Un regalo envenenado
“El impacto económico que tienen los JJ.OO. y los Mundiales de fútbol es diferente”, explica Giovanni Palazzi, de Stage Up. Hay algunas diferencias sustanciales. “Para el país que acoge el evento futbolístico, basta con tener unos activos y gestionarlos bien”, dice Palazzi.
Al contrario de los juegos olímpicos, el torneo recae sobre un país y no sobre una única ciudad, con lo que el riesgo( y los beneficios)s ereparten. Al ser un deporte específico, precisa menos infraestructuras, ya que se pueden aprovechar en parte algunas de las instalaciones existentes, como los estadios.
Un Mundial dura más tiempo: se puedehacer másdinero. Asimismo, el peso del legado es menor, porque el uso ya es definido. Los ciudadanos siempre podrán aprovechar de un estadio más moderno o de uno nuevo para ver los partidos, cosa que no ocurre, por ejemplo, con un trampolín para un salto de esquí.
En esta edición, Rusia tiene previsto gastar unos17.000 millones de euros, la mitad a cargo del presupuesto central, la otra a cargo de las regiones y de inversores privados. La cifra supone exceder la partida que el país destina a la sanidad. El grueso sirve para construir siete nuevos estadios y modernizar otros cinco. Con un interrogante: se estima que sólo el 40% de la población rusa sigue este deporte. Aunque en el último año ha aumentado un 5%, quedan dudas de si la pelota calentará los ánimos. “El acontecimiento suele ser rentable. Muchagenteque no iría se desplaza expresamente”, dice Alberto Fernández de Havas.
Si se mira el caso de Brasil, el Mundial tuvo una repercusión de 60.000 millones de euros, según EY, con un impacto del 50% en el consumo y del 13% en las inversiones. Pero los analistas deEuler Hermeslo limitaron a pocas décimas de crecimiento del PIB. “Este tipo de eventos genera unacreación deempleo temporal y unos costes de mantenimiento añadidos. Asimismo, el efecto positivo sobre el turismoestá sobrevalorado, porque muchos deciden no viajar para evitar aglomeraciones y precios elevados. Si bien es cierto que hay transformaciones urbanísticas, también acostumbran a formarse burbujas, como en Atlanta o Sidney. Al final, el aspecto positivo consiste en cobertura mediática, incremento de reputación y aumento de comercio e inversiones internacionales”.
Las mayores incógnitas se presentan para la edición prevista en Qatar en el 2022, más allá de las polémicas sobre la explotación de los trabajadores . “No será evidente jugar en diciembre y parar la temporada”, objeta Palazzi, que advierte de consecuencias económicas negativas para los principales campeonatos nacionales. “Se va a congelar la emoción de los aficionados, y esto puede suponer un parón en el consumo. Sin tener en cuenta el cansancio de los jugadores, que podrán verse obligados a jugar hasta el verano, lo que puede alterar el resultado a final de la competición”,