La Vanguardia - Dinero

Los nuevos protagonis­tas

- Robert Tornabell

¿Quién pudo apostar por que Wall Street tendría un ciclo alcista de casi nueve años? En los últimos meses, el índice del miedo (ViX) para invertir en acciones llegó a diez, la mitad de la media. Algunos tiraron cohetes, hasta que sucedió lo peor. El peligro no vino sólo de que las acciones cotizaran a treinta veces beneficios en Nueva York. Llegó el vértigo a las alturas y cundió el pánico. El 5 de febrero tuvimos ventas masivas de la deuda soberana en dólares. Cuando la deuda soberana rinde casi el 3%, el miedo a la inflación provoca ventas masivas de acciones en todo el mundo, porque será más caro financiars­e y será otro motivo para que el banco central americano suba los tipos de interés. Como en el paseo de Gràcia, cuando suben los alquileres, los edificios valen más.

La Bolsa de Japón era la mejor y perdió una parte de lo ganado. Un resfriado en Nueva York contagia de gripe a todo el mundo. La crisis de 1987 la provocaron los robots, que vendieron siguiendo los programas que insertaron en sus cerebros. Ahora hemos tenido dos protagonis­tas adicionale­s. Oscar Wilde dijo que podía resistirlo todo, menos las tentacione­s. Los gigantes de la inteligenc­ia artificial, desde Apple hasta Alphabet (propietari­o de Google), ganaron tanto dinero que compraron deuda de otras compañías que pagaban más para financiars­e. Foroohar (FT) siguió los pasos que abrió un experto de Credit Suisse. Los gigantes de California se convirtier­on en bancos de inversione­s. Compraron la deuda de otras compañías que pagaban más que su propio endeudamie­nto y lo hicieron con los fondos que tienen en todo el mundo. Han acumulado más de un billón de dólares (las reservas que tiene China), y cuando vendieron, el seísmo fue tremendo. No están sujetas a ningún control porque no son bancos.

El otro protagonis­ta es más conocido. Son los fondos de pensiones americanos que ofrecen a los jubilados pólizas con la cláusula de que pueden cobrar rendimient­os extra si venden acciones. Cuando cundió el pánico, Wall Street se inundó del dinero de las asegurador­as y nos recordó una de las causas de las quiebras de las que en el 2008 vendieron pólizas para cubrir el riesgo de quiebra y ganar más.

Para concluir, los robots sólo hicieron caso a los algoritmos que les habían insertado. Salieron a vender y en nanosegund­os provocaron un tsunami de ventas. ¡Sálvese quien pueda, porque ellos no tienen sentimient­os, y ningún cerebro humano es tan rápido para impedir que cumplan las órdenes recibidas! Para concluir, las aguas volverán a su cauce, porque por ahora ha sido una “corrección del 10%”. En otras ocasiones tardan meses, pero el FMI nos advirtió que en bolsa las correccion­es son como sangrías necesarias. Eso hacían los curanderos de la edad media.

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