Ejecutivo agresivo
La berlina de AMG saca a relucir su lado más ‘oscuro’ en la versión S
El Clase E de Mercedes es un sobrio sedán de representación que tiene entre sus clientes potenciales a respetados hombres de negocios, altos directivos de prestigio y reputados profesionales liberales de éxito. Gerentes de grandes empresas y compañías de renting, flotas o transporte VIP apuestan también por esta berlina ejecutiva como solución de movilidad para sus compromisos. Su elegancia, sofisticada pero discreta, y su presencia, moderna a la vez que clásica, lo convierten en una opción ideal que transmite una imagen de calidad, serenidad, tradición y estilo.
Sin embargo, en la amplia gama de variantes mecánicas del Clase E, hay versiones que rompen con lo establecido, que se alejan de los convencionalismos y que dinami- tan la habitual percepción estereotipada sobre Mercedes como una marca sólo para gente mayor. Muy al contrario, la firma de la estrella es quizás responsable de los modelos más actuales y estéticamente más atractivos entre los fabricantes prémium. Y para muestra, el imponente AMG E 63 S 4MATIC+ objeto de esta prueba. Pocas –o ninguna otra berlina grande– hay hoy más transgresora y contestataria que este auténtico súper deportivo camuflado bajo una noble carrocería sedán.
Con una presencia desafiante, parece estar al acecho, en guardia, y dispuesto a entregar al instante su explosiva potencia. Como un depredador, aguarda inquieto y expectante el momento; entonces, lanza el ataque y deja brotar su ingente torrente de potencia de forma desbocada y sal- vaje. La patada es sencillamente bestial, fruto de la descomunal caballería (612 CV) de su motor 4.0 V8 biturbo, y de su apabullante cifra par: 850 Nm entre 2.500 y 4.500 rpm.
Gestionada magistralmente por la caja de cambios AMG Speedshift MCTde 9 velocidades y digerida con una sorprendente eficacia –aunque no sin dificultad– por la tracción 4MATIC+, toda esa fuerza de empuje se transforma en una estratosférica aceleración. Basta apuntar que alcanza los 100 km/h en sólo ¡3,4 segundos! Sin apenas tiempo para respirar alcanza la limitación de los 250 km/h aunque sobrepasaría los 300 sin inmutarse si la electrónica (y las autoridades) lo permitieran.
Capítulo aparte merece su sonoridad mecánica, provista con el sistema de escape AMG Performance opcional, que incita a pecar pisando y soltando reiteradamente el acelerador para deleitarnos con las gárgaras de Satán.
Y lo mejor de todo, más allá de su diabólica furia y de su instinto animal, es que se trata de una berlina Mercedes, con todas las comodidades imaginables, con el equipamiento tecnológico más avanzado del segmento, y con espacio a raudales para viajar plácidamente en familia si se desea. Certifica –sobre el papel– unos comedidos 9 litros gracias al sistema de desconexión selectiva de cilindros AMG Cylinder Management, disponible a bajas vueltas en el modo Comfort.