La Vanguardia - Dinero

La calle no percibe mejoras

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En estas contexto, resulta complejo hacer un balance. Loukas Tsoukalis, presidente de la Hellenic Foundation for European and Foreign Policy (Eliamep) sostiene que “Grecia ha tocado fondo. Pero la recuperaci­ón es demasiado lenta. La deuda pública es una losa, los bancos tiene poca liquidez, los impuestos son demasiado altos y no son competitiv­os”.

Nick Malkoutzis, editor de MacroPolis, un sitio de análisis político y económico en Atenas, es lacónico: “Hay un desajuste entre lo que perciben los ciudadanos y lo que indican los números. Digan lo que digan, Grecia no es todavía un país atractivo para las inversione­s. Ahora bien, tenemos que partir de alguna base y... en eso estamos”.

“El clima es malo. La gente está nerviosa, deprimida y enfadada”, cuenta un asesor contable. Muchos se quejan de los impuestos. El Fondo Monetario Internacio­nal estima que la economía sumergida representa el 27% del PIB. “Por primera vez desde el 2010, me siento más pobre. Mi salario se ha recortado cada año. Ahora prevén una reducción del 10%. Y encima ahora metocará pagar impuestos”, confiesa Alice Vegiri, que trabaja como funcionari­a en la National Hellenic Research Foundation. “Lo peor es que ahora tendré una pensión más baja, porque han rebajado los máximos”. Vegiri, que invierte en bolsa, no obstante está dispuesta a dar un voto de confianza a la recuperaci­ón: “He vuelto a invertir en firmas griegas después de años, creo que volverán a ser rentables en el futuro”.

Muchosgrie­gos ven ahora Europa con cierto recelo, aunque tampoco hay muchas alternativ­as, en un entorno en el que están rodeados de Macedonia o Turquía. Y son pocos los que defienden abandonar la moneda única. “La pregunta que todos se hacen es: ¿no hubiera sido posible hacerlo de otra manera? Tal vez si se hubiera reestructu­rado la deuda al comienzo, las cosas habrían sido más fáciles. Porque el panorama ahora es parecido a la posguerra”, dice Malkoutzis.

“Tal vez lo que más nos molesta es que en el rescate se intentó introducir un aspecto moral, con la idea de fondo de que los griegos somosperez­osos. Lacuestión noes si Europa ahora ha aprendido a gestionar una crisis de este calibre, sino si tiene los instrument­os para evitar que otra similar tenga lugar”, razona.

Tsoulakis reconoce que “hubo un problema de mala gestión y los griegos vivieron por encima de sus posibilida­des”. Aun así –añade–, “los ajustes impuestos por el rescate fueron más dolorosos y más largos de lo que se necesitaba. Los objetivos eran poco realistas. Además, se equivocaro­n al no aliviar la deuda, porque Grecia nunca llegó a ser insolvente”.

Aunque se celebre el fin del rescate, las perspectiv­as electorale­s para Syriza no son buenas. Dicen queestá haciendo el trabajo sucio y que lo pagará en las urnas, en unas elecciones que podrían tener lugar en otoño del 2019. Según Tsoulakis, “Tsipr as llegó al poder con promesas económicas irrealizab­les. Pero supo corregir y remediar sus errores”. Aun así, su popularida­d está en declive.

Europa espera quién será el próximo inquilino de Atenas, para pasar definitiva­mente página de la que fue, con toda seguridad, la crisis más grave desde el nacimiento del euro. El presidente francés EmmanuelMa­cron ha sido uno de los pocos políticos europeos en hacer recienteme­nte autocrític­a. “Lo del rescate de Grecia es la historia de la década que termina. Una especie de guerra civil en la que hemos querido resolver nuestras diferencia­s”. Por su parte, los griegos se aferran a la sabiduría de Heráclito. “Nada es permanente a excepción del cambio.”

La población se queja de los impuestos y miles de jóvenes han optado por emigrar en busca de fortuna

Hay malestar hacia Europa, pero al mismo tiempo son pocos los que quieren dejar la eurozona

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MENAHEM KAHANA / AFP

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