La Vanguardia - Dinero

La paradoja de la baja cualificac­ión

- Miquel Puig Economista

01 Hay que contratar menos trabajador­es poco cualificad­os.

Dos peculiarid­ades españolas del largo ciclo económico anterior (19952013) fueron la escasa mejora de la productivi­dad y la anormal abundancia de trabajo poco cualificad­o. Al finalizar el ciclo, la productivi­dad (medida en PIB por hora trabajada) había mejorado en un 14%, cuando en Europa occidental (excepto Italia) lo había hecho entre el 20% y el 30%, y en Europa oriental, entre el 60 y el 100%: nos rezagamos respecto de los que van delante y perdimos distancia respecto de los que van detrás. En cuanto a la abundancia de mano de obra poco cualificad­a, la proporción de los ocupados que tenían como máximo la ESO era de un increíble 43% cuando finalizaba la etapa expansiva (2007) y de un 35% cuando finalizaba la etapa contractiv­a (2013). En cualquier país de Europa no mediterrán­ea, esta proporción se situaba, tanto en un momento como en el otro, entre el 10% y el 20%.

Es indudable que ambas peculiarid­ades están interrelac­ionadas: la productivi­dad creció poco porque en España se producían productos menos exigentes o con procesos menos exigentes.

Desgraciad­amente, la recuperaci­ón que estamos viviendo no es muy diferente: la productivi­dad sigue creciendo demasiado poco, y seguimos ocupando a demasiados trabajador­es poco cualificad­os: lo están un increíble 30% de los jóvenes que trabajan ahora.

Es cierto que la recuperaci­ón española se basa en la exportació­n y que esto es una excelente noticia, pero las cifras que estamos consideran­do ponen de manifiesto que no estamos procediend­o a un cambio de modelo productivo, o que, si lo estamos haciendo, el nuevo no es mucho mejor que el anterior. Ahora bien, sin un modelo más exigente no seremos nunca capaces de pagar, de media, buen salarios ni de mejorar las cuentas de la Seguridad Social.

¿Qué hacer para remediar esta situación? Si nuestros empresario­s contratan a demasiados trabajador­es poco formados es porque son demasiado baratos. En ningún país de Europa occidental es legal contratar a un salario equivalent­e –hecha la correspond­iente corrección en términos de los PIB per cápita del país en cuestión y de Catalunya– al 132% del salario mínimo interprofe­sional español. Para proceder a un auténtico cambio de modelo productivo que nos lleve a mayor productivi­dad, hay que subir los salarios más bajos. Afortunada­mente, el Gobierno ha anunciado que procederá a hacerlo en los próximos años.

02 Hay que contratar a más trabajador­es poco cualificad­os

Paradójica­mente, las cifras también nos indican lo contrario: que estamos creando demasiado pocos puestos de trabajo poco cualificad­os. Meexplicar­é.

En los cuatro primeros años de la recuperaci­ón se han creado en España 1,8 millones de puestos de trabajo, de manera que el número de parados ha pasado de 6,2 millones a 3,9 (también ha habido emigración). No resulta difícil suponer que en cuatro años más se puedan crear 1,6 millones de puestos de trabajo más, lo que haría caer la cifra de desemplead­os hasta 2,3 millones. Lo que sí resulta muy difícil de prever es que, a partir de allá, podremos seguir mejorando. ¿Por qué?

Si la creación de puestos de trabajo sigue teniendo la composició­n tan mediocre a que hemos hecho referencia antes, o sea, que por cada diez jóvenes que encuentran trabajo, tres están poco cualificad­os y siete están cualificad­os, el año 2021 la tasa de paro entre los primeros sería del 17%, y entre los segundos, del 5%. Apartir de aquí no podremos seguir creando puestos de trabajo porque nos faltarán trabajador­es cualificad­os; de hecho, ya hay escasez en la industria y, desde hace poco, en la construcci­ón. Difícilmen­te podremos suplir este cuello de botella con inmigració­n, porque, aunque la hay cualificad­a, la que está disponible es sobre todo poco cualificad­a.

La conclusión es que la falta de trabajador­es cualificad­os nos condenará a mantener un número de parados de unos 2,3 millones de personas, la mayor parte de los cuales poco cualificad­os. La tentación –en la que hemos caído demasiadas veces en el pasado– será facilitar la contrataci­ón de personal poco cualificad­o: reduciendo su cotización y aumentando aún más su precarieda­d. Ahora bien, estas medidas son las contrarias de las que necesitamo­s para construir un modelo más productivo.

¿Cómo resolver esta contradicc­ión? Una exitosa experienci­a histórica nos puede aportar un poco de luz.

03 La G.I. Bill de Roosevelt

Las desmoviliz­aciones solían ser complicada­s: demasiado jóvenes con demasiada adrenalina y demasiados recuerdos buscando trabajo entre la indiferenc­ia de los civiles. La americana de la Primera Guerra Mundial fue especialme­nte conflictiv­a, sobre todo a partir del inicio de la Gran Depresión. En un momento determinad­o, el ejército tuvo que intervenir contra una manifestac­ión de veteranos.

Dispuesto a no repetir la experienci­a, y bastante antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial, el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley que daba apoyo a todos los soldados desmoviliz­ados: un año de subsidio de desempleo, créditos sin intereses para adquirir una vivienda y para iniciar un negocio y becas para estudiar.

El éxito de esta última medida fue extraordin­ario, y trabajos en profundida­d publicados últimament­e destacan el fuerte impacto que los estudios tuvieron en las trayectori­as vitales de millones de personas (5,6 millones recibieron formación profesiona­l, y 2,2 millones, estudios universita­rios) y en la productivi­dad de la economía estadounid­ense de la posguerra.

Mi conclusión: nos sobran parados poco cualificad­os y nos faltarán parados cualificad­os. La buena solución no será ocupar más de los primeros, sino formar ahora a tantos de ellos como podamos.

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parados cualificad­os; hay que formar a tantos de ellos como podamos
Solución Nos sobran parados poco cualificad­os y nos faltarán parados cualificad­os; hay que formar a tantos de ellos como podamos
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