Un mundo sin bancos
La era digital hace imposible controlar la banca, pero para los autores también posibilita acabar con ella
La banca, reconocen, propulsó la era industrial, pero hoy está fuera de control
Algunos economistas interpretan la crisis financiera del 2007 como la historia de unos banqueros codiciosos que estafaron a viudas y huérfanos inocentes. El resultado inevitable del acodicia humana. Pero para los dos autores que se cobijan bajo el seudónimo Jonathan McMillan, un empleado de un gran banco global y un periodista de Economía en Zurich, la crisis fue consecuencia de la pérdida total de control sobre la actividad dela banca. Enlaépoc adigital, la banca está fuera de control, y envezdeintentar arreglarla, hemos de acabar con ella, remarcan en El fin de la banca, un libro de lectura sorprendente mente clarifica dora sobre los mecanismos del sector.
La banca, señalan, es toda institución dedicada a la creación de dinero a partir del crédito: cuando un banco concede un préstamo, se crea nuevo dinero en su balance sin necesidad de que lo imprima la autoridad monetaria. Sin duda, reconocen, los bancos hicieron posible la era industrial, proyectos intensivos en capital que iban a tardar décadas en cubrir su inversión inicial. Tendían a sufrir pánicos bancarios que creaban recesiones, pero los estados crearon un marco regulador fructífero en la era industrial.
Pero la banca se descontroló en la era digital. Las nuevas tecnologías permitieron nuevas formas de actividad bancaria y que los bancos lograran que las normas no les afectaran. La banca en la sombra superó en importancia a la tradicional. Los bancos no podían resistir la oportu- nidad y crearon enormes cantidades de dinero interno a partir de sus propios balances. Y el auge económico que alimentaron distorsionó los precios, y se asignaron mal los recursos –burbuja inmobiliaria– en la economíareal, creando ilusión de riqueza. Cuando estalló la burbuja hubo un pánico en esa banca paralela no protegida por las garantías del Estado. Y el estallido llevó a una nueva distorsión de los precios, básicos para asignar los recursos. Unas distorsiones que se producen porque en el sistema bancario dine- ro y crédito son dos caras de una misma moneda, señalan, un mecanismo que en la era digital no se puede poner bajo control con la infinidad de entidades paralelas y de imaginativos derivados que van creandom ásdinero. Así, los autores proponen acabar con la banca.
Propugnan un sistema financiero sin actividad bancaria, que no cree dinero a partir del crédito, y en el libro muestran cómo la era digital favorece que eso pueda suceder sin dificultad: un modelo de finanzas desinterm ediadas es una posibilidad realista gracias a las plataformas de préstamos entre particulares P2P, las monedas digitales y la abundancia de información para evaluar y comparar a los controladores delegados de las plataformas de préstamo. La banca es un eslabón prescindible, dicen, pero reconocen que será difícil acabar con ella. Para empezar, las garantías del Estado, la socialización del riesgo bancario, hacen que sea más atractiva. Sin embargo, concluyen, crear el marco legal –proponen una norma de solvencia sistémica– para un nuevo sistema financiero sin banca será más sencillo que desenmarañar el viejo sistema bancario.