Ericsson: cambio de ciclo con el 5G
La generación de nuevos modelos de negocio de las futuras redes depende de la exploración de casos de uso
El esfuerzo de Ericsson se ha centrado en que sus equipos 4G estuvieran preparados para operar con 5G
El llamado capitalismo paciente del que presume la sociedad sueca pasa por una prueba (de paciencia, precisamente) en una de sus empresas emblemáticas, la más que centenaria Ericsson. Sus ingresos del año pasado han superado por poco los del 2008, que fue su peor momento. Börje Ekholm, consejero delegado desde enero del 2017, compareció el lunes pasado ante la prensa en el Mobile World Congress, pero no habló de los resultados del ejercicio. En cambio, se explayó sobre las venideras redes 5G. Tiene sentido, porque el futuro de Ericsson depende, casi enteramente, de un acrónimo de cinco letras, capex (inversión en bienes de capital), que resume el comportamiento inversor de los operadores en la quinta generación inalámbrica.
Según un estudio presentado en coincidencia con el MWC, el tráfico de datos –consecuencia de la demanda– que van a soportar las redes se multiplicará por ocho en los próximos cinco años. Tras sucesivas etapas de estandarización y desarrollo de la tecnología, 5G se acerca a una fase precomercial, y con esta finalidad, Ericsson ha firmado 38 acuerdos con operadores para ir adelante con pruebas que permitan identificar casos de uso. De entrada, partirá de una lista de 200 áreas en nueve categorías.
Ekholm insistió en que, a diferencia de 3G y 4G, la quinta generación se caracterizará por no prever un caso de uso único ni dominante. “La banda ancha móvil, muy mejorada, aporta velocidad, latencia más baja y una experiencia de usuario, pero sobre todo permite alcanzar una eficiencia muy superior en el uso de las redes: un emplazamiento que combine 4G con 5G [la hipótesis más corriente] permitiría que la entrega de datos se hiciera a una décima parte del coste típico con 4G”.
El esfuerzo de Ericsson se ha centrado en que sus equipos 4G estuvieran preparados para evolucionar hacia 5G: los productos a partir del 2015 tendrán la capacidad de adaptarse a los nuevos estándares de radio a través de instalación remota por software.
El punto clave que influirá en las pruebas próximas será lo que se conoce como network slicing, una innovación característica de 5G. La ventaja que aporta este procedimiento procede de su asi- milación a una partición lógica de la red en franjas. Con mayor o menor intensidad y urgencia, todos los operadores están explorando el concepto. Pero Ekholm hizo dos apuntes interesantes: uno, relacionado con la oportunidad que se presenta de normalizar las bandas de frecuencia. El otro, con calado político, es una enmienda a las autoridades competentes relacionada con la controvertida neutralidad de las redes.
Su principio básico, muy razonable a priori, es la prohibición de toda práctica que estrangule o degrade el rendimiento de las redes para tratar con criterios diferentes unos contenidos frente a otros. “Este es el fundamento de los servicios que hoy conocemos –dijo–, pero esta lógica de tratar a todos los bytes de datos por igual [para evitar discriminación] podría ser contraproducente, porque el potencial de la era 5G reside en crear y desplegar servicios que plantean requerimientos diferentes”.
El panorama de 5G es heterogéneo en distintas regiones del planeta. Estados Unidos y China muestran, por distintas razones, voluntad de acelerar. En el primer caso, porque los operadores están interesados en lanzar servicios fijos inalámbricos, como alternativa viable al despliegue de fibra, que sería inasequible en Estados Unidos. En China, los motivos son otros: esencialmente corresponden a una “estrategia de país”, intención de ponerse al frente del fenómeno. Por su parte, Japón también acelera, porque aspira a que la cita olímpica del 2020, en sí misma una muestra de renacimiento tecnológico, sea recordada por la introducción de 5G a escala comercial.
En Europa, la situación tiene matices: la fibra se ha desplegado masivamente [el porcentaje más alto se da en España], de modo que el modelo de negocio necesariamente difiere: no hay lugar para prestaciones de fijo inalámbrico, pero sí para promover ecosistemas en los que cada operador se asocie con sectores verticales para explotar esos “casos de uso” previamente identificados y convertirlos en “casos de negocio”.