La herida salarial sigue abierta
Las medidas para que las mujeres cobren igual que los hombres se muestran poco efectivas
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, prefirió hace sólo unos días “no meterse” en la diferencia entre lo que ganan las mujeres y los hombres en España. Él mismo tuvo que rectificar poco después, a pesar de las reiteradas apelaciones de los dirigentes del PP, incluida la ministra del ramo, a la normativa laboral –que obviamente prohíbe cualquier discriminación– y a la actuación de la inspección de trabajo, así como a sus propuestas legislativas para ganar en transparencia salarial. La brecha que separa a las trabajadoras de sus compañeros hombres es mucho más que un jardín que evitar en términos políticos: como en el resto de economías, se trata de un lastre para el desarrollo de las mujeres dentro del mercado laboral –y, portanto, para el conjunto de la ciudadanía–, que está ade- más sobre las mesas de negociación colectiva y del Ministerio de Empleo con los agentes sociales.
Las mujeres arrastran una situación de desventaja, que acaba reflejándose en la cantidad que perciben al final de mes. Sin embargo, tal y como reconocen los expertos, la complejidad de este fenómeno silencioso, cimentado en la discriminación pero también en un intrincado cóctel de factores sociales, económicos, psicológicos, dificultan tanto su diagnóstico como la manera de combatirlo. Una complejidad apreciable incluso en la distintas formas de medirlo. Entérminos de salario anual medio a tiempo completo, el INE registra una diferencia del 11,6% en favor de los hombres. En el salario por hora en las empresas con 10 o más trabajadores, Eurostat lo eleva a un 14,9% para España. La media de la Europa de los 28 alcanza el 16,8%, por lo que el mercado laboral español está en el centro de la tabla.