Conquista imposible
Viajar suele ser uno de los mejores antídotos contra la falta de perspectiva sobre la inmensa mayoría de temas que afectan nuestro quehacer cotidiano. Ver lo que sucede en regiones del mundo alejadas de nuestra realidad nos permite adquirir distancia respecto a cualquier asunto y descubrir que todo es relativo. Y es precisamente la falta de uniformidad en los modos de vida que coexisten en nuestro planeta, lo que me genera mayores dosis de inquietud cuando se habla de la posibilidad de que los automóviles sean capaces de funcionar de modo totalmente autónomo.
En Europa, nadie pone en duda que el futuro de la movilidad pasa por la lógica evolución hacia el coche sin conductor. Pero en el mundo existen otros escenarios mucho menos propicios para la implantación del automóvil autónomo. Yes que unas vacaciones en un país como República Dominicana sirven para empaparse de una manera de circular que representa un reto de magnitudes colosales para los ingenieros que están desarrollando la tecnología de circulación que se avecina. Resulta muy difícil imaginar que en un panorama como el que presenta la red vial de este país caribeño se pueda confiar en el despliegue de tales vehículos inteligentes.
Que circulen por doquier motos completamente desvencijadas con tres ocupantes sin casco no debería ser un problema para los coches autónomos. Pero otra cosa es el uso inexistente de los intermitentes y una cultura de circulación por autopista que admite adelantamientos por la izquierda o la derecha, según convenga. Territorios así son imposibles de conquistar a corto plazo.