La mirada artificial más humana
La inteligencia artificial es una realidad y no se trata sólo de ciencia ficción: en el 2018 ya permitirá a los negocios ser más productivos, según un informe elaborado por PwC
Suena a paradoja, pero la inteligencia artificial (IA) nació en la época con la mirada más humana. En la antigua grecia, civilización dominada por la razón, la ciencia y la oratoria, un matemático, de nombre Ctesibio, inventó una máquina autocontrolada basada en el comportamiento racional. Corría el año 250 a.C. cuando este regulador de flujo de agua se convertía, de la mano de un humano, en la primera y embrionaria muestra de IA. Siglos después, otro humano, Alan Turing, revolucionaba la ciencia de la computación con el desarrollo de la máquina de Turing, lo que le ha valido para ser considerado como uno de los padres de la inteligencia artificial. Hasta hoy. Un año, 2018, en el que la mirada artificial es aún humana, alejada (de momento) de los escenarios futuristas en los que los robots dominan el mundo y las personas son inmortales. Porque detrás de esta tecnología en continua evolución siguen estando los humanos.
En el 2018, la inteligencia artificial permitirá a las empresas explotar el
potencial del big data y ser más productivas. Una mirada realista, alejada de planteamientos más propios de la ciencia ficción, impulsada por PwCa
partir del informe 2018 AI productions: eight insights to shape business
strategy, en el que la firma trata de predecir cómo impactará la inteligencia artificial en el mundo de los negocios y en la sociedad en los próximos meses. “Acorto plazo la IA va a ser fundamental para sacar partido a la gestión de enormes cantidades de datos”, explica Javier Barguñó, socio responsable de data analytics en PwC, quien añade, sin embargo, que “no todos han sabido sacar partido a las grandes inversiones en equipos y tecnología y enfocar su estrategia de datos de manera correcta”.
Las cábalas acerca del potencial que tiene la inteligencia artificial y el infinito campo de posibilidades que abre la tecnología a medio y largo plazo traen consigo un futuro incierto. Tanto, que parece imposible avanzarse a lo que ocurrirá en los próximos años, si bien el propio Barguñó asegura que “llegaremos mucho más lejos de lo que podemos imaginar, incluso en aquellas predicciones más atrevidas”. En este ejercicio de PwC para situar la realidad de la inteligencia artificial en la actualidad, la firma ha detectado diversas perspectivas que explican el papel (determinante) de la IA a corto plazo en el ámbito laboral.
Yel titular del informe podría ser que el 2018 es un año para poner los pies en el suelo. En primer lugar, porque la IA no va a crear nuevas industrias en la actualidad (quien sabe en el futuro) sino que ayudará a las empresas a ser más productivas y eficientes. Tanto, que un 67% de los directivos entrevistados afirma que esta tecnología va a permitir a humanos y máquinas trabajar juntos para ser más fuertes. Yen segundo lugar, como consecuencia de esta última reflexión, porque la evolución del mercado de trabajo va ser más gradual y positiva de lo que muchos piensan con el impulso de la robotización. La IA provocará cambios. Muchos. Pero todavía no ha llegado ese día en el que muchos apuestan por la destrucción masiva de puestos de trabajo. En el informe elaborado por PwCen 28 países se estima que en el 2020 el porcentaje de puestos con un alto riesgo de desaparición alcanzará sólo el 1%. Del mismo modo, el estudio apunta que se crearán nuevas posiciones que sustituirán a las actuales, principalmente aquellas que conlleven labores muy repetitivas. “El que no entienda que en el día a día su puesto de trabajo va a cambiar va a tener problemas”, asegura el responsable de data analy
tics de PwC, consciente de la necesidad de adaptación a este cambio transformacional radical.
E igual que para las personas, Bar- guñó incide en la necesidad de que las organizaciones entiendan que “la inteligencia artificial no es una cuestión de ganar ventaja competitiva, sino de supervivencia”. Para ello, insiste en que “ha llegado el momento de que las empresas no sólo realicen pruebas de concepto sino que comiencen a aplicar todo el trabajo realizado en entornos reales”. De esta manera, por ejemplo, la inteligencia artificial ayudará a saber mejor para qué sirve esa inacabable montaña de datos que se generan en los negocios cada minuto. “No sólo se trata de analizar enormes volúmenes de datos y tomar decisiones inteligentes que de manera manual sería imposible, sino de aplicarlo todo para mejorar el rendimiento del negocio”, explica Barguñó. Yde aquí nace otra de las conclusiones: el auge de perfiles profesionales híbridos, con aptitudes en negocio, tecnología y analítica. En otras palabras, la lucha por el talento se centrará en especialistas funcionales y no en tecnólogos. Lo que nos demuestra, de nuevo, que de Ctesibio a los expertos de hoy, pasando por Turing, la mirada artificial es muy humana. De momento.