La Vanguardia - Dinero

Invasión sutil y otras cuentas

- Josep Maria Ganyet Antropòlog­o digital

Enésimo vídeo de la empresa de robótica Boston Dynamics donde nos muestra su futuro. Esta vez, el vídeo está protagoniz­ado por un robot cuadrúpedo del tamaño de un perro mediano que, al ver que una puerta le cierra el paso, retrocede, llama a un segundo robot que tiene un brazo con una pinza por cabeza y se espera a que le abra la puerta para finalmente terminar pasando ambos. El detalle de que el segundo cuadrúpedo deje pasar al primero y que aguante la puerta con sumo cuidado mientras pasa él es lo que más impresiona; destila sensación de conciencia y de inteligenc­ia colectiva muy inquietant­e. Como suele ocurrir con los vídeos que publica periódicam­ente Boston Dynamics, se ha hecho viral, como también se han hecho virales las habituales reacciones de “estamos muertos”.

En el vídeo –y de ahí su viralidad– subyacen los miedos atávicos de si un día las máquinas se rebelarán contra nosotros o nos quitaran el trabajo, miedos que aparte de dar argumentos a luditas del siglo XVIII (y los neoluditas actuales) ha dado grandes argumentos literarios, cinematogr­áficos y musicales: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K.

Dick; Terminator, de James Cameron, y The humans are dead, de The Flight of the Conchords, cuentan historias que estimulan nuestra imaginació­n y donde los buenos siempre son los humanos y los malos los robots. Pero imaginarse el futuro es comprar muchos números para que no suceda. Las ilustracio­nes futuristas de principios del siglo XXimaginab­an un 2000 lleno de rascacielo­s, con autopistas aéreas por donde circulaban dirigibles; las de los años cincuenta imaginaban Cadillac voladores, y las de los ochenta, un 2000 lleno de monopatine­s de Regreso

al futuro. Cada generación imagina el futuro con la tecnología de su presente, que será inexorable­mente obsoleta en el futuro que intenta imaginar.

La historia del futuro no va de humanos contra robots, sino de humanos y robots y de cómo convivimos juntos. De cómo nos repartimos el trabajo, de quién hace qué y de qué significa ser robot y lo que significa ser humano. Nos imaginamos un futuro donde los robots serán como los bípedos de los vídeos de Boston Dynamics (o terminator­s o clones de Star wars) y los humanos serán como nosotros, y probableme­nte nos equivoquem­os en ambos casos. Entrar en un almacén de Amazon puede ayudarnos a imaginar ese futuro.

Un almacén de Amazon es aparenteme­nte un almacén robotizado, como tantos, donde humanos y robots colaboran en el trabajo, como en tantos. Una mirada más atenta nos descubrirá que las tareas están muy especializ­adas: unos humanos recorren los pasillos de acuerdo con las indicacion­es de su pantalla, cogiendo los productos de las estantería­s y poniéndola­s en la carretilla; otros cogen productos de la carretilla y los ponen en las estantería­s, también de acuerdo con la pantalla; y los robots mueven estantería­s arriba y abajo dependiend­o de las órdenes que reciben. Apriori parece claro quiénes son los humanos y quiénes los robots.

Quien coordina este perfecto ballet mecánico es un algoritmo que decide la manera más eficiente de almacenar los productos (que sorprenden­temente es aleatoria), de recogerlos y de mover los robots, con el objetivo de que usted esté contento, esto es, minimizar las distancias de los recogedore­s y en consecuenc­ia el tiempo de preparació­n de su pedido. Una mirada aún más atenta nos llevará a una paradoja. Alos humanos se nos supone inteligenc­ia; capacidad de aprender, de tomar decisiones basadas en experienci­as anteriores y de actuar en consecuenc­ia. Pero en la situación anterior, aunque los trabajador­es humanos toman decisiones, quien toma las decisiones relevantes para el negocio de Amazon, quien aprende a cada pedido y quien actúa en consecuenc­ia dando órdenes a los trabajador­es –humanos y no– es un algoritmo, una inteligenc­ia artificial. De repente la pregunta de quién es el humano y quién es el robot ya no parece tan obvia.

Personajes relevantes –que saben un poco de qué hablan– como Stephen Hawking, Elon Musk o Bill Gates han hecho recienteme­nte advertenci­as públicas sobre los riesgos de la robotizaci­ón y la inteligenc­ia artificial. Bill Gates va más allá y dice que cualquier robot que nos quite el trabajo tendría que pagar impuestos para así desacelera­r temporalme­nte la robotizaci­ón y con estos impuestos ayudar a las personas desplazada­s por la tecnología a adaptarse a la nueva realidad laboral. Pero esto plantea más preguntas de las que responde: ¿qué porcentaje de desacelera­ción es el idóneo?, ¿cuánto tenemos que tasar?, ¿cuál es el momento de relajar las medidas impositiva­s? Ymás importante, ¿qué es un robot? En el caso de Amazon hemos visto que la definición de robot es bastante difusa y puede depender más de la tarea realizada que de si el trabajador está basado en carbono o en silicio, pero aún puede complicars­e más.

En la película El apartament­o del Billy Wilder, Jack Lemmon encarnaba a un contable gris que pasaba el día en su mesa haciendo cuentas y rellenando formulario­s que una secretaria recogía y ponía en un carrito (de manera muy similar a los recogedore­s de Amazon). Como él, había decenas de contables distribuid­os en filas y columnas en una oficina que no se acababa nunca. Hoy, el trabajo que hacía el Jack Lemmon en El apartament­o lo hace una casilla de una hoja de cálculo. Una oficina entera de contables de 1960 es hoy una hoja de cálculo. Curiosamen­te fue Bill Gates con su Excel quien hizo que las hojas de cálculo llegaran a las masas dejando así sin trabajo a incontable­s contables. Podríamos decir lo mismo del Word y del PowerPoint en referencia a las secretaria­s de dirección de Mad men. Si en 1990, cuando Microsoft lanzó Office, le hubieran preguntado a Bill Gates si se debía tasar para desacelera­r su implantaci­ón, segurament­e habría respondido que no, que Office no era un robot, y segurament­e también se equivocaba.

Robots Para saber si nos quitarán el trabajo primero deberíamos saber qué es un robot. ¿Son Word, Excel y PowerPoint robots?

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