El Mundial de Rusia duplica el de Brasil
sión. Alberto Fernández, director de deportes de Havas Sports & Entertainment subraya que “el fútbol es el deporte que tiene la mayor comunidad de fans y la mayor aceptación a nivel de país. Pero además el evento ahora no sólo es físico, sino que es también digital. Yesto aumentalos seguidores y la tecnología también hace que sea un evento más fácil de ver”.
Según Ni el sen Sports, las interacciones en las entradas de Facebook se multiplicaron por ocho durante los días del Mundial de Brasil respecto al resto del año. En Rusia esto irá a más. Por todo ello, las inversiones de los patrocinadores suelen ser mucho más elevadas que cualquier otro tipo de evento, incluso los JJ.OO. Las de la edición del Mundial Brasil 2014 duplicaron las de dos años después de Rio 2016: unos 126 millones de euros.
La FIFA es una entidad sin ánimo de lucro. Así que la entidad que gobierna el fútbol Mundial debería reinvertir todos sus ingresos. Según se desprende de sus cuentas, la organización del campeonato del mundo de Rusia tan sólo representa la mitad de los gastos que tiene previstos en su presupuesto del 2018. Del resto, un cuarto se destina a la promoción, desarrollo y políticas educativas del fútbol alrededor del mundo. Y lo que queda, unos 925 millones, son sus ganancias brutas. Con un matiz (o artificio contable): este dinero sirve para tapar los agujeros de los años anteriores (cuando no hay Mundial los ingresos flaquean), de manera que, sobre el papel, a la FIFA al final del ciclo trienal añadirá a sus finanzas poco más de 80 millones de euros. Puede parecer poco, pero a esto hay que añadirle el valor dela marca(123 millones) yde los activos, que entre inversiones, caja y reservas llega casi a los 2.000 millones de euros (para no tener ánimo de lucro no está mal).
Sin embargo, los escándalos de corrupción que ha vivido la organización durante la era de JosephBlatter, así como late ndenciaa hipertrofiare leven to, al aumentar el número de equipos y de partidos también abre algún que otro interrogante cara al futuro.
Uno de los síntomas es que hay cierta dificultad para seducir a los patrocinadores. El objetivo es conseguir el apoyo de una veintena de marcas, como en la edición anterior. En la actualidad hay seis part
ners, (sólo uno nuevo respecto a Brasil, el chino W anda) cuatro principales y tan sólo uno regional, la entidad rusa Alpha Bank. Así que la FI FA está todavía lejos de lo planeado. La sombra de la corrupción pesa .“Esperamos de nuestros socios que acaten las leyes”, dijo este mes el máximo ejecutivo de Adidas, Kasper Rorsted al trascender la noticia de que grupos televisivos sudamericanos podrían formar parte de una supuesta trama de pagos ilegales para asegurarse los derechos para las ediciones del 2026 y 2030.
Andrei Malgin, profesor de la Universidad Olímpica de Rusia, explicaba que las firmas rusas “están esencialmente asustada s de que pagarán dinero y que luego no tendrán retornos en términos de marketing”. El plan del nuevo presidente, Gianni Infantino es de llegar a 48 equipos a partir del 2026. ¿Cómo conseguir destacar entre tantas marcas? “El valor del acontecimiento irá a la baja”, pronosticaba Andrew Georgiu de Largadere Sport.
Ramon Amich, director general en España de Nielsen Sports, defiende esta estrategia de expansión. “Es fácil deducir que si crece la cifra de selecciones participantes, automáticamente puede haber un aumento en las cifras de audiencia. En definitiva, más países significa más audiencia y por consiguiente más operadores que querrán comprar los derechos para emitir el evento en sus respectivos territorios”.
Uno de los motivos por los que el Mundial sigue siendo, pese a todo, uno de los mejores instrumentos para promover la imagen de una empresa es que, aunque se trata sólo de una disciplina, es la más transversal de todas. “Las selecciones nacionales tienen un impacto muy importante entre la población a nivel doméstico. La presencia en los medios del país y especialmente la identificación conel equipo (por los evidentes lazos emocionales) van más allá que los de un equipo estándar, además de llegar a aficionados que no son tradicionalmente seguidores del fútbol”, comenta Amich.
Para Giovanni Palazzi, consejero delegado de la consultora Stage Up, esto demuestra que “el fútbol no es un deporte. Es un producto de consumo, que se apoya en la capacidad de gasto de la clase media. Por eso, el potencial de crecimiento del público en Europa y Latinoamérica es bastante limitado. En cambio en los emergentes la penetración de este deporte es baja y el poder adquisitivo está creciendo. Con el fútbol ocurrirá un poco como en la Fórmula Uno, cada vez menos europea y más global. La FIFA, que tiene más miembros que la ONU,secomporta como una multinacional que promueve su producto”.
Como escribió Eduardo Galeano, “el juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo. Y los que participan en el fútbol, los jugadores, trabajando como monos del circo ”.