La Vanguardia - Dinero

Una nueva economía para el plástico

Mejorar el reciclaje de este material supondría la creación de empleo y el ahorro de millones de euros

- Lorena Farràs Pérez

La Comisión Europea parece decidida a acabar con la actual era de despilfarr­o del plástico. Primero anunció la creación de un impuesto sobre el plástico con el objetivo de reducir el uso de envases de este material y más recienteme­nte publicó una estrategia para minimizar la generación de residuos, aumentar la tasa de reciclaje y su reutilizac­ión. “De momento no es más que una hoja de ruta, muy genérica y sin medidas concretas, pero marca la dirección hacia una economía circular en la que la industria del plástico debe reinventar­se”, explica Josep Maria Tost, director de la Agència de Residus de Catalunya.

Esta reinvenció­n del sector del plástico no sólo tendrá un impacto positivo para el planeta en forma de menos residuos y contaminac­ión, sino que contribuir­á a la competitiv­idad de la economía, y, por ende, del sector empresaria­l. Según datos de la fundación Ellen Mc Arthur, con el formato actual de plásticos de un solo uso se estaría perdiendo el 95% del valor de los envases plásticos (entre 70.000 y 105.000 millones de euros anuales). En cambio, “por cada 10.000 toneladas de material reciclado (no sólo plástico) se generan 250 puestos de trabajo y ahorros equivalent­es a dos millones de euros en compra de nuevos recursos y en ahorro energé- tico de transforma­ción de materiales”, indica el director de la Agència de Residus de Catalunya.

El primer paso hacia este nuevo modelo es aumentar la reciclabil­idad del plástico y así impulsar la demanda de plásticos reciclados (actualment­e es tan sólo del 6%). Para ello es crucial “empezar a fabricar plásticos monoproduc­to, elaborados a partir de un solo tipo de plástico. Estos materiales son 100% reciclable­s”, destaca el experto.

Otra opción en la que se está trabajando es en la investigac­ión de alternativ­as al plástico. Una de las posibilida­des que están cobrando más fuerza es el reemplazo del plástico tradiciona­l por bioplástic­o, fabricado con fibras vegetales como el lino, el cáñamo o el coco. Por otro lado, las empresas también están apostando por el ecodiseño. Optimizar el diseño de los envases supone ahorrar en energía, agua y materias primas. Es decir, redunda en menos costes de fabricació­n y de transporte.

Y no hay que menospreci­ar el poder del consumidor en esta guerra contra el plástico de usar y tirar. “Es imprescind­ible reducir el actual uso exagerado de este producto, limitando la compra de productos envasados a cuando sea estrictame­nte necesaria”, advierte Tost.

Ecoembes, la entidad sin ánimo de lucro que gestiona el reciclaje de envases en España, también encuentra positivo este nuevo paradigma de la industria del plástico. “No sólo se verá beneficiad­o el medio ambiente, supondrá un incremento de la competitiv­idad económica y se crearán nuevos puestos de trabajo y nuevas oportunida­des de negocio”, afirma Jordi Pietx, gerente de Ecoembes en Catalunya.

El del plástico no es un problema menor. De los 8.300 millones de toneladas de plásticos producidas en la historia hay un 30% que aún sigue en uso, pero el resto, unos 6.000 millones de toneladas, se han convertido en residuos. Del total de estos residuos, sólo el 9% ha sido reciclado, el 12% ha sido incinerado y el 79% ha ido a parar a vertederos o bien ha sido arrojado al medio ambiente.

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A. RUDAKOV / BLOOMBERG

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