La Vanguardia - Dinero

Italia quiere vivir del cuento

A una semana de las elecciones, todos los partidos lanzan recetas económicas imposibles de cumplir que empeorarán las finanzas públicas. Europa vuelve a temblar

- Piergiorgi­o M. Sandri

El mítico personaje de la aclamada película La grande bellezza (2013), Jep Gambardell­a, durante una fiesta mundana que tiene lugar en los palacios Roma, en un momento de frenesí de baile entre los participan­tes en la pista exclama: “Son bonitos los trenecitos de las fiestas. Son bonitos porque no van a ningún sitio”.

Y en eso estamos. Italia vive un momento de relativa euforia económica, mientras los partidos, a una semana de las elecciones generales prometen que la música no parará. Pero el trenecito corre el riesgo de viajar a ninguna parte o de descarrila­r antes de tiempo.

“Es una campaña electoral surreal. Es la feria de la promesas imposibles, de las hipérboles. Nadie dice de dónde van a sacarse los recursos financiero­s, pero todos hablan de gastos”, ironiza Sergio Luciano, comentaris­ta y analista económico.

Con los datos en la mano, Italia vive un periodo económico favorable. En el 2017 el PIB creció un 1,5%, un ritmo inferior al promedio de Europa, pero superior al de las dos décadas anteriores. El país ya suma 14 trimestres consecutiv­os al alza. Se ha creado en la última legislatur­a cerca de un millón de empleos, y se han recuperado los niveles que se tenían antes de la gran recesión. La tasa de paro está en mínimos de cinco años.

Sin embargo, entre la ciudadanía reina un profundo malestar. Las divergenci­as entre el norte y el sur se han acentuado, el país no ha recuperado en términos de riqueza los niveles anteriores a la crisis (está un 5,7% por debajo, y en las zonas más atrasadas se tardará otros diez años en recuperar la riqueza del 2008). De ahí que los partidos se han lanzado a una carrera para prometer lo imposible, con el resultado de que las finan- zas públicas corren el riesgo de desestabil­izarse.

Un peligro al que no es indiferent­e una economía cuya deuda pública supera el 130% del PIB y que, de hecho, empieza a inquietar a Bruselas, que aún recuerda la pesadilla que supuso Grecia para la eurozona. La dificultad para formar un gobierno estable tras el voto agrava aún más el panorama.

El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, reconoció que “tenemos que estar preparados ante el peorescena­rio, con ningún gobierno operativo en Italia y una fuerte reacción negativa de los mercados a partir de la segunda mitad de marzo”.

Bruselas mira con preocupaci­ón la hostilidad creciente de los italianos hacia el Viejo Continente y las políticas deausterid­ad. Laúltima encuesta del Eurobaróme­tro revela que sólo 59% de los ciudadanos están a favor del euro y de la unión monetaria.

Encuantoal­osmercados, el jefe de estrategia de un banco italiano que pide anonimato reconoce que las elecciones italianas son un factor de riesgo. “En particular, para los fondos norteameri­canos o asiáticos. El lunes, después del voto, los jefes llegarán a la oficina y lo primero que preguntará­n será: ¿verdad que hemos vendido nuestras posiciones en Italia?”. Para este analista, “los inversores temen cambios bruscos. Italia no es como Grecia, no es una economía pequeña y es un país sistémico para Europa”. El Istituto BrunoLeoni, unthink

tank liberal, tiene en su página webel contador de la deuda pública italiana, que varía en tiempo real, en cuestión de segundos. La cifra, 2,2 billones de euros, aumenta sin freno (para que se tenga una idea, en Alemania tienen un reloj parecido, pero en su caso el endeudamie­nto se reduce cada segundo unos 78 euros). Pero a los políticos no parece que esto les importe demasiado, o bien es

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