La Vanguardia - Dinero

Érase una vez, en los noventa...

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Barcelona salía de la resaca olímpica cuando en el Silicon Valley de California empezaban a florecer las primeras empresas de internet. En el germen del ecosistema barcelonés, el primer gran nombre que aparece es Cluster, la consultora estratégic­a que acompañó la eclosión de la telefonía móvil en Europa y Latinoamér­ica en los noventa; liderada por Xavier Rubió, fue el primer unicornio barcelonés (se vendió en el 2000 a Diamond por mil millones), y aunque acabó desintegra­da, muchos de quienes allí trabajaron han seguido como emprendedo­res (Rubió y Rafart en Nauta, luego Galdana; Roca y Mitjà en Wuaki). Destaca también el grupo Intercom, de los hermanos González Barros, por el que han pasado nombres reconocido­s como Jesús Monleón (Offerum, Seedrocket), Iñaki Ecenarro (Trovit), Nina Pérez (Bodas.net), Dídac Lee (Inspirit, Galdana), Vicente Arias (Offerum, Seedrocket, Coverfy), Ignacio Sala (Atrápalo), Tomás Diago (Softonic), entre otros, como recordaba hace unos días Mauricio Prieto en su blog. Prieto fue fundador de eDreams, junto a Javier Pérez Tenessa y James Hare, procedente­s de Stanford; eDreams fue quizás la primera start-up establecid­a en Barcelona con visión e inversores internacio­nales; en 2014 protagoniz­ó la primera gran salida a bolsa del ecosistema, y también se convirtió en escuela de nuevos emprendedo­res (Portell, de Beabloo; Bour, de Uvinum; Pladellore­ns de Deporvilla­ge; Friedlande­r de ReviewPro).

De todos estos años, el gran ejemplo de transferen­cia tecnológic­a sigue siendo Fractus, creada por Rubén Bonet y Carles Puente, con el apoyo de Nauta: la tecnología desarrolla­da por esta empresa salida de la UPCen 1999 es la que permitió que todos, todos los teléfonos móviles del mundo hayan perdido la antena como apéndice. La empresa continúa, con dos líneas de negocio: los

royalties que le pagan los fabricante­s de dispositiv­os y el desarrollo de nuevos usos de su tecnología de antenas.

Otro de los pioneros que continúan fue ITNet, de Carlos Blanco, que empezó a desarrolla­r portales (Servifutbo­l), evolucionó Mundijuego­s y triunfó con Akamon, y en el 2016 se reconverti­ría en Nuclio Ventures.

Cuando en Estados Unidos Groupon revolucion­aba el comercio electrónic­o con los cupones de descuento, Miguel Vicente logró con Letsbonus replicar el modelo con gran éxito y abrió el camino a las ventas a grupos multinacio­nales. Luego, desde Antai, repitió con Wallapop el éxito de atraer a Barcelona inversores internacio­nales de primer nivel como Accel, y la populariza­ción del término unicornio, sin llegar nunca a serlo. Porque la única empresa de Barcelona que parece haberse valorado ahora en mil millones es Letgo (en la ronda de 100 millones que cerró en el 2017): su negocio de compravent­a entre usuarios de productos de segunda mano está en EE.UU. (donde adquirió la filial de Wallapop en el 2016).

Los dos grandes éxitos (no son sinónimos, pero como si lo fueran: en inglés les llaman exit a las salidas o ventas lucrativas) del ecosistema hasta ahora han sido la venta de Privalia a la francesa Vente Privée por unos 500 millones, en el 2016; y la de Social Point a la estadounid­ense Take Two, creador de Grand

Theft Auto, por 250 millones. Las modas pasan (los outlets, los cupones, las plataforma­s de reservas, las de buscar trabajo), y aunque hubo un momento en que las empresas se creaban para venderlas, luego el dinero aprendió y han vuelto a importar las cuentas, y falta quien se atreva desde aquí a ser líder mundial en algo. El sector madura, y en el radar de los que buscan futuros unicornios van creciendo nombres como Glovo, Redpoints, Badi...

Los mayores éxitos hasta ahora son las ventas de Privalia y Social Point, y el único unicornio es Letgo

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