ERP, un software que vive bien en las nubes
El mercado de software empresarial vive unasituación que invita al optimismo de los vendedores. Contra lo que superficialmente se ha pensado, el tránsito de las empresas hacia el cloud computing no mengua la demandadesoftware, pero la hace más flexible y versátil. Es el caso de una de las categorías clásicas, que responde a la sigla ERP ( enterprise resources planning) y lleva décadas renovándose sutilmente. Si para escoger un ERP hay que pensarlo bien, luego los hábitos de trabajo nosecambiandelanocheala mañana. Así que este rasgo ha protegido la estabilidad del negocio de los suministradores, incluso durante la crisis.
Tiempo atrás, la consultora IDC estimaba que el mercado mundial de ERP alcanzaría este año casi 24.000 millones de dólares, y aproximadamente un 15% correspondería a la modalidad de servicio cloud. Juan Antonio Fernández, consejero delegado deUnit4Ibérica, confirma que en su esfera de mercado, las pymes españolas (de 10 a 300empleados), el ritmo es del 4%, también según IDC. Aunque Fernández subraya que Unit4, con una cuota de mercado que estima en el 12%, va muy por delante de la media española.
Otra referencia es uninforme del ente público Red.es, publicado a finales del 2017 con cifras del año anterior. “Menos de cuatro de cada diez empresas de este rango tenían instalado un ERP”, señala Fernández. Lo que vendría a desmentir a quienes creen que la categoría está saturada. “Por el contrario, creo que tiene recorrido, sobre todo en la modalidad SaaS (software como servicio), pero tampoco hay que interpretar que los nuevos clientes se ad- hieran inmediatamente al modelo cloud”.
Podría decirse lo contrario: un 25% de la base instalada de Unit4 en España ha migrado su ERP a la nube. Esta proporción le evita distorsiones bruscas en su salud financiera y, a la vez, implica una conversión gradual desde los ingresos finalistas por la venta de licencias hasta el modelo recurrente, por suscripción.
¿Esta migración es voluntaria o fruto del marketing? ¿Es duradera? Normalmente, de cada 100 oportunidades [así llama JuanAntonio Fernández a las empresas predispuestas a comprar un ERP], era raro que un cliente llegara con la idea previa de migrar al cloud. “Este era un prejuicio entre los directivos: tener el software instalado en casa era una manera de sentirse seguro y de ser imprescindible [...] Ahora mismo, por primera vez en muchos años, observo una predisposición inversa, se prefiere la flexibilidad que permite la suscripción en lugar de aferrarse a la inversión de capital”.
Esto ocurre porque el cargante mensaje de la transformación digital al final está calando. Unabuena noticia para Fernández: “Empezamos muy pronto la migración de nuestra arquitectura a un planteamiento que ni siquiera se llamaba cloud, y ahora nos encontramos cómodos con la evolución del mercado”.
Hoy, toda empresa que se precie está atenta a lo que hacen sus competidoras, y lo que ven alrededor es una digitalización que cambia las maneras de funcionar. Generalizando, este es el papel del software y la razón de existir del ERP. “Nadie puede permitirse quedar atrás”, resume Fernández, pero desglosa otros factores: si la empresa vegeta con un crecimiento lento o plano, la vida útil del software se lleva hasta el final, unos cuatro años; pero si es dinámica y volcada a salir de su ámbito natural, alos dosañosexperimentarála necesidad de renovación.
“Lo importante es que el cliente llegue por sí mismo a la necesidad deactualizar suplataformadegestión –advierte–, que no tiene por qué estar en la última versión, que a esas alturas puede que sea la penúltima. Nos cuidamos mucho de someterlo al estrés del cambio continuo”. No obstante, algunas circunstancias empujan a la renovación. Una, manifiesta, es la evolución regulatoria, según ha quedado demostrado con la implantación del SII (SuministroIntegrado de Información) por el que la Agencia Tributaria recoge automáticamente los registros de facturas, y que ha provocado una ola de actualizaciones de software. Lo mismo está pasando, en otra escala, con el Reglamento General de Protección de Datos, que entrará en vigor el 25 de mayo próximo en toda la UE.