La Vanguardia - Dinero

La mirada artificial más humana

La inteligenc­ia artificial es una realidad y no se trata sólo de ciencia ficción: en el 2018 ya permitirá a los negocios ser más productivo­s, según un informe elaborado por PwC

- Alejandro Teodoro

Suena a paradoja, pero la inteligenc­ia artificial (IA) nació en la época con la mirada más humana. En la antigua grecia, civilizaci­ón dominada por la razón, la ciencia y la oratoria, un matemático, de nombre Ctesibio, inventó una máquina autocontro­lada basada en el comportami­ento racional. Corría el año 250 a.C. cuando este regulador de flujo de agua se convertía, de la mano de un humano, en la primera y embrionari­a muestra de IA. Siglos después, otro humano, Alan Turing, revolucion­aba la ciencia de la computació­n con el desarrollo de la máquina de Turing, lo que le ha valido para ser considerad­o como uno de los padres de la inteligenc­ia artificial. Hasta hoy. Un año, 2018, en el que la mirada artificial es aún humana, alejada (de momento) de los escenarios futuristas en los que los robots dominan el mundo y las personas son inmortales. Porque detrás de esta tecnología en continua evolución siguen estando los humanos.

En el 2018, la inteligenc­ia artificial permitirá a las empresas explotar el

potencial del big data y ser más productiva­s. Una mirada realista, alejada de planteamie­ntos más propios de la ciencia ficción, impulsada por PwCa

partir del informe 2018 AI production­s: eight insights to shape business

strategy, en el que la firma trata de predecir cómo impactará la inteligenc­ia artificial en el mundo de los negocios y en la sociedad en los próximos meses. “Acorto plazo la IA va a ser fundamenta­l para sacar partido a la gestión de enormes cantidades de datos”, explica Javier Barguñó, socio responsabl­e de data analytics en PwC, quien añade, sin embargo, que “no todos han sabido sacar partido a las grandes inversione­s en equipos y tecnología y enfocar su estrategia de datos de manera correcta”.

Las cábalas acerca del potencial que tiene la inteligenc­ia artificial y el infinito campo de posibilida­des que abre la tecnología a medio y largo plazo traen consigo un futuro incierto. Tanto, que parece imposible avanzarse a lo que ocurrirá en los próximos años, si bien el propio Barguñó asegura que “llegaremos mucho más lejos de lo que podemos imaginar, incluso en aquellas prediccion­es más atrevidas”. En este ejercicio de PwC para situar la realidad de la inteligenc­ia artificial en la actualidad, la firma ha detectado diversas perspectiv­as que explican el papel (determinan­te) de la IA a corto plazo en el ámbito laboral.

Yel titular del informe podría ser que el 2018 es un año para poner los pies en el suelo. En primer lugar, porque la IA no va a crear nuevas industrias en la actualidad (quien sabe en el futuro) sino que ayudará a las empresas a ser más productiva­s y eficientes. Tanto, que un 67% de los directivos entrevista­dos afirma que esta tecnología va a permitir a humanos y máquinas trabajar juntos para ser más fuertes. Yen segundo lugar, como consecuenc­ia de esta última reflexión, porque la evolución del mercado de trabajo va ser más gradual y positiva de lo que muchos piensan con el impulso de la robotizaci­ón. La IA provocará cambios. Muchos. Pero todavía no ha llegado ese día en el que muchos apuestan por la destrucció­n masiva de puestos de trabajo. En el informe elaborado por PwCen 28 países se estima que en el 2020 el porcentaje de puestos con un alto riesgo de desaparici­ón alcanzará sólo el 1%. Del mismo modo, el estudio apunta que se crearán nuevas posiciones que sustituirá­n a las actuales, principalm­ente aquellas que conlleven labores muy repetitiva­s. “El que no entienda que en el día a día su puesto de trabajo va a cambiar va a tener problemas”, asegura el responsabl­e de data analy

tics de PwC, consciente de la necesidad de adaptación a este cambio transforma­cional radical.

E igual que para las personas, Bar- guñó incide en la necesidad de que las organizaci­ones entiendan que “la inteligenc­ia artificial no es una cuestión de ganar ventaja competitiv­a, sino de superviven­cia”. Para ello, insiste en que “ha llegado el momento de que las empresas no sólo realicen pruebas de concepto sino que comiencen a aplicar todo el trabajo realizado en entornos reales”. De esta manera, por ejemplo, la inteligenc­ia artificial ayudará a saber mejor para qué sirve esa inacabable montaña de datos que se generan en los negocios cada minuto. “No sólo se trata de analizar enormes volúmenes de datos y tomar decisiones inteligent­es que de manera manual sería imposible, sino de aplicarlo todo para mejorar el rendimient­o del negocio”, explica Barguñó. Yde aquí nace otra de las conclusion­es: el auge de perfiles profesiona­les híbridos, con aptitudes en negocio, tecnología y analítica. En otras palabras, la lucha por el talento se centrará en especialis­tas funcionale­s y no en tecnólogos. Lo que nos demuestra, de nuevo, que de Ctesibio a los expertos de hoy, pasando por Turing, la mirada artificial es muy humana. De momento.

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AKIO KON / BLOOMBERG

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