Enzo tenía razón
El 70% de los clientes que compren un Portofino no habrán tenido nunca antes un Ferrari
basta con mantener pulsado un botón situado en la consola central. Podemos descapotarlo en marcha, siempre que circulemos a menos de 40 km/h, aunque lo más sensato es hacerlo en parado.
Cabe destacar asimismo que con el techo puesto el Portofino es un estilizado cupé de armoniosa silueta. Visto de perfil destaca una ondulación que nace en las ruedas delanteras y se diluye en las puertas para mejorar la aerodinámica. Se podría concluir que el Portofino es máselegante y discreto de líneas que el California, como si Ferrari deseara huir de la estridencia para concentrarse en la pureza de un concepto que llaman GT. Es decir, un deportivo que se pueda usar de lunes a viernes y con el que se pueda viajar durante el fin de semana, gracias, también, a un maletero de 292 litros. Joya mecánica El 70% de los clientes que compren un Portofino no habrá tenido nunca antes un Ferrari. Y esto es importante a la hora de conducirlo. En este sentido, lo que primero que sorprende es que es un coche muy fácil de conducir. Amable y delicado, podemos recorrer una carretera de costa disfrutando del aire y del sol. Pero es un Ferrari, claro, y con un motor V8 con turbo de 600 CV. Instalado en unhabitáculo acogedor, con unos asientos ligeros de estructura de magnesio, y finos para dejar másespacio atrás, el conductor da vida al motor con un botón rojo situado a la izquierda del volante. A la derecha tiene el famoso manettino, con el que podemos seleccionar los modos Comfort, Sport y ESC-OFF. El volante es precioso, cortado por la parte inferior y acabado en carbono, con las levas de gran tamaño fijas para accionar el mejor cambio secuencial que existe, en este caso de siete velocidades.
Pero si hay algo que distingue a un Ferrari es el motor, y en eso siguen siendo los mejores. Con una melodía armoniosa, sin intervención electrónica, procedente de los cuatro escapes, este V8 es un prodigio de suavidad. Empuje de forma contundente desde el principio, siempre con un sonido que invita a acelerar más y más, y estira sin rechistar hasta superar las 7.500 rpm. Potencia lineal, sin sobresaltos, y hasta donde quiera el conductor, que, ayudado de una dirección asistida eléctrica muy precisa, puede ir descubriendo las enormes posibilidades dinámicas de uno de los mejores descapotables que se han fabricado. Un cóctel redondeado por unos frenos carbocerámicos incansables, capaces de detenerlo completamente en 34 metros desde los 100 km/h.