La Vanguardia - Dinero

‘Road tech’, ¿la movilidad del futuro?

Actualment­e, 1.000 millones de vehículos circulan en las carreteras mundiales, lo que repercute negativame­nte en el cambio climático y en la salud de las personas

- Ángela Zorrilla

Ya estamos habituados a oír hablar de coches conectados, autónomos y eléctricos, y es que, desde hace ya unos años, la industria automovilí­stica está trabajando en el perfeccion­amiento de sus vehículos y componente­s. Además de mejorar la seguridad, los vehículos autónomos disputarán un papel clave en el diseño de las nuevas carreteras. Sin embargo, el gran reto se plantea ahora de la mano de las propias infraestru­cturas de carretera y cómo la innovación puede dirigir el tráfico a su máximo potencial y conseguir una movilidad más sostenible, sana y eficiente. Hoy en día, aún existen muchos obstáculos que superar.

Las nuevas tecnología­s de carreteras tienen el potencial de dibujar infraestru­cturas inteligent­es y transforma­r la movilidad con el reto de mejorar la productivi­dad, liberar las vías de un tráfico cada día en más aumento y reducir la contaminac­ión atmosféric­a y los accidentes. Existen dos líneas de acción. En primer lugar, precisamen­te, esas infraestru­cturas inteligent­es que facilitarí­an el uso de automóvile­s autónomos. Éstas son imprescind­ibles y prometen reducir la incidencia de los accidentes en la carretera en un 90%. En segundo lugar, la ingeniería inteligent­e que ayudará a convertir infraestru­cturas pasivas en activos dinámicos como las “carreteras solares”.

Por otro lado, el big data y la economía colaborati­va están facilitand­o la “movilidad como servicio- MaasS-“. Un ejemplo: las apps de movilidad planifican rutas personaliz­adas tanto en transporte público como privado. Ymuchos expertos coinciden en plantear este servicio como un gran adelanto en el sector público que permitiría mejorar la eficiencia del sector del transporte, reduciendo la congestión de las carreteras o reducir aún más las emisiones. La MaasS estrecha el vínculo entre oferta y demanda, por lo que personas (o mercancías) podrán viajar de forma más rápida, limpia y económica.

El road tech – la tecnología de carreteras– se presenta como la plataforma de futuro de la movilidad, al redibujar la infraestru­ctura viaria con el objetivo de incluir componente­s digitales, redes y sensores inalámbric­os, así como la tecnología de carga de vehículos eléctricos. En todo ello, hay actores claves como los gobiernos y la opinión pública, que deben consensuar cómo se conectarán en el futuro vehículos con carreteras y vías. Yel debate gira alrededor de numerosas variables; tanto es así que incluso la superficie de las carreteras es objeto de innovacion­es considerab­les. Varias tecnología­s ya prometen convertirl­as en algo más productivo, analizando, por ejemplo, el uso de mate- riales alternativ­os para reducir el impacto medioambie­ntal de la construcci­ón de estas vías. La sociedad vive un momento lleno de retos, en el que los países menos desarrolla­dos deberán apostar por incluir la tecnología en su futuro; y en el que las sociedades desarrolla­das deberán buscar nuevos enfoques para las infraestru­cturas ya existentes, que quedarán obsoletas en este nuevo escenario.

Un informe elaborado por Economist Intelligen­ce Unit, a petición de Abertis, examina el papel de la tecnología y la ingeniería inteligent­e a la hora de abordar los problemas derivados del incremento del tráfico. El estudio –“Road tech: Afrontando los retos del crecimient­o del tráfico”– identifica cinco factores clave para crear un entorno que conduzca a una mayor y más rápida adopción de la tecnología de carreteras: políticas y marco regulatori­o, financiaci­ón, colaboraci­ón, experiment­ación y opinión publica. Varios expertos han trabajado con el fin de buscar soluciones a las pérdidas de productivi­dad, el aumento de los accidentes de tráfico, las consecuenc­ias negativas para la salud o el incremento de la contaminac­ión atmosféric­a que significa el aumento sin límite del número de vehículos que circulan por las carreteras de todo el mundo.

Hay que destacar el papel de la administra­ción pública, responsabl­e de tomar la iniciativa necesaria para financiar estas nuevas tecnología­s de carreteras en sus fases iniciales. También es importante establecer un marco regulatori­o que delimite, entre otras, las pautas para las estaciones de recarga, que implemente normas para la disciplina de los carriles dinámicos, o que decida la longitud máxima de los pelotones de camiones autónomos. No se debe olvidar que la infraestru­ctura vial es un bien público que debe facilitar tanto el movimiento de las personas como el desarrollo económico.

Los jóvenes de hoy en día tienen menos interés que sus predecesor­es en poseer; eso influye en la industria automovilí­stica. Para muchos, la movilidad es vista ya como un servicio y en él ha entrado en escena, por ejemplo, la economía colaborati­va. Esto es especialme­nte atractivo para los jóvenes, quienes en su mayoría no cuentan con un vehículo propio, viven atrapados en las pantallas de sus teléfonos inteligent­es y operan según su presupuest­o.

Pero la sociedad actualment­e plantea sus dudas sobre los vehículos sin conductor, sobre el uso que harán empresas y gobiernos de los datos extraídos de sus coches, smartphone­s, rutas… Se necesita, poco a poco, cambiar dicha percepción, ya que la opinión pública tiene, en última instancia, el poder de hacer que toda esta tecnología e infraestru­cturas inteligent­es, sean viables y exitosas.

De todas maneras, tal y como expresa Francisco Reynés, vicepresid­ente y consejero delegado de Abertis, “a menos que la innovación en las infraestru­cturas de carreteras evolucione al mismo ritmo que los avances en la tecnología automovilí­stica, el crecimient­o del tráfico continuará siendo un problema, y el potencial real de estas tecnología­s no podrá materializ­arse”. Así pues, se plantea un escenario lleno de retos y una gran oportunida­d de encaminar las infraestru­cturas y el sector hacia una fructífera dirección para toda la sociedad. Los próximos 5-10 años serán determinan­tes para determinar el futuro de las carreteras de todo el mundo. Entre otros aspectos, será esencial exigir sistemas de seguridad y ampliar la legislació­n en materia de protección y privacidad de dato, o fomentar la colaboraci­ón entre sectores públicos y privado. Se presenta la oportunida­d real de crear un mejor mundo para las generacion­es futuras.

Los próximos cinco o diez años serán clave para determinar el futuro de las carreteras en el mundo Las infraestru­cturas inteligent­es prometen reducir la incidencia de los accidentes en la carretera en un 90%

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