Ford Fiesta
El compacto americano amplía la oferta
Diversificación e individualización. Estos son los dos ingredientes que Ford ha añadido a la receta tradicional del Fiesta para lograr un plato más apetecible, pero con el sabor de siempre. La llegada de la nueva generación del subcompacto americano supone contar con una oferta más amplia, modernizada y mejorada, para ajustarse mejor a las preferencias de sus clientes. Entre las opciones propuestas –cuatro variantes (deportiva, lujosa, tradicional y crossover) con diferentes enfoques y sutiles diferencias estéticas–, la versión ensayada, Titanium cinco puertas, correspondía a la más elegante y versátil. Por configuración, motorización y equipamiento, encajaría bien como segundo coche de la familia o como primer vehí- culo de una pareja con hijos mayores. Su aspecto exterior, con cambios que algunos califican de continuistas, apuntaría hacia un perfil de cliente algo más maduro y formal.
Pero, lejos de comportarse como un funcional utilitario, sin mayores pretensiones que las de cumplir con corrección, el nuevo Fiesta es “el de siempre”. Un emocionante y eficaz subcompacto, jovial, desenvuelto y divertido de conducir, que brilla por su excelente puesta a punto dinámica. Eficacia con eficiencia En combinación con el motor 1.0 EcoBoost de tres cilindros y 125 CV que montaba esta unidad, su respuesta y rendimiento pueden calificarse de gratamente satisfactorios. Por todos es conocida y reconocida la deportividad y agilidad de la que gozan las berlinas, los compactos e incluso los monovolúmenes de Ford; y también es una obviedad a estas alturas destacar las bondades del tricilíndrico de un litro de la marca –acreedor de numerosos premios y galardones como el mejor motor de su categoría–, pero merece la pena destacar el excepcional tándem que forman juntos esta voluntariosa mecánica y la plataforma actual, evolucionada para ofrecer un mejor confort.
Se notan las mejoras de la suspensión y la disponibilidad del sistema de Control de Par Vectorial, que optimiza el agarre en curvas (hasta un 10%, afirman desde la marca) al tiempo que reduce las distancias de frenado un 8%. También es perceptible un menor ruido de rodadura y una dirección muy precisa que facilita su inscripción en las curvas. Todo ello, acompañado de una notable contención en el gasto de carburante (4,3 litros de media) gracias a un bloque de gasolina bastante refinado –sonoridad al ralentí a parte– y que se estira bien hasta arriba, aunque le cuesta algo reaccionar al principio.
Por lo que se refiere a la presentación interior, la apariencia de sus materiales y la percepción que se obtiene desde el habitáculo, se diría que corresponde a un vehículo de un segmento superior. Lo mismo sucede con relación a la disponibilidad de tecnologías y equipamientos de seguridad y ayudas a la conducción, así como en dispositivos de conectividad, con el sistema SYNC 3 y una gran tablet táctil HD de 8” que preside la parte alta de la consola central.
El nuevo Fiesta es un emocionante y eficaz subcompacto, jovial, desenvuelto y divertido de conducir