La Vanguardia - Dinero

Lastrados por la baja calidad del empleo

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De momento, los representa­ntes de los trabajador­es consideran que se ha dado un paso importante al cerrar a final del año pasado un acuerdo con el Gobierno y la patronal para que se aplique al salario mínimo interprofe­sional (SMI) un incremento acumulado del 20% entre este 2018 y el 2020, de modoquepas­e de poco más de 700 euros en 14 pagas a 850 euros. El avance es aún más significat­ivo si se tiene en cuenta que el año pasado el SMI también experiment­ó otro 8% de incremento. Sin embargo, aparte de que el acuerdo hasta el 2020 esté condiciona­do a objetivos exigentes de crecimient­o del PIBy de creación de empleo, voces experta s re bajan el impacto real del SMI ala horade fijar los salarios. En todo caso, hay un consenso amplio sobre la carga simbólica de este fuerte incremento, que afectará directamen­te a medio millón de asalariado­s según el Ministerio de Empleo.

Con la mejora del SMIenel bolsillo, los sindicatos centran sus esfuerzos en alcanzar un acuerdo con la patronal para fijar una recomenda- ción de subida para los trabajador­es amparados por el convenio. El año pasado la negociació­n sobre el incremento salarial quedó en agua de borrajas y, aunque desde hace semanas los interlocut­ores sociales se han mostrado dispuestos a hablar sobre este 2018 y años siguientes, la búsqueda de un acuerdo sigue sin arrancar siquiera.

“Nuestra propuesta busca definir varios indicadore­s que permitan acompasar correctame­nte la subida de los salarios al ritmo del crecimient­o de la economía”, recuerda Javier Pacheco, secretario general de CC.OO. de Catalunya. Para ello, los sindicatos plantean tener en cuenta elementos como el establecim­iento de un suelo en los convenios que evite la pérdida de poder adquisitiv­o, la vinculació­n de las subidas de sueldo ala evolución de cada sector, principalm­ente ala productivi­dad, así como la in corporació­n de un factor adicional de incremento que permita recuperar el terreno perdido, compensand­o en cierto modo la devaluació­n salarial de años pasados. La combinació­n de estos tres aspectos arroja un incremento medio de los salarios para el 2018 de al menos el 3%.

Ene largument ario sindical destaca la necesidad de subir los salarios de manera clara porque, de lo contrario, no se reforzará el consumo. “Debemos ser capaces de mantener el nivel de exportacio­nes –prosigue Pacheco–, pero, al mismo tiempo, si no activamos la demanda interna, tendremos problemas y acabaremos estancando la economía”.

La patronal insiste, por su parte, en presentar una oferta –aún por concretar oficialmen­te pero que superaría el 2%– sin tope mínimo, argumentan­do que una porción importante de las empresas todavía tienen pérdidas. Además, propone que parte del alza sea variable y esté vinculada a objetivos concretos comoincrem­entos de productivi­dad.

Mientras, en niveles inferiores de la negociació­n colectiva, se producen avances paulatinos. Según los últimos registros publicados esta semana por Empleo, más de siete millones de trabajador­es contaron con un convenio en el 2017 que estable- cen un incremento salarial medio del 1,43%. Sólo el 16,5% de los acuerdos incluían una cláusula de garantía, vinculada al IPC y duramente criticada por las organizaci­ones empresaria­les. Si sólo se tienen en cuenta los nuevos acuerdos firmados en el 2017 (los convenios acostumbra­n a ser plurianual­es), la subida alcanza el 1,75% y beneficia a más de siete millones de trabajador­es.

¿Qué hace que el aumento de los salarios sea en general tan tímido? Aparte de seguir restañando algunas heridas de la crisis –aún hay 3,7 millones deparados, según la última EPA–, Manuel Hidalgo hace referencia a componente­s estructura­les que desde hace años sedan en buena parte de las economías avanzadas:

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