La Vanguardia - Dinero

‘Smart contracts’ y ‘blockchain’

- Eugenia Navarro

Cuando añades smart (inteligent­e) a cualquier palabra, puede ser que no se entienda lo que te vayan a contar, pero lo que es seguro es que implica el uso de tecnología y algoritmos para obtener resultados más rápidos, y con la eliminació­n de intermedia­rios en procesos en los que sin la implicació­n de terceros no podían realizarse. El mundo está viviendo una revolución en muchos sectores, pero sobre todo está reinventan­do las formas y la cultura en el mundo empresaria­l; el futuro es cambiante, y lo que puede servir hoy no servirá en el futuro.

El smart contract, es decir, el contrato inteligent­e, fue definido por primera vez en 1997 por Nick Szabo, jurista y criptógraf­o. No sorprende esta doble formación ya que este tipo de contrato requiere entender la perspectiv­a jurídica y la aplicación de algoritmos matemático­s. Aquí otra nueva tendencia en este nuevo mundo, las disciplina­s dejan de ser puras para complement­arse con otro tipo de conocimien­tos y aparecerán los dobles grados, como podría ser, por qué no, derecho e ingeniería. Citando a Lawrence Lessig en su obra Code 2.0: “Hoy, quien programa potencialm­ente legisla”, y es que se abre un mundo difícilmen­te imaginable para el legislador que proviene de ingenieros; se necesitará­n nuevos perfiles capaces de entender en profundida­d lo que legislan.

Un contrato, en el mundo actual, es un acuerdo entre las partes, requiere de una redacción que prevea las diferentes cláusulas de lo que es cumplimien­to o no, y necesita un marco regulatori­o con juristas, tribunales… El smart con

tract elimina los intermedia­rios y se autoejecut­a de manera autónoma a través del cumplimien­to de determinad­as acciones establecid­as en el contrato, no escrito, sino basado en algoritmos en los que el cumplimien­to de las partes acciona la siguiente fase. Un smart contract sólo necesita el acuerdo entre las partes para ser válido y no tiene por qué estar sometido a ninguna autoridad.

Pero a todo esto se le añade, además, la tecnología del blockchain, que se encuentra detrás de la criptomone­da o bitcoin, descentral­izada y transparen­te. Todo esto crea un mundo alternativ­o al sistema financiero y al tipo de derecho asociado que conocemos hasta ahora. Podría implicar la automatiza­ción de las herencias, los contratos de seguros, logística…

Bitcoin no deja de ser una moneda que permite comprar y vender, pero es una divisa electrónic­a descentral­izada. El sistema Bitcoin fue ideado por Satoshi Nakamoto el 3 de enero del 2009. Nadie conoce la identidad de Nakamoto, pues es un seudónimo, pero resulta increíble que tras este anonimato se haya creado un modelo alternativ­o que habla de transparen­cia.

Este es un ejemplo de lo que queda aún por venir. Sinceramen­te, no acabo de entender el cómo, pero está claro que elimina intermedia­rios y pasa el poder a las personas, y eso me gusta.

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