Calidad de vida y poco dinero aún Gracias al efecto del Mobile, han ganado peso las nuevas empresas de base más tecnológica
la llegada del Mobile (2006) y la creación del 4YFN (2014) –el impacto se traduce en que el 70% de las start-ups en Catalunya tienen vinculación con las TIC–; también la creación en el 2013 de la asociación Barcelona Tech City y la puesta en marcha de su emblemática sede en el edificio histórico de Palau de Mar, el Pier 01 (en el 2016). Yhaber sido punto de atracción de gente defuera conmentalidademprendedora: el 14% de las start-ups en Barcelona tiene fundador es extranjeros, y el 23% de los trabajadores del ecosistema lo son.
“La joie de vivre de Barcelona es un activo intangible increíble y que los emprendedores aprovechan en sus procesos de contratación”, responde Tluszcz. Sin embargo, añade que “comparar Barcelona con Silicon Valley sería como comparar un equipo de Segunda B con el Barça. Es un defecto típicamente europeo, no es justo ni constructivo”.
Que no pueda equipararse a Sili- con Valley (la meca de la innovación nació de los semiconductores, impulsado por la industria militar de EE.UU., y cuenta con unos volúmenes de financiación y talento inalcanzables) no quita que Barcelona tenga “cosas que pocas ciudades en el mundo pueden ofrecer”, apunta Miguel Valls. Se refiere a la calidad de vida, ese concepto que incluye la geografía, el clima, el entorno social abierto y cosmopolita, el conocimiento de idiomas, el mar, las infraestructuras. “No lo tenemos todo todavía. Pero avanzamos”. El impulso que necesita ahora el ecosistema son más historias de éxito. “Estamos aún lejos del círculo virtuoso”. Hace veinte años, PepVallès vendió Olé a Telefónica y después nunca más se supo de él. Pero en un ecosistema de éxito, los emprendedores deben poder crear y vender empresas varias veces en su vida: “Crear un círculo virtuoso es eso. Aportar experiencia, networking, invertir, mentorizar otros proyectos”, señala Miguel Valls.
“Una de mis preocupaciones es la poca utilización de las stock options como herramienta de compensación, yeso creo que es tanto culpa de las empresas como de los empleados”, apunta Tluszcz. “Los empleados no confían, y los empresarios son reacios a compartir la parte positiva del éxito”. Ylo dice como presidente de Wix: “Una empresa cotizada en el Nasdaq en la que, gracias a la política de stock options, de los 2.000 empleados, 150 son millonarios en dólares. Este ha sido una de las claves del éxito de la empresa: empleados motivados e incentivados”.
“En Barcelona todavía falta mucho capital. No hay el dinero que se encuentra en Londres o en Berlín”, reconoce Valls. “Eso se arregla creando vehículos de inversión y demostrando que el ecosistema es dinámico, que haya un flujo de operaciones enorme: nosólodelagente de aquí, sino también de los que vienen de fuera”. La captación de talento es importante, pero también lo es, más si cabe, la retención. “El Pier 01 está muy bien para retener talento. ¿Dónde en Europa se está mejor que aquí?”, asegura Valls.
Los ingredientes históricos –la geografía y el clima atractivos, el ambiente tolerante ymul ti cultural– se su man ala existencia debuenas universidades y mejores escuelas de negocios( Esa de eI ese) y la implicación de las administraciones públicas (Barcelona Activa, Acció, Enisa: se calcula que cerca de la mitad de las start-ups reciben algún tipo de financiación pública).
“El ecosistema ha tardado cierto tiempo, pero está construido sobre sólidos fundamentos, en los que confluyen emprendedores, inversores y asesores. Combinado con el carácter emprendedor catalán y una población cosmopolita, resultan los componentes de un eco sistema realmente genial ”, define Tluszcz.
El creador de Founders Institute, Adeo Ressi, opina que “Barcelona tiene como hecho distintivo su capacidad de formar equipos multidisciplinares, que se encuentra poco en otras ciudades y queda lugar a empresas técnicas y creativas. Además, es relativamente económico vivir aquí. Barcelona y Berlín son ciudades europeas similares, con mucha diversidad de talento y bajo coste de vida”.
En gran medida gracias al efecto de la celebración del Mobile, el perfil de las start-ups ha evolucionado en el tiempo y cada vez ganan más peso las empresas de base más tecnológica. Según las cifras del Barcelona Tech City, el grueso de la actividad de las start-ups del ecosistema se concentra en software de internet y de móvil, aplicaciones para viajes y ocio, tecnologías de la salud y biotecnología.
Es frecuente asociar los ecosistemas digitales a burbuja, valoraciones millonarias o a sonados fracasos. El sector tiene el reto de poner en valor la base tecnológica: por ejemplo, es poco conocido, fuera de los círculos expertos, que Barcelona es uno de los primeros centros europeos encom pu te r visione inteligencia artificial: gracias alas universidades( UPC,Autònom ay Pompeu), al Centre de Visió per Computador y al creciente número de start-ups.
La biotecnología merecería un capítulo aparte. Aún son menos empresas y más pequeñas, pero ya se han empezado a producir algunos éxitos (como la reciente venta de Stat por 154 millones de euros), lo que, junto a los reconocidos centros de excelencia médica, ha situado ya claramente a Barcelona en el mapa mundial del sector. “Nos parecemos más a Boston que a Silicon Valley: por tamaño, por cultura y por sectores”, apunta Miquel Martí, consejero delegado del Barcelona Tech City. La asociación se ha convertido en la referencia del ecosistema, al conseguir poner de acuerdo a administraciones, empresas tractoras, incubadoras y aceleradoras, entidades de formación y emprendedores y empresas.
Martí apunta que los retos del ecosistema de la ciudad ahora son potenciar la transferencia tecnológica (incorporar a las universidades la mentalidad de lanzar producto y servicio al mercado, como sí hacen en Israel o Boston); que la digitalización de las grandes corporaciones se haga conjuntamente con el ecosistema emprendedor (que empresas tradicionales se acerquen más al ecosistema start-up) y atraer a más organizaciones internacionales para seguir subiendo el nivel del ecosistema. Coincide en gran parte con Romero: “Hay que aumentar el número de start-ups (en Tel Aviv hay 5.000); aumentar las conexiones con otras start-ups y ecosistemas del mundo, para ganar relevancia ante los venture capitals; continuar captando talento internacional y atraer nuevos innovation
hubs de multinacionales y más proyectos de corporate venturing; y generar más casos de éxito. Barcelona está consolidada en el
top 5 de los ecosistemas digitales europeos (los rankings van de ciudades, no de países). Pero no basta estar, hay que mantenerse, y todas están en la carrera de parecerse lo más posible a Silicon Valley. “No se trata tanto de competir sino de buscar sinergias y alianzas”, dice Romero. Añade: “Con Madrid y con Amsterdam, para ser fuertes ante Silicon Valley. YconSilicon Valley, para ser fuertes ante Shanghai. Cuanto más conectados, mejor posicionados”. Tluszcz se reconoce un optimista sobre Barcelona y lo tiene claro: “El éxito está asegurado”.