La economía crece por inercia tras la catarsis
Las élites otean un nuevo ciclo con Cs como ganador
Mariano Guindal La administración pública se paraliza al haberentradolavidapolítica en“modo” elecciones. Yanadiehace nada sin pensar en el 19 de junio del 2019, el día en que iremos a votar porque coincidirán los comicios municipales, europeos y los de 13 autonomías. Yquiénsabesi también tendrán que adelantarse las generales, las gallegas, las andaluzas y las vascas.
En términos económicos lo que significa es ¡otro año más perdido! Primero fue la instabilidad ante la imposibilidad de formar gobierno: “¡No es no!” Después llegaron las tensionesindependentistas. Yahora, la dinámica electoral. Tres años tirados por la borda para afrontar las reformas económicas que son necesarias como machaconamente insiste el FMI: Medidas para reducir las altas tasas de paro estructural, el alto nivel de endeudamiento y la fuerte desigualdad social. Tres años es mucho tiempo para perder en un mundo que evoluciona tan deprisa. De no corregirse esta inactividad volveremos a perder el tren de la historia.
Cada vez es más frecuente escuchar entre los grandes empresarios que el Gobierno, en vez de estar pensando en “cómo competimos mejor, en cómo enseñamos mejor o en cómo nos preparamos tecnológicamente mejor, tiene toda la atención puesta en cómo evitar una nueva debacle electoral como la que sufrió en Catalunya”. Lo importante ha pasado a un segundo plano para dejar paso a lo accesorio. Y lo mismo se podría decir del resto de los partidos, que parecen haber entrado en una larguísima campaña electoral.
Este panorama no significa en absoluto que la economía se esté ralentizando. Para nada. El viento de cola tiene tanta fuerza que nos movemosporinercia. El mediomillón de empleos creados durante el año pasado resulta más que significativo y todo hace pensar que el buen resultado se repetirá en el 2018 a pesar de la incertidumbre política. Precio del petróleo, tipos de interés, comercio exterior, demanda interna, consumo, turismo, construcción… todas las variables van bien. Y, además, la economía mundial se encuentra en un claro proceso de recuperación y crecimiento, como se ha puesto de manifiesto en Davos. En tales condiciones, aunque el Gobierno quisiera hacerlo mal no lo conseguiría.
Sin embargo, no se está haciendo nada para que esta situación sea sostenible en el tiempo. Como me comentaba un alto cargo: “Se ha perdido la tensión reformista. La economía española es como un barco a la deriva que se ve arrastrado en la buena dirección por una corriente favorable”. Como en la película deFedericoFellini Ylanave va. El problema es que nadie sabe qué va a ocurrir cuando cambie la dirección del viento. Nadie parece pilotarla. Mariano Rajoy tras el batacazo catalán parece estar catatónico y las elites comienzan a posicionarse. El partido clave que se otea en el nuevo ciclo político será Ciudadanos, gane quien gane los comicios. Los empresarios se han dado cuenta y han empezado a diversificar el riesgo. Han dejado de confiar en Rajoy y empiezan a cortejar a Albert Rivera, quien cada vez está másapoyadoporlossectores más conservadores.
El presidente del Gobierno parece consciente de que su carrera po- lítica no va a depender del grado de recuperación que logre sino de lo queocurraconCatalunya. Porconsiguiente, la economía ha pasado a un segundo plano, justo en el momento en que el eje franco-alemán inicia un proceso reformista de calado en la Unión Europea. El tándem Macron-Merkel está cada vez más compenetrado y Rajoy, en lugar de pegarse a su rueda, parece cada día más despegado. Menos mal que teníamos al Rey Felipe para ir Davos, de lo contrario el vacío español se hubiese notado demasiado, como está pasando con Italia, aunque ellos tienen a Mario Draghi.
La única manera que tiene Mariano Rajoy de salir de esta situación de impasse es que se normalice institucionalmente Catalunya. ComodiceEnricJuliana, el másinteresado en que desaparezca el artículo 155 es el propio Rajoy. Sólo así el grupo vasco tendría las manos libres para apoyar los Presupuestos del 2018, lo que garantizaría llegar al final de la legislatura y hacer determinados pactos de Estado con el PSOE. Pero este escenario exige un gobierno estable en la Generalitat.