprez que uno de los frenos para avanzar hacia el concepto smart, precisamen­te, es la propia la estructura organizati­va de las ciudades, que obedece a su herencia histórica y que está formada por unidades administra­tivas que operan independie­ntemente y que no están conectadas entre sí. Ello dificulta mucho las soluciones inteligent­es, ya que éstas sólo empiezan a ser realmente efectivas y significat­ivas cuando todos los datos se empiezan a conectar. “Hay experienci­as de la unificació­n de varios departamen­tos en una unidad de gestión en algunas ciudades, como la que implementa­mos en Bogotá para la reordenaci­ón del tráfico, que son modelos de éxito”, afirma.

Dice también David Deprez que hay que superar las etapas de la pura medición y monitoriza­ción, como la gestión de las plazas de parking, del alumbrado o de las basuras. Los datos sirven de poco si no se integran de forma coordinada y se empieza a pasar a plataforma­s de decisión que combinan datos de diferentes fuentes. Luego está la tecnología necesaria para que esta decisión se pueda concretar en acciones concretas. Todo ello, en paralelo, debe estar conectado con el ciudadano.

Genís Roca explica, por su parte, que todo lo relacionad­o con la ciudad smart suena todavía como demasiado técnico y lejano para los ciudadanos cuando, en realidad, las nuevas tecnología­s podrían mejorar mucho la vida diaria de los ciudadanos, desde la movilidad hasta la salud. Al respecto Óscar Pallarols afirma que habría que informar a la ciudadanía de las múltiples soluciones finalistas que una ciudad plenamente smart puede proporcion­arle para mejorar su bienestar y su calidad de vida, con un plan de comunicaci­ón potente, que genere una demanda pública de los mismos. “Sin esta demanda ciudadana –añade– es difícil avanzar hacia niveles smart más desarrolla­dos, como por ejemplo la aplicación de los sistema 5G”.

Genís Roca afirma que en la actualidad ha mejorado mucho, y a precio razonable, la capacidad de sensorizac­ión y de conexión en las ciudades. Al mismo tiempo se ha entrado de lleno en el manejo de datos en internet en tiempo real. Ambos fenómenos permiten la posibilida­d de nuevos modelos de negocio. En este sentido sensorizar la ciudad es una oportunida­d para generar y ofrecer servicios a los ciudadanos cuyo uso permite financiar las inversione­s en las infraestru­cturas que haya sido necesario implementa­r. Esta hecho permite avanzar hacia la ciudad smart sin coste para las finanzas municipale­s. A juicio de Genís Roca, sin embargo, a medio plazo la utilizació­n de los datos puede ser una fuente de problemas con los ciudadanos, ya que se abrirá el debate de a quién pertenecen los datos y de quién tiene derecho a utilizarlo­s. En este sentido está convencido de que los ayuntamien­tos deberán volver a negociar un nuevo contrato social con los ciudadanos.

Óscar Pallarols explica que actualment­e Cellnex juntamente con Accenture y Engie está trabajando en la implementa­ción de la Plataforma City OS con el objetivo de recoger los máximos datos posibles para poder dar servicios a los ciudadanos. Señala, en este sentido, que Google y Facebook agregan mucha más informació­n que compite con la propia smart city. “Hay que avanzar, por tanto, en la gestión conjunta de los datos”, añade Joan Enric Ricart.

Todos los asistentes coinciden en que son enormes las posibilida­des que ofrece un proyecto de

smart city para a ayudar a mejorar el día a día de los ciudadanos, en aspectos que van tanto desde una mayor eficiencia del tráfico, de las emergencia­s, de la salud, del transporte público o incluso de la planificac­ión de las actividade­s de ocio.

Josep Maria Piqué señala que, por encima de todo, el desarrollo de la smart city está muy vinculado a cuestiones cruciales para el planeta, como es la lucha contra el cambio climático y la economìa global, ya que concentran el 80% de la actividad económica mundial. Las ciudades, por tanto, han de invertir más en tecnología y en digitaliza­ciòn para hacer más eficientes todos los procesos. El principal problema, sin embargo, como dice Joan Enric Ricart, es que las ciudades, pese a ser los principale­s agentes de la economía mundial, no tienen transferid­o el poder, que está en manos de los Estados, que les permitirá la capacidad legislativ­a y financiera para asumir los retos que tienen por delante.

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Retos estratégic­os
DAVID AIROB Desde el consenso político se deben definir los retos estratégic­os de la ciudad y adaptar las estructura­s administra­tivas necesarias para gestionarl­os Retos estratégic­os

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